Con 115 metros de altura, la subida hasta la cima es una de las mayores experiencias que se pueden vivir en Francia
Apenas a una hora de Burdeos se encuentra uno de los fenómenos naturales más impresionantes de Europa. Su aspecto parece inexpugnable, pero es más sencillo de lo que se puede pensar. Se trata de la duna de Pilat, una de lasmaravillas de Francia, que con sus más de 100 metros de altura, aproximadamente 500 metros de ancho y casi tres kilómetros de longitud, es la duna de arena más grande del continente.
Ubicada en la bahía de Arcachon, en la región de Nueva Aquitania, constituye un sitio de interés turístico y ecológico, pues recibe más de un millón de visitantes al año. El interés por este monumento natural no solo radica en su impresionante tamaño, sino también en las vistas panorámicas que ofrece de la costa de la bahía, del bosque de Las Landas y del océano Atlántico. Su punto más alto regala a los visitantes una perspectiva única que mezcla el azul del cielo y del mar con los tonos verdes de la vegetación circundante.
Coronar la cima
La formación de la duna de Pilat se ha ido produciendo a lo largo cientos de años, pero quizá tuvo su punto más alto en el siglo XVIII, cuando se produjo el gran colapso de un banco de arena en la costa donde se ubica. De hecho, ya en el siglo XIX su cima contaba con una altura de unos 35 metros. Un dato importante es que la duna continúa su crecimiento año tras año, además de estar en constante desplazamiento hacia el interior del territorio, tragando lentamente el entorno que le rodea.
Sin embargo, su majestuosidad bien merece una visita. Hay viajeros que prefieren contemplar la duna desde las alturas y hay que saber que llegar a su cima no tiene ninguna dificultad. Para ello, su acceso se ubica en la playa de Corniche, donde existe un primer tramo de escaleras con miradores y carteles que incluyen información sobre la fauna y vegetación de todo el entorno. Seguidamente, el camino se adentra en la arena hasta llegar a la cima.
A su vez, entre los meses de abril y noviembre existe un camino alternativo que permite una subida más fácil a través de unas escaleras de 160 peldaños. Una vez allí, se pueden contemplar unas vistas espectaculares del océano Atlántico, la punta del Cap Ferret y la reserva natural del Banco de Arguin.
Igualmente, su acceso está gestionado para asegurar su conservación y para proporcionar a los visitantes unas instalaciones seguras y cómodas. Además, se llevan a cabo labores de sensibilización para la conservación del espacio y la fauna y flora locales, que son parte integral del ecosistema y su encanto.
Preservar el entorno
La duna es también el hábitat de especies vegetales y animales endémicas, algunas de las cuales están adaptadas para sobrevivir en las duras condiciones de la arena y la salinidad. Entre ellas se destaca la presencia de la mariposa Panagra petulans y el lagarto ocelado.
Las autoridades locales y organizaciones medioambientales, como el Conservatoire du littoral, vigilan la preservación de la Duna de Pilat, cuya integridad se ve amenazada por diversos factores, siendo uno de los más relevantes el turismo masivo. Ante esto, se han implementado varias medidas de conservación y se promueve un turismo responsable que minimice el impacto humano.
El impacto económico de la duna en la región es notable, ya que es un importante motor de atracción turística que beneficia a hoteles, restaurantes y otros servicios en los alrededores. Pero precisamente ese éxito turístico plantea desafíos significativos en términos de sostenibilidad y gestión de recursos naturales.
El futuro de la Duna de Pilat depende del equilibrio entre la conservación y el disfrute público. Las investigaciones y el seguimiento continuo permiten adaptar las estrategias de gestión para asegurar que futuras generaciones puedan seguir maravillándose con este milagro de la naturaleza, al tiempo que se protege y se resalta su valor ecológico y cultural para la región y para el mundo.
Información sustraída de INFOBAE.