Donald Trump se entregará a las autoridades de Georgia el jueves tras ser acusado en un caso penal de intento de fraude electoral que amenaza con eclipsar el primer debate entre sus rivales para la nominación presidencial republicana de 2024.
El expresidente republicano confirmó a última hora del lunes que se entregará en la cárcel del condado de Atlanta al día siguiente del debate en Milwaukee, lo que puede echar por tierra la esperanza de sus rivales de acaparar la atención mediática.
“¿Os lo podéis creer? Iré a Atlanta, Georgia, el jueves para ser ARRESTADO por una Fiscal de Distrito de Izquierda Radical, Fani Willis, que está supervisando uno de los mayores DESASTRES de Asesinatos y Crímenes Violentos de la Historia de Estados Unidos” , publicó Trump en las redes sociales.
El favorito para la nominación republicana será juzgado en Georgia por haber intentado alterar el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 en este estado sureño con el fin de aferrarse al poder tras su derrota contra Joe Biden. Es uno de los cuatro casos penales en curso contra él.
Trump y 18 coacusados, todos ellos procesados en virtud de una ley utilizada contra el crimen organizado, tienen de plazo hasta el viernes al mediodía (1600 GMT) para entregarse. Dos ya lo han hecho.Se trata de Scott Hall y John Eastman, este último exabogado de campaña del expresidente.
Trump se encuentra en libertad bajo una fianza de 200.000 dólares que le ha evitado la prisión preventiva.
Aunque en realidad permanecerá en libertad quedará formalmente bajo arresto en cuanto se entregue y le tomarán una foto policial.
El expresidente tiene prohibido intimidar a los coacusados o a los testigos, incluso en las redes sociales.
Debate, no espectáculo
El domingo Trump anunció que no participará en el debate republicano, a pesar de las súplicas de la dirección del partido y de Fox News.
Su ausencia permitirá a sus contrincantes promocionarse sin enfadar a las bases de Trump.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, centrará la atención. También acudirán su colega de Dakota del Norte Doug Burgum, el senador Tim Scott de Carolina del Sur, el ex vicepresidente Mike Pence, el empresario Vivek Ramaswamy y los ex gobernadores Chris Christie, Nikki Haley y Asa Hutchinson.
Los moderadores prevén hacerles preguntas sobre el expresidente de 77 años.
Por el momento los rivales del millonario le han defendido, o al menos han evitado criticarle abiertamente por sus problemas legales, y se han hecho eco de sus quejas de que el sistema judicial se ensaña con él.
El debate de dos horas podría ser decisivo para DeSantis, que sigue en segunda posición. Según su equipo de campaña, se centrará en “su visión para derrotar a Joe Biden” y no tanto en atacar de lleno a otros candidatos.
Problemas legales
“Todo el mundo debería debatir. Todo el mundo tiene la responsabilidad de ganarse los votos de la gente. Nadie tiene privilegios en este mundo, y menos que nada en la nominación republicana para presidente”, declaró DeSantis a Fox News el lunes cuando le preguntaron por Trump.
Ramaswamy y Christie han indicado que tienen intención de arremeter contra DeSantis.
El equipo de Trump planea un bombardeo mediático durante el debate, que se emitirá el miércoles a las 20H00 (01H00 GMT).
Una entrevista pregrabada del republicano con el expresentador de Fox News Tucker Carlson se publicará en las redes sociales a medida que transcurra la velada.
Trump presume a diario de su enorme ventaja en los sondeos sobre sus rivales republicanos, una brecha que no ha parado de aumentar desde su primera inculpación.
En vez de perjudicarle, los problemas judiciales le han atraído millones de dólares en donaciones de sus simpatizantes, convencidos, como él, de que el ex magnate inmobiliario es víctima de una “caza de brujas”.
El ganador de las primarias republicanas se enfrentará al candidato demócrata, muy probablemente Joe Biden, el 5 de noviembre de 2024.
El presidente estadounidense, que se presenta a la reelección, evita por todos los medios comentar los problemas legales de Trump. Ha optado por centrarse en su campaña, inundando el país de anuncios electorales, por ejemplo con 25 millones de dólares gastados en atraer el voto de latinos y afroestadounidenses.