Washington, Estados Unidos. Para Joe Biden, todo es color de rosa en la economía estadounidense, y las estadísticas le respaldan, pero los votantes siguen sufriendo por los altos precios, una brecha en la percepción que lastra la campaña de reelección del presidente.
El crecimiento es positivo, el desempleo baja, y la economía estadounidense se está recuperando de la pandemia de Covid-19 mejor que otros países gracias a un enorme paquete de estímulos.
Pero el problema para la campaña del demócrata, que aspira a un segundo periodo en el cargo, es que la mayoría de los estadounidenses no están sintiendo la mejora donde más importa: su billetera.
La inflación está en declive, pero los precios todavía altos significan que la gente aún pasa estragos para llevar la comida a su mesa, pagar la renta o comprar gasolina, sin importar lo que digan los números del gobierno.
Biden tratará de convencerlos de que las cosas irán mejor cuando el viernes haga su primer evento de campaña en 2024, en Allentown, Pennsylvania (noreste), estado que promete estar bastante reñido en las elecciones presidenciales de noviembre.
Luego de que las cifras de la inflación estuvieran por encima de lo previsto el jueves, Biden se jactó de crear 14 millones de puestos de trabajo desde que es presidente, aunque concedió que queda “mucho más trabajo por hacer para bajar los costos a las familias y los trabajadores estadounidenses”.
Joanne Hsu de la Universidad de Michigan, que publica una encuesta mensual sobre la confianza de los consumidores, seguida de cerca por los mercados, dijo que el ánimo estaba mejorando, aunque lentamente.
“Hay mucha evidencia en nuestra encuesta de que los consumidores reconocen las fortalezas de nuestra economía”, dijo Hsu a la AFP.
“Sin embargo, lo que no les hace sentir bien… es que la inflación, especificamente los altos precios, siguen pesando fuerte sobre sus experiencias económicas”.
Los precios en particular, no han bajado a los niveles de antes de la pandemia, haciendo que una ida al supermercado sea un castigo para las familias.
“Los consumidores todavía luchan por aceptar que no vamos a volver a 2019”, afirma Hsu.
– “Bidenomics” –
En diciembre, Biden mostró su frustración antes de partir a sus vacaciones navideñas. Cuando un periodista le preguntó por la economía en 2024, el presidente le respondió: “Todo bien. Echa un vistazo. Empieza a reportarlo de la forma correcta”.
El mandatario de 81 años enfrenta unos índices de aprobación históricamente bajos y en las encuestas está codo a codo o por detrás de su probable oponente republicano, Donald Trump, al que derrotó en 2020.
La sabiduría política dice que las elecciones en Estados Unidos se ganan con “la economía, estúpido”, frase famosa de la campaña de Bill Clinton en 1992. Por lo que Biden podría ser perdonado por pensar que la economía juegue a su favor.
La confianza del presidente en que la economía atraería a los votantes hizo que el año pasado la Casa Blanca rebautizara sus políticas como “Bidenomics”, con el fin de intentar vender buenas nuevas a los votantes.
La política “Bidenomics” en particular se relaciona al acto legislativo de reducción de la inflación, que incluyó cientos de miles de millones de dólares para renovar las infraestructuras, impulsar la fabricación de alta tecnología y de la energía y la tecnología ecológicas.
Pero muchos de estos proyectos toman años en su desarrollo y no van a rendir frutos para los votantes sino hasta después de las elecciones. Otro problema es que muchos son proyectos regionales, y funcionarios locales, algunos de ellos republicanos, pueden atribuirse el mérito.
El riesgo con “Bidenomics” es que cualquier fracaso estaría ligado al propio Biden, y así pasó, el eslogan se abandonó discretamente a finales del año pasado, aunque parece que ha vuelto ahora que la campaña empieza.
Como resultado, la campaña pasó a atacar a Trump como una amenaza a la democracia, y los dos primeros discursos de Biden del año se centraron en eso y apenas mencionan la economía.
Trump respondió diciendo que esperaba que la economía colapsara, con lo que obtuvo una dura reprimenda de Biden.
“La Casa Blanca ha experimentado con mensajes que son más afirmativos, hablando de lo que ha hecho el presidente. Hasta ahora no han logrado mover la aguja” afirma William Galston, investigador de la Brookings Institution.
Analistas dicen que la mejor opción de Biden es una cifra simple pero muy específica: que los salarios sigan subiendo más deprisa que los precios, como vienen haciendo desde abril del año pasado, lo que permite a los consumidores sentir sus billeteras más llenas.
“Si eso no sucede tendrá una colina cuesta arriba”, opinó Galston.
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