Los Angeles, Estados Unidos.- Ya sea recortando la larga mirada de un actor, obligando al espectador a procesar imágenes rápidas o creando tensión con una pausa, los editores que trabajan en sintonía con los directores desempeñan un papel vital a la hora de dar vida a una película, y a sus posibilidades de ganar un Óscar.
“No puedes tener una buena película con una mala edición”, dijo a la AFP Kevin Tent, nominado a un premio de la Academia por su trabajo con el director Alexander Payne por “Los que se quedan”.
Tent, quien ha trabajado con Payne por casi 30 años, incluyendo en producciones nominadas al Óscar como “Los descendientes” (2011) y “Entre copas” (2004), compara su trabajo como editor al de un chef que trabaja en un plato especial.
Luego del rodaje, “tienes todos estos elementos diferentes, y cortas cosas y las mezclas” para encontrar la receta perfecta para contar una historia, explicó Tent.
“Si le pones mucha sal no es bueno, o si pones mucha azúcar, lo arruinas todo”, bromeó.
Para “Los que se quedan”, que llega a la ceremonia del Óscar del 10 de marzo con cinco nominaciones, Tent ciertamente encontró una fórmula ganadora.
La película de Payne es una conmovedora historia de Navidad de tres almas solitarias que pasan la Nochebuena juntos en un internado en los años 1970: un profesor cascarrabias, una cocinera en duelo y un adolescente vulnerable.
Por lo general, la decisión a mejor película y mejor edición van de la mano.
Durante casi un siglo, sólo 11 películas ganaron el principal premio de la Academia sin ser nominadas a mejor edición. Y 40% de todos los ganadores a mejor película también se llevaron el premio a la edición.
Vínculo director-editor
Estas estadísticas demuestran hasta qué punto el montaje es realmente la esencia del cine, incluso más que el guión o la fotografía.
Directores legendarios como Stanley Kubrick y Orson Welles dijeron que editar era la clave para hacer una buena película.
“‘Las películas se hacen en la sala de montaje’. Mucha gente dice eso porque es allí donde tú realmente tienes el tiempo para ser creativo y pensar sobre qué trata la película y en qué se va a convertir”, dijo Tent.
Él trabajó con Payne en “Los que se quedan” durante casi un año.
Eso dio tiempo al dúo para cortar más de 30 minutos de película -en comparación con una versión inicial-, y encontrar ese exacto tono agridulce gracias a las pruebas con el público.
La película recibió elogios por el uso de “fundidos”, las imágenes superpuestas que permiten que una nueva toma salga a la superficie mientras la anterior desaparece, que ayudan a desarrollar la evolución emocional de los personajes o la melancólica belleza del invierno.
Este trabajo tan preciso requiere que el editor y el director estén en sintonía, lo que explica por qué muchos directores trabajan con los mismos editores de película en película.
Thelma Schoonmaker, la reina de la edición con tres Óscar en su haber, trabaja con Martin Scorsese desde el comienzo de su carrera, hace más de 50 años.
Schoonmaker compite con Tent por su trabajo en “Los asesinos de la luna”, que también está nominada a mejor película.
Ella destaca con frecuencia su estrecho lazo profesional con Scorsese.
“Él me enseñó todo lo que sé sobre editar. Tenemos la misma sensibilidad”, dijo al portal CineMontage en febrero.
“Parteras” del cine
Los editores son reconocidos con frecuencia por su profundo conocimiento técnico y por su habilidad para no dejar su sello propio en el material, puesto que la visión del director es crucial.
“La edición no puede ser perceptible, ni tener marcas. Es el arte de adaptar el trabajo de alguien”, dijo a la AFP Laurent Senechal, nominado por “Anatomía de una caída”, dirigida por Justine Triet.
“Somos como las parteras, los acompañamos”, agregó Senechal, que trabajó en las últimas tres películas de Triet.
La edición de “Anatomía de una caída”, un drama judicial sobre una escritora acusada de matar a su marido que tiene cinco nominaciones al Óscar, incluyendo mejor película, director y edición, tomó 38 semanas, dijo Senechal.
Tiempo que, según él, es “un lujo” en el cine francés.
Ese ritmo permitió a la dupla dominar cuidadosamente la desconexión de sonido e imagen, lo que ayuda a impulsar la ambigüedad de la película, que retrata el colapso de la pareja y las circunstancias poco claras de la muerte del marido.
Cuando el hijo de la pareja, que es ciego, testifica en la corte, la audiencia ve imágenes del marido, que habla con la voz del hijo. ¿Estas imágenes ocurrieron en el pasado o son memorias falsas?.
“Justine es obsesiva”, dijo Senechal. “Editar es uno de los aspectos más esenciales para dirigir”.
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