Las campanas tañeron y los nombres de las 2.977 víctimas fueron recordados este lunes en las ceremonias de conmemoración del 22º aniversario de los atentados perpetrados por la organización terrorista Al Qaida en Nueva York, Washington y Pensilvania; los peores de Estados Unidos.
“Nunca olvidaremos”, dijo el presidente demócrata Joe Biden, que rindió homenaje a las víctimas de los atentados desde la base aérea de Anchorage, en Alaska, donde hizo una escala en su viaje de regreso de India y Vietnam.
“Los terroristas robaron la vida de 2.977 personas aquel día… pero aquellos terroristas no pudieron tocar lo que ninguna fuerza, ningún enemigo, nadie jamás pudo: y eso es el alma de Estados Unidos”, dijo el presidente.
“El alma de América es la fortaleza que encontramos en el miedo de aquel terrible día de septiembre”, sostuvo en medio de un llamado a la “unidad nacional” ante la fuerte polarización política que vive el país.
Biden estuvo representado en Nueva York por la vicepresidenta Kamala Harris, quien junto al actual y anteriores alcaldes de Nueva York se sumaron a las familias de las víctimas en el Memorial del 11S erigido donde estuvieron las torres gemelas del World Trade Center que fueron derribadas por sendos aviones de línea lanzados como proyectiles por un grupo de terroristas.
Los nombres de cada una de las 2.753 personas que murieron en Nueva York fueron recordados por emocionados familiares, que en muchos casos no habían nacido en el momento de los atentados.
“Te echamos de menos”
“Desearía haberte conocido. Todos en la familia te echan de menos. Nunca te olvidaremos”, dijo el nieto del bombero Allan Tarasiewicz, que perdió la vida a los 45 años cuando participaba en las operaciones de rescate en el World Trade Center.
Veintidós años después, todavía quedan 1.104 víctimas cuyos restos no se han podido identificar. La semana pasada las autoridades neoyorquinas anunciaron la identidad de dos nuevas víctimas gracias a estudios con nuevas tecnologías de secuenciación de ADN.
En el Pentágono en Washington, donde los secuestradores lanzaron un tercer avión contra el cuartel general militar estadounidense, un marinero hizo sonar una campana por cada uno de los 184 muertos que hubo en el lugar.
En el oeste de Pensilvania, donde un cuarto avión secuestrado que iba supuestamente dirigido contra la Casa Blanca se estrelló, las campanas tañeron por las muertes de cada uno de los 40 pasajeros y la tripulación que viajaban en el aparato.
“El 11 de septiembre convirtió a Estados Unidos en una nación en guerra, y cientos de miles de personas dieron un paso al frente para servir a nuestro país de uniforme”, declaró el secretario de Defensa, Lloyd Austin, en la ceremonia celebrada en el Pentágono.
“Sé que duele recordar este hito año tras año… Los hombres y mujeres del Departamento de Defensa siempre lo recordarán”.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, recordó que los diplomáticos y empleados del departamento de Estado “no olvidarán nunca este día trágico” como tampoco “el 11 de septiembre de 2012 en Bengasi, Libia” donde un ataque islamista contra la embajada estadounidense mató al embajador J. Christopher Stevens y al funcionario Sean Smith.
“La memoria de los que perdieron la vida el 11 de septiembre nos recuerda por qué debemos seguir luchando contra los que cometen actos de terrorismo”, sostuvo el secretario de Estado en un comunicado.
Su colega al frente de la secretaría de Justicia, Merrick Garland, pidió que Estados Unidos se mantenga “vigilante ante el terrorismo”, y “determinado a defender los principios (…) del respeto al estado de derecho, la seguridad del país y de la protección de los derechos cívicos”.
En Nueva York, en el Congreso y en otros lugares se guardó un minuto de silencio para conmemorar el atentado, planeado por el jefe de Al Qaida, Osama bin Laden, que fue encontrado y abatido casi una década después por los Navy Seals estadounidenses en una redada contra su escondite en Pakistán.