El laboratorio está listo y los científicos en el Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston, emocionados. Una muestra del asteroide Bennu, clave para entender el origen del sistema solar, será analizada allí tras su arribo a la Tierra a fines de septiembre.
La muestra -rocas y polvo recogidos del asteroide- arribará a bordo de la nave OSIRIS-REx, la primera misión estadounidense de este tipo que fue lanzada en 2016 y logró la roca espacial en 2018. Tomó el material de su superficie en 2020, según información oficial, para luego comenzar un largo viaje de regreso a la Tierra.
Largas mangas blancas cuelgan de una enorme caja de metal y vidrio. Por ellas, los científicos introducirán sus manos para seleccionar el material espacial, tanto para que sea evaluado inmediatamente por la propia agencia espacial estadounidense NASA como luego por especialistas de otras latitudes.
“No esperamos que haya nada vivo, pero [sí] los componentes básicos de la vida y eso es lo que motivó la recolección de este tipo este tipo de asteroide, comprender cuáles fueron los precursores que pueden haber fomentado la vida en nuestro sistema solar y en la Tierra”, dijo este lunes a la AFP Nicole Lunning, curadora principal de las muestras del OSIRIS-REx.
“Según las observaciones del asteroide, esperamos muchas rocas muy oscuras, potencialmente de diferentes tipos. Tendrán algo de carbono, así como compuestos orgánicos”, detalló Lunning durante un recorrido organizado por la NASA para conocer las instalaciones donde realizarán el trabajo.
Su labor consistirá en conservar el material puro y sin contaminación, desarmar con cuidado el recipiente que contiene la muestra cuando llegue al laboratorio y separar el contenido.
Ingredientes de la Tierra
Orgulloso, Ryan Zeigler, curador de otro laboratorio donde conservan muestras traídas de la superficie lunar en las distintas misiones Apolo, explica que el Centro Espacial Johnson está preparado para manejar lo que traerá el OSIRIS-REx, luego de que aterrice el 24 de septiembre.
En otro ambiente, la cosmoquímica Eve Berger aguarda impaciente en su laboratorio el análisis de las partes orgánicas de Bennu.
“Estas muestras no han golpeado la Tierra. No han estado expuestas a nuestra atmósfera, no han estado expuestas a nada excepto al espacio hostil durante miles de millones de años. Nos ayudarán a determinar si lo que realmente pensamos que es verdad, es verdad”, comentó.
“Nos traerá muchas muestras que podemos ver y que nos ayudarán a descubrir qué había aquí, qué estaba disponible (…) Y si podemos averiguar qué pasó aquí en la Tierra, eso nos ayuda a extrapolar a otros cuerpos, dónde podríamos mirar o cómo podríamos interpretar lo que estamos viendo”, agregó.
¿Traerá Bennu algo nunca visto? “Nunca se sabe, el portavoz de la misión decía que Bennu era un poco tramposo, pero sería emocionante ver algo que no habíamos visto antes”, finalizó.
Según la NASA, Bennu “ofrecerá a generaciones de científicos una ventana a la época en que el Sol y los planetas se estaban formando hace unos 4.500 millones de años”.