Se estima que una de cada cinco niñas en todo el mundo se casa antes de los 18 años. Incluso los países que tienen leyes contra el matrimonio infantil a veces no las hacen cumplir. Pero en Malawi algunos están viendo los primeros signos de cambio.
La tercera vez que visitamos a Tamara nos dijeron que se había ido temprano a los campos cercanos para labrar la tierra.
Con nueve meses de embarazo, la niña de 13 años no tenía descanso.
Tamara (nombre ficticio) había estado durmiendo en el suelo de la pequeña choza de su tía durante varios meses después de que su marido, un hombre de unos 20 años, huyera.
n los últimos años muchas cosas han cambiado en la vida de Tamara.
Nacida en una comunidad agrícola rural en el distrito de Neno, en el sur de Malawi, su familia vivía por debajo del umbral de pobreza, al igual que el 65% de la población de esta región.
La guerra en Ucrania, un socio comercial directo de Malawi, añadió presión a la situación: se detuvo el suministro de trigo y fertilizantes y subieron los precios.
Cuando los padres de Tamara enfermaron y murieron, en rápida sucesión, ella fue acogida por su abuela.
Pero después de un mes, cuando un día Tamara regresó de la escuela, su abuela tenía noticias.
“Me dijo que tenía que casarme”, cuenta Tamara. “Ya había recibido dinero de un hombre”.
Un hombre a quien Tamara nunca había conocido había pagado por ella 15.000 kwachas de Malawi, alrededor de US$9.
La abuela de Tamara ya había gastado el dinero en maíz para la familia y el hombre ahora estaba impaciente. Quería que la chica por la que había pagado dejara la escuela y viviera con él.
El matrimonio infantil es ilegal en Malawi desde 2017, pero sigue siendo culturalmente aceptable en partes del país y aún se lleva a cabo en comunidades rurales como la de Tamara, donde vive alrededor del 85% de la población.
Más del 40% de las niñas se casan antes de los 18 años, según la ONG Girls Not Brides (Niñas no Novias).
“La vida era difícil porque era un hombre mayor”, dice Tamara. “Solía abusar físicamente de mí mordiéndome cada vez que hacía algo mal”.
Vivió con él durante tres meses, hasta que alguien alertó a los servicios sociales.
Luego, mientras se hacían los arreglos para que Tamara regresara a la escuela, notó algo. Hacía unos dos meses que no tenía la menstruación.
Tamara tenía 12 años y estaba esperando un bebé.
A casi 100 kilómetros de la choza de la tía de Tamara, a poca distancia de la frontera con Mozambique, un pequeño edificio de color verde brillante emite música pop de Malawi a todo volumen. Es la oficina de Radio Mzati, una emisora local.
Un grupo de glamurosas jóvenes de unos 20 años están reunidas en un estudio de radio, ajustando sus micrófonos y riendo mientras se preparan para salir al aire.
“¡Hola! ¡Hola! Bienvenidos a otra edición de Ticheze Atsikana”, grita la presentadora Chikondi Kuphata, “un programa que sirve como plataforma para que nosotras, chicas hermosas, discutamos temas que nos afectan”.
Kuphata y la copresentadora Lucy Morris cambian entre inglés y chichewa; el nombre del programa significa “charlemos” en chichewa.
Es un programa semanal, patrocinado por AGE Africa, una ONG que apoya a las niñas vulnerables de zonas rurales para que permanezcan en la escuela, y llega a más de cuatro millones de oyentes en todo Malawi.
La mayoría de la audiencia son mujeres de comunidades rurales como la de Tamara.
El tema de este día es el matrimonio infantil.
“Una de las principales causas aquí es la pobreza”, dice Morris. “Debido a que la mayoría de las familias de las que venimos son pobres, nuestros padres no pueden cuidar de sus hijos, por lo que la mejor solución es casar a una niña”.
“Las niñas se casan con hombres mucho mayores que ellas que pueden mantenerlas”.
Las mujeres alientan a sus oyentes a enviar comentarios a través de WhatsApp, antes de escuchar una canción llamada “Come Back”. Su letra contiene un mensaje claro:
“¡Ahora necesitas la escuela para todo!”
“¡Será mejor que vuelvas a la escuela!”
“¡El matrimonio temprano no es bueno!”
“Cuando las niñas reciben educación y conocen sus derechos, saben que pueden obtener ayuda para evitar el matrimonio infantil. Eso es parte de nuestra misión, hacer que las niñas hablen, compartan sus historias y sepan que hay una salida”, dice Morris.
Su pueblo, Gulumba, cerca del monte Mulanje, tiene un club solo para mujeres para escuchar Ticheze Atsikan.
Otro seguidor del programa, aunque no está invitado al grupo de escucha, es el jefe local Benson Kwelani. Él dice que anima a las niñas a permanecer en la escuela y que no dará su bendición a un matrimonio en el que la joven tenga menos de 18 años.
Casadas siendo niñas
- Alrededor de 650 millones de mujeres vivas hoy en día se casaron antes de cumplir 18 años, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
- El sur de Asia alberga el mayor número de niñas casadas, con más del 40% del total mundial, seguido del África subsahariana, con el 18%.
- En todo el mundo, alrededor del 21% de las niñas se casan en la infancia, según la organización de ayuda World Vision.
- Las tasas de matrimonio infantil han disminuido en Asia y África durante la última década, pero en América Latina y el Caribe no ha habido avances desde hace 25 años, según la ONG Girls Not Brides.
Hace dos semanas, después de que Michelle Obama, Amal Clooney y Melinda French Gates visitaran Malawi, el presidente Lazarus Chakwera anunció más financiación para la estrategia nacional para poner fin al matrimonio infantil.
Las tres influyentes filántropas trabajan en el país apoyando a organizaciones locales que luchan contra el matrimonio infantil.
La Girls Opportunity Alliance de Obama, por ejemplo, apoya a AGE África, mientras que la iniciativa Waging Justice for Women de Clooney apoya a la Asociación de Abogadas de Malawi para informar a las niñas sobre sus derechos legales.
French Gates financia proyectos que mejoran la atención sanitaria de las mujeres, incluidas las niñas que dan a luz en la adolescencia.
Todavía es inusual que los servicios sociales se involucren en casos de matrimonio infantil, dicen las ONGs, pero las actitudes parecen estar cambiando entre algunos líderes locales.
Después de una campaña del Fondo de Población de las Naciones Unidas en 2020, más de 100 jefes tradicionales de Malawi (alrededor de una cuarta parte del total) prometieron luchar contra el matrimonio tradicional en sus comunidades.
Sin embargo, pueden no tener ningún poder si las familias entregan a sus hijas a hombres mucho mayores.
Dos jefes del distrito de Neno, donde vive Tamara, nos dicen que no pueden estar seguros de que en sus comunidades no se estén realizando matrimonios infantiles en secreto.
“Algunos padres se acercan a nosotros, pero desaconsejamos y rechazamos esos matrimonios”, señala John Juwa, jefe de una comunidad de más de 2.000 personas.
“A veces los padres insisten en que sus hijas están preparadas para casarse, pero les pedimos sus pasaportes sanitarios para confirmar sus edades”.
George Mphonda, jefe de más de 1.000 personas, dice: “No estamos diciendo que el matrimonio infantil no se produzca, pero sí decimos que cuando se produce se le mantiene en secreto”.
Pero ¿de quién es la responsabilidad de detener los matrimonios infantiles secretos?
Después de una larga pausa, Juwa dice: “Es nuestra responsabilidad como jefes, con el apoyo de la familia”.
amara dio a luz a un bebé sano. Una pequeña ONG de Malawi con sede en la ciudad de Blantyre, llamada People Serving Girls At Risk, pagó para que un hombre la llevara en bicicleta a la clínica de salud local cuando empezó el trabajo de parto.
También se comunican periódicamente con ella y su tía.
Afortunadamente, el parto de Tamara fue sencillo. Las complicaciones del embarazo y el parto son la principal causa de muerte en mujeres jóvenes y adolescentes, según la OMS, por lo que la gente se preocupó por ella.
“Tamara volvió a casa y le va bien con su hijo pequeño; su familia está muy contenta con su llegada”, dice Caleb Ng’ombo, director ejecutivo de People Serving Girls At Risk.
“Tiene el apoyo de la comunidad y de su tía, pero el verdadero trabajo comienza ahora. Sería mejor para ella regresar a la escuela, pero también necesita apoyar a su hijo”.
Tamara le dice a la BBC que su gran esperanza es que su hijo Prince pueda terminar la escuela.
La tía de Tamara tiene un puesto de frutas y verduras que genera menos de US$50 al mes. Está a unos pasos de su choza. Tamara ayuda cuando puede y a veces ve a sus amigas.
En el puesto, varias chicas jóvenes vienen a recoger provisiones para sus familias.
La última vez que lo visitamos, al menos dos adolescentes embarazadas del pueblo, con los brazos llenos de verduras, saludaban a Tamara antes de regresar a sus casas.
Información sustraída de BBC NEWS MUNDO.