Washington, Estados Unidos.- El presidente electo de Argentina, el ultraliberal Javier Milei, se va de Washington este martes con una “muy buena” impresión del gobierno del demócrata Joe Biden, que le ha tendido la mano en una primera toma de contacto.
En su segundo día en Estados Unidos Milei acudió a la Casa Blanca para reunirse con colaboradores de máxima confianza de Biden, quien se encontraba en Atlanta para el funeral de la ex primera dama Rosalynn Carter.
El presidente electo y un reducido equipo hablaron de política y economía con Jake Sullivan, el consejero de Seguridad Nacional, con Juan González, principal consejero presidencial para América Latina, con el jefe de la diplomacia para la región, Brian Nichols, y con el embajador de Estados Unidos en Argentina, Marc Stanley.
Milei les hizo partícipes de “su mirada sobre la agenda geopolítica internacional alineada con Occidente y su defensa de los valores de la libertad”, informó su oficina en un comunicado publicado en la red social X.
La reunión le ha causado una “muy buena” impresión, declararon a la AFP fuentes de su partido, La Libertad Avanza.
- Buena “predisposición” –
En ella Sullivan “manifestó la predisposición” de Estados Unidos “para colaborar en la transición del gobierno argentino entrante ante la desafiante coyuntura política, económica y social que atraviesa el país”, añadió el comunicado argentino, junto a una foto del encuentro.
Milei vino para abrir puertas y lo hizo de la mano del embajador Stanley con la esperanza de convertir a Estados Unidos en su principal aliado y marcar distancias con China y Rusia.
Que se sepa no se reunió con miembros del Partido Republicano ni con el expresidente Donald Trump, con quien hace muy buenas migas y lo suelen comparar.
De la Casa Blanca partió al aeropuerto de regreso a Argentina, sin reunirse con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva, con quien habló el viernes por videoconferencia.
Su jefe de gabinete Nicolás Posse y Luis Caputo, que se perfila como el futuro ministro de Economía argentino, se quedaron para una reunión a nivel técnico con el Fondo encabezada por la número dos, Gita Gopinath. Por la mañana mantuvieron otra con el Departamento del Tesoro.
Argentina tiene que saldar con el FMI un préstamo de 44.000 millones de dólares, en medio de su peor crisis económica en dos décadas, con una inflación de 140% y una pobreza que alcanza a 40% de la población.
- “Complejos retos” –
“Han debatido los complejos retos que enfrenta el país y los planes para reforzar urgentemente la estabilidad y sentar las bases de un crecimiento más sostenibles”, informaron fuentes oficiales del organismo.
“Ambos equipos seguirán colaborando estrechamente en el futuro”, añadieron.
El equipo entrante espera que la relación con el Fondo sea fluida dado que Milei, que se autodefine como anarcocapitalista, no teme a los recortes presupuestarios.
El nuevo presidente se ha propuesto privatizar buena parte de las empresas estatales y ha prometido recortar el gasto público incluso más que lo que pide el FMI.
Este outsider de la política que aborrece a “la casta” ha advertido que en cuanto asuma el cargo el 10 de diciembre tomará decisiones “duras”.
De entrada, Argentina necesita fondos para hacer frente al último vencimiento del año.
Para conseguirlos tendría que aprobar el examen al que le somete regularmente el Fondo para averiguar si cumple las condiciones fiscales y de reservas. El problema es que los números no cuadran.
Milei también puede optar por replantear el programa crediticio con el organismo.
Entre tanto continúan las gestiones para ultimar el gobierno que moldeará la nueva Argentina.
El nuevo fichaje es Eduardo Rodríguez Chirillo, quien estará al frente de la cartera de Energía, según confirmó la oficina de Milei en un comunicado.
El primer viaje a Estados Unidos de Milei como presidente electo comenzó el lunes en Nueva York, donde almorzó con el exmandatario demócrata estadounidense Bill Clinton y con Christopher Dodd, el asesor de Biden para América Latina.
Antes, tocado con una kipá, visitó la tumba del rabino de Lubavitch en la ciudad de los rascacielos. Un acto simbólico para el líder argentino, de religión católica pero muy interesado en el judaísmo y en estrechar lazos con Israel.
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