París, Francia. La batalla de la credibilidad arrecia en Twitter, cuyo propietario Elon Musk ha abierto la red social a voces de todo tipo, incluidos los escépticos del cambio climático o a los extremistas políticos.
La red social del pájaro azul propone desde hace meses una “marca de autenticidad” a los que deseen pagar para contar con mejor visibilidad, al precio de una decena de dólares al mes.
Esa pastilla azul es signo de que la cuenta es auténtica, pero no es sinónimo de credibilidad.
“Ya sea Ucrania, el covid o los recientes disturbios en Francia, los grandes ejes de la desinformación son impulsados por cuentas que tienen esa marca y que se benefician de la ayuda de los algoritmos”, explica Tristan Mendès France, especialista del extremismo en línea.
La batalla se anuncia más compleja aún con la entrada en el ring del rival de Twitter, Threads, un proyecto del gigante Meta de Mark Zuckerberg.
Threads se presenta con una interfaz similar a Twitter, lo que le ha valido amenazas de demanda por parte de Musk, y podría haber ganado hasta 100 millones de usuarios en menos de una semana, según observadores.
Twitter asegura que cuenta con unos 500 millones de usuarios activos.
Musk emprendió su particular cruzada en pos de la libertad de expresión una vez completó su larga y costosa adquisición de Twitter el año pasado.
El multimillonario expuso, mediante la colaboración de un equipo de periodistas independientes, los vínculos entre Twitter y las autoridades estadounidenses, para luchar contra la desinformación.
Según esas revelaciones, esa colaboración excedió el marco de prevención de rumores infundados (por ejemplo, sobre las vacunas anticovid) para adentrarse en terrenos más políticos.
Como reacción, Twitter permite ahora todo tipo de cuentas, algunas con propuestas falsas como una invitación a ciudadanos del Magreb y de Oriente Medio a participar “en la contraofensiva ucraniana” a cambio de un acceso a nacionalidades de países occidentales.
Una superchería que fue compartida miles de veces, a partir de cuentas verificadas.
“La marca azul de Twitter era en el pasado signo de autoridad y autenticidad, pero ahora está inextricablemente unida a la promoción del odio o el complot”, en opinión de Imran Ahmed, director general del Center for Countering Digital Hate (CCDH), en una nota de análisis a principios de junio.
Empresas como Newsguard, que evalúan la credibilidad de sitios internet, alertan de que se ha vuelto a dar legitimidad a “transmisores de informaciones tóxicas”.
Según Chine Labbé, vicepresidenta de Newsguard, es un “cóctel peligroso” e incierto.
“Con la llegada de Threads es difícil preveer que sucederá, pero el riesgo sería que todas las fuentes fiables acaben abandonando la plataforma” Twitter, advierte.
Pero la situación en Twitter y en las redes sociales en general se asemeja más bien al caos informativo, según otras fuentes.
Es el caso del danés Bjorn Lomborg, una voz moderada en el debate sobre el cambio climático, o del estadounidense Michael Shellenberger, que colaboró en la investigación sobre los excesos de Twitter antes de la era Musk.
Estos expertos han denunciado mensajes censurados en el pasado por Twitter y Facebook.
La credibilidad de Zuckenberg, que impulsó Threads, también está en entredicho tras el uso indebido de datos personales de millones de usuarios durante años, en Facebook.
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