Hangzhou, China. Una joven pasea un caniche con una torre Eiffel al fondo. Se podría pensar que estamos en París, pero realmente es el barrio de Tianducheng, en la ciudad china de Hangzhou, que desde este sábado acoge a 12.000 deportistas con motivo de los Juegos Asiáticos.
Se trata de un evento clave para numerosos deportistas de alto nivel de todo el continente, antes de los Juegos Olímpicos de París de 2024.
Construido en los años 2000, este barrio residencial es una muestra de la pasión del país por símbolos extranjeros a principios de este siglo. La torre Eiffel de Hangzhou tiene, eso sí, la tercera parte de tamaño respecto a la original.
Edificios de viviendas decorados con balcones en hierro forjado y tejados al estilo parisino flanquean una avenida que también recuerda a las de la capital francesa.
Varios jubilados se detienen para admirar el paisaje bajo un cielo gris, mientras que estatuas en una fuente se asemejan a las del jardín de Luxemburgo, otro lugar emblemático de París.
En su momento este lugar se presentó como un barrio de lujo y un lugar para organizar festivales culturales franceses, pero Tianducheng vivió años con tiendas sin ocupar y apartamentos sin habitar, antes de que la industria tecnológica, en pleno desarrollo en Hangzhou, atrajera a nuevos compradores entusiasmados por el entorno.
La de Hangzhou es una de las numerosas réplicas de la arquitectura occidental que hay en China, un país en el que los promotores miran a menudo a Europa y América para inspirarse.
Existe por ejemplo una Thames Town de inspiración británica en Shanghái o una Interlaken subtropical en el centro tecnológico de Shenzhen.
En 2001, en Jujun (periferia de Pekín), las McMansions dieron un aspecto del sur de California a ese rincón de la capital china.
Todas ellas son casi recuerdos de una época reciente pero que ha quedado atrás. Los dirigentes comunistas chinos han vetado en los últimos años las estructuras de inspiración extranjera.
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