Hasta 3.000 mujeres embarazadas en Haití corren el riesgo de perder el acceso a una atención sanitaria crucial, advirtió el viernes la ONU, mientras las condiciones humanitarias en la capital, Puerto Príncipe, siguen en picada.
La semana pasada, la violencia de las bandas se apoderó de este país caribeño asolado desde hace tiempo, lo que provocó advertencias de los grupos de ayuda sobre la escasez de instalaciones y personal médico.
“Si el área metropolitana de Puerto Príncipe sigue paralizada en las próximas semanas, casi 3.000 mujeres embarazadas podrían verse privadas de acceso a la atención sanitaria básica, y casi 450 podrían sufrir complicaciones obstétricas potencialmente mortales si no reciben asistencia médica”, declaró el viernes en un comunicado la oficina de la ONU en Haití.
La crisis haitiana ha generado la preocupación de Estados Unidos, que ha pedido al primer ministro Ariel Henry, ausente en el país, que lleve a cabo una reforma política “urgente” para evitar una nueva escalada.
Los grupos criminales, que ya controlan gran parte de Puerto Príncipe, así como las carreteras que conducen al resto del país, han atacado infraestructuras clave en los últimos días, incluidas dos prisiones, lo que permitió la fuga de la mayoría de sus 3.800 reclusos.
Las pandillas, junto con algunos haitianos de a pie, piden la dimisión de Henry, que debía dejar el cargo en febrero, pero en su lugar acordó un reparto del poder con la oposición hasta que se celebren nuevas elecciones.
Henry se encontraba en Kenia cuando estalló la violencia y, desde entonces, no ha podido regresar a Haití. Según se informa, está varado en Puerto Rico.
El jueves, el gobierno haitiano decretó un estado de emergencia de un mes para la región oeste del país, que incluye la capital, así como un toque de queda nocturno hasta el lunes.
En un comunicado el viernes, la ONU también advirtió que más de 500 sobrevivientes de violencia sexual podrían quedarse sin atención médica a finales de marzo si las condiciones no mejoran.