Con guantes de látex y una bata blanca la restauradora Carla Medina sostiene en sus manos parte de la historia de Colombia. Un creciente número de piezas precolombianas regresan del extranjero de forma poco ortodoxa: las trae el propio presidente Gustavo Petro.
“Es una gran responsabilidad y un gran privilegio”, dice a la AFP en su laboratorio del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
Medina, de 41 años, analiza una vasija de barro repatriada desde Italia, que debió ser reconstruida a partir de fragmentos. Se siente agradecida de “tener la oportunidad de acceder a un objeto que tiene tantos años de historia”.
Al menos 560 piezas precolombinas fueron devueltas desde otros países a bordo del avión presidencial del izquierdista Gustavo Petro, en algunos de los más de 30 viajes al exterior que completa en poco más de un año de mandato. Giras internacionales criticadas por la oposición como prescindibles y costosas.
La mayoría de piezas volvieron desde Estados Unidos, Reino Unido, Bélgica, España, Alemania, México, entre otros países, en un trabajo coordinado entre la Cancillería y el ICANH.
Una de las devoluciones más recientes fue en octubre y se dio en el buque diplomático Gloria donde viajaron desde Costa Rica hasta Cartagena 12 piezas arqueológicas.
La recuperación hace parte de una estrategia de “uso eficiente de recursos”, dijo en su momento la exviceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil, y avanza a paso acelerado respecto al gobierno anterior, en el que se repatriaron solo 18 piezas en cuatro años.
“Decolonización”
Para Catalina Ceballos, directora de asuntos culturales de la Cancillería, es una manera de “empezar a hablar de la decolonización desde otra perspectiva”.
La mayoría de piezas devueltas a Colombia fueron sacadas del país cuando en el mundo no existía claridad legal sobre el tráfico de bienes arqueológicos.
Solo desde 1997 la ley colombiana reconoce al Estado como propietario legítimo del patrimonio arqueológico nacional.
Sin embargo, la lucha contra el tráfico ilegal de estas piezas no ha sido prioridad en un país desangrado por medio siglo de conflicto armado entre autoridades, guerrillas, paramilitares y bandas criminales. Mientras el presupuesto sugerido por la Presidencia para el ICANH en 2024 equivale a unos 2,3 millones de dólares, el propuesto para el área de defensa y la Policía es casi 600 veces mayor.
Juan Pablo Ospina, coordinador del grupo de antropología en el ICANH, no obstante destaca que en el gobierno actual las repatriaciones han sido “exitosas” porque el avión presidencial ha estado “en plena disposición” para traer piezas “embaladas y resguardadas de manera adecuada en esos viajes”.
Las devoluciones recientes las han hecho en su mayoría coleccionistas privados de manera voluntaria y requieren de un trabajo diplomático en cada país de origen. Luego el ICANH se encarga del registro, catalogación, traslado, recibimiento y, en algunos casos, intervención de las piezas.
Como la mayoría de obras repatriadas son de cerámica, los procesos de restauración son más sencillos. “A pesar de que tienen muchísimos años, se pueden conservar muy bien con el paso del tiempo”, asegura Medina.
Los materiales más vulnerables son aquellos “de naturaleza orgánica”, como textiles, papel o madera.
La composición de los materiales también ofrece detalles sobre cómo funcionaban las primeras sociedades de Colombia en relación con su territorio, sostiene Medina.
Los vestigios de la cerámica
En su gran mayoría, el territorio colombiano formó sociedades precolombinas distribuidas en pequeños cacicazgos.
Ospina asegura que lo que hoy corresponde a Panamá, Venezuela, Colombia y parte del norte de Ecuador se conoce como “zona intermedia” en la arqueología latinoamericana, “porque lo que ocurrió ahí es completamente distinto a lo que ocurría en Mesoamérica o en los Andes centrales”, donde se conformaron grandes imperios.
Por eso en Colombia, a diferencia de México o Perú, no es común hallar palacios, pirámides o grandes vestigios de orfebrería, con una gran excepción: el tesoro de los Quimbayas. Una colección de oro hallada a finales del siglo XIX en un pequeño poblado del departamento del Quindío (oeste), donada en ese entonces a la reina de España por el presidente colombiano Carlos Holguín y que hoy se encuentra en el Museo de América de Madrid.
La mayoría de los tesoros arqueológicos de Colombia son piezas de cerámica, provenientes de distintas épocas y culturas, algunas con 6.000 y 7.000 años de antigüedad halladas en el Caribe, explica Ospina.
“Son evidencias muy tempranas de cerámica”, agrega.
En otras regiones colombianas el uso de cerámica se remonta a aproximadamente el año 1.000 antes de Cristo, presente sobre todo en ritos religiosos y funerarios.
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