A primera vista, las bandas que asolan Haití están excluidas de la transición política que se va a llevar a cabo en este pequeño y pobre país caribeño. Pero, debido a su poder, es probable que influyan en el proceso, según los expertos.
“¿Aceptarán el nuevo equilibrio de poder? ¿O intentarán sabotearlo de alguna manera? De momento no lo sabemos”, dice Ivan Briscoe, director del programa sobre América Latina y el Caribe del International Crisis Group.
Pero “estas bandas se han hecho muy poderosas. Han penetrado profundamente en las comunidades. Han reclutado a muchos jóvenes, han explotado la desesperación de los jóvenes” y “no quieren desaparecer”, añade.
Bajo la supervisión de la Comunidad del Caribe (Caricom), partidos políticos y personalidades destacadas de Haití tratan este miércoles de ponerse de acuerdo sobre la composición de las autoridades de transición, tras el anuncio el lunes de la dimisión del primer ministro, Ariel Henry.
En la capital, Puerto Príncipe, operan unas 23 “pandillas”, que controlan el 80% de su territorio. Se agrupan en dos grandes coaliciones enfrentadas en guerras territoriales: la “familia G9”, dirigida por Jimmy Chérizier, apodado “Barbecue”, y el G-Pèp.
“Barbecue”, una de las figuras públicas detrás de la violencia de los últimos días, es probablemente el líder de la banda más poderosa, formada por muchos expolicías como él.
Las bandas armadas se han profesionalizado y disponen de más potencia de fuego que la policía haitiana para llevar a cabo todo tipo de tráficos y secuestros para pedir rescate.
En una primera señal del papel que pretende desempeñar, “Barbecue” declaró el lunes, poco antes del anuncio de la próxima marcha del primer ministro Henry, que no reconocería un “gobierno formado por Caricom u otras organizaciones”.
“Si la comunidad internacional continúa con su estrategia de entregar el poder a un pequeño grupo de políticos tradicionales, sumirá a Haití en el caos”, advirtió, llegando incluso a llamar a los haitianos a tomar las calles.
– La seguridad es una prioridad –
“En mi opinión, lo que surgiría en el actual equilibrio político son las bandas como ‘fuerza’”, argumenta Gédéon Jean, director del Centro de Análisis e Investigación sobre los Derechos Humanos (CARDH), una ONG haitiana.
“Hay que tener mucho cuidado, porque no hay que legitimar las acciones criminales”, añade, citando violaciones, masacres y violaciones de los derechos humanos por parte de las bandas.
Para Pablo Calderón Martínez, profesor de la North East University de Londres, “es muy difícil prever una solución rápida” en Haití.
“La realidad (…) es que una vez que las organizaciones criminales tienen la capacidad de desafiar a los gobiernos, y de empezar realmente a luchar contra el gobierno por el control y casi por la legitimidad, es muy difícil que recuperen el control sin que el país caiga en un aumento de la violencia”, explica.
El analista teme “que las pandillas se envalentonen con lo que acaba de ocurrir” y cree que “la vida será aún más difícil para el próximo gobierno”.
Otro experto, Eddy Acevedo, del Wilson Center de Washington, va más allá y subraya que “existe la posibilidad real de que el líder pandillero Barbecue, sancionado por Naciones Unidas (…), tome el control del Palacio Nacional”.
“La prioridad absoluta en este momento debe ser la seguridad”, dijo, mientras Haití espera el despliegue de una fuerza policial multinacional dirigida por Kenia y apoyada por Estados Unidos, Francia y Canadá.
Washington afirmó que “no le sorprende” que los líderes de las bandas rechacen el acuerdo político, “porque son ellos los que están medrando con el caos”.
“Esto sólo refuerza la urgencia de desplegar esta misión de seguridad en Haití para establecer la ley y el orden sobre el terreno, algo que, por supuesto, los miembros de las bandas temen y están combatiendo”, declaró el martes el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.