Nemocón, Colombia. A cenizas quedó reducido el verde bosque andino donde María Yadira Jiménez trabajaba como guía turística en Colombia, un país declarado en “desastre natural” por incendios forestales.
Desde el lunes, las llamas avanzan en una zona rural de Nemocón, un municipio de bellos paisajes ubicado a unos 60 km de Bogotá. Tradicionalmente frías, las montañas que rodean al pueblo se convirtieron en un infierno. El fuego espantó a pobladores y animales silvestres.
Angustiada, María Yadira se unió al grupo de voluntarios que junto a bomberos, rescatistas, policías y militares luchan para extinguir uno de los 34 incendios que el gobierno ha detectado en Colombia, que sufre por las altas temperaturas a causa del fenómeno climático de El Niño.
Sin experiencia en atención de emergencias, ni ropa a prueba de fuego acuden al lugar de la emergencia. Siguen los pasos de los bomberos y enfrían con agua embotellada las zonas donde ya han controlado las llamas.
Con picos, palas y machetes remueven la tierra humeante para evitar que el fuego reviva.
“Este es un desastre que nos va a traer unas consecuencias muy graves. Se quemaron pájaros, se pierden especies nativas y se afecta todo”, dice la mujer de 46 años a la AFP. La autoridad ambiental de la zona rescató de entre el humo a un zorro y a un búho desorientados. Los brigadistas dicen que otros animales no tuvieron la misma suerte y murieron calcinados.
La estatal Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) calcula que al menos 17.100 hectáreas de vegetación se han perdido en todo el país desde noviembre, cuando arrancó la sequía y empezaron a subir las temperaturas.
– Sol picante –
En la capital, Bogotá, una espesa columna de humo brota de la cadena montañosa que limita la ciudad de ocho millones de habitantes. El sonido de los helicópteros que vierten agua sobre las llamas retumba todo el día en el oriente.
Ante el “desastre natural” decretado por el gobierno, el presidente Gustavo Petro solicitó ayuda a los países miembros de Naciones Unidas.
En Nemocón los habitantes acusan a una empresa de electricidad de haber iniciado el incendio, que se propagó sin freno entre los pinos resecos por la falta de lluvias.
Consultada por las AFP, la compañía afirmó que el fuego se debe “a condiciones climáticas generadas por la ola de calor” y que sus funcionarios se han limitado a “desenergizar” las líneas de distribución que cruzan la zona.
Enero de 2024 se proyecta como el mes más caliente en Colombia desde que se tiene registro, hace 30 años, según la autoridad ambiental Ideam.
“Nosotros somos de tierra fría y este sol no picaba así antes”, constata preocupada María Yadira.
Francisco Mendoza, de 52 años, carga una bomba fumigadora con agua para evitar que las llamas lleguen hasta su finca turística.
“No hemos parado día y noche”, relata al borde del llanto. Sus lentes y una mascarilla lo protegen del humo.
La tragedia despertó la solidaridad de toda la comunidad, cuenta. “La propiedad de todos es mi propiedad entonces cuando algún vecino está en riesgo pues estamos todos en riesgo. Estamos tratando de acompañarnos de esa manera”, agrega.
– “Patitas quemadas” –
En el olvido desde que se acabó la pandemia, los cubrebocas volvieron a ser habituales en Bogotá, donde la alcaldía recomienda que los habitantes de sectores más afectados se protejan ante la mala calidad del aire. También aconseja no hacer ejercicio al aire libre, mantener cerradas las ventanas y restringió el uso de vehículos particulares.
El cielo está libre de nubes. En Nemocón y la capital, indígenas realizan rituales solicitando a los ancestros que llueva, pero la ciencia es poco optimista.
El Ideam anticipa que febrero tendrá temperaturas aún más altas y recién en marzo las precipitaciones van a aliviar la emergencia.
Para Mendoza se trata de un mensaje que quiere dar la naturaleza: “Es la madre tierra dando un grito de auxilio porque nos estamos comportando muy mal con ella”.
Trabajando codo a codo con María Yadira, la empresaria Angélica Olaya también intenta contener el fuego: “(Siento) impotencia, (…) me da dolor ver cómo la naturaleza se esta destruyendo, ver a los animales quemados, sus patitas quemadas”.
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