Naciones Unidas, Estados Unidos. Pese a la insistencia de la ONU, la comunidad internacional sigue sin enviar una fuerza para luchar contra la violencia de las bandas que asolan Haití, escaldada por experiencias pasadas y los riesgos de quedar atrapada en un avispero letal, dicen los expertos.
Francotiradores, violaciones como arma de terror, secuestros, asesinatos: la violencia de las bandas que controlan en torno el 80% del territorio de Puerto Príncipe, la capital, se sigue agravando, pero el pedido de ayuda no ha tenido eco hasta ahora.
“Hay razones sólidas para desplegar una fuerza internacional en Haití, pero sería una misión muy arriesgada”, dice Richard Gowan, analista del International Crisis Group. “Muchos estados miembros de la ONU temen quedar atrapados en un avispero” si participan en una misión pacificadora, explica a la AFP.
En octubre, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anunció que el primer ministro haitiano, Ariel Henry, había solicitado el envío de una fuerza de intervención internacional para ayudar a una policía con poco personal superada por los grupos criminales.
Aunque países como Jamaica o Kenia no descartan la contribución a una fuerza, ningún país parece estar dispuesto a asumir el liderazgo: ni Estados Unidos, con su largo historial de intervenciones en el país; ni Canadá, que ha llegado a estudiar esta posibilidad; ni Brasil, a los que los estadounidenses se han dirigido.
Entre bambalinas, los diplomáticos reconocen que hay frustración.
“Seguimos trabajando con países socios para identificar una nación jefe de filas para una fuerza de policía multinacional”, dice el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Matt Miller. “La necesidad es urgente”.
Pero pese a la urgencia, los países “tiene miedo de las bandas, de enfrentarlas con fuerzas armadas”, resume Walter Dorn, profesor del Colegio Militar Real de Canadá. Miedo también de que haya bajas en las propias filas y de los daños colaterales.
“La guerra en zona urbana es muy difícil”, explica a la AFP. “El peligro de matar a civiles inocentes es alto y las bandas podrían utilizar escudos humanos.”
– ¿Cuántos efectivos? –
No obstante, “pienso que es posible”, dice. Baraja que se necesitarían al menos 7.000 soldados y otros tantos policías, como en el punto álgido de la Minustah, la fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU que estuvo en Haití desde 2004 a 2017. William O’Neil, experto independiente de la ONU en Haití, rebaja el número a un máximo de 2.000 efectivos.
Sin hablar de números, las discusiones parecen ahora orientadas hacia una fuerza policial armada y no una intervención militar.
También se desconoce cuál sería su mandato, así como los riesgos de fracaso y las consecuencias si no se lleva a cabo en paralelo un proceso de transición política y el relanzamiento de una economía exangüe, advierten los expertos.
En un país donde no ha habido elecciones desde 2016 y donde el último presidente, Jovenel Moise, fue asesinado hace dos años, la legitimidad del primer ministro está cuestionada.
– Sabor amargo –
La oposición haitiana sostiene que una intervención de la comunidad internacional sería “un apoyo al gobierno ilegítimo, lo que es un problema”, dice Robert Fatton, de la universidad de Virginia.
“¿Una nueva fuerza internacional podría hacerlo mejor (que las anteriores)?”, se pregunta.
Las experiencias pasadas dejaron un gusto amargo entre la población haitiana, en particular los 10.000 muertos que ocasionó la epidemia de cólera que llevaron al país los cascos azules nepalíes que integraban la Minustah.
Pero ante el estancamiento, el Consejo de Seguridad pidió a Guterres que presente antes de mediados de agosto un informe sobre las “opciones” posibles, entre ellas una misión de la ONU.
“El regreso a Haití de una forma tradicional de mantenimiento de la paz es improbable”, dice a la AFP una fuente de la organización. Incluso si fuera el caso, una eventual “fuerza policial” no “se parecería en nada” a lo que se ha visto hasta ahora, advierte.
En cualquier caso, esta misión tendrá que obtener la arpobación del Consejo de Seguridad y China se muestra escéptica, ya que insiste en la necesidad de cortar el creciente tráfico de armas desde Florida (sur de Estados Unidos).
“Yo creo que los chinos están encantados de ver a Estados Unidos debatirse con un problema a sus puertas”, dice Gowan, quien “duda” de que China vete el envío de una misión pacificadora.
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