El "tranq" última amenaza en el mercado de las drogas en EEUU

El "tranq" última amenaza en el mercado de las drogas en EEUU

Nueva York, Estados Unidos. Dependiente de los opioides desde hace años, Martin ha visto al mortal y adictivo fentanilo reemplazar a la heroína en Nueva York. Ahora quiere evitar caer en una nueva droga que carcome los tejidos y provoca profundas heridas en la piel: el “tranq”, la última preocupación en Estados Unidos.

“Te come los tejidos”, dice este hombre de 45 años a la AFP durante una visita al centro St. Ann’s Corner of Harm Reduction, una asociación de ayuda a los drogadictos que opera desde la década de 1990 en el Bronx.

Sus cicatrices en brazos y piernas sugieren que probablemente ha consumido xilacina sin saberlo, un potente sedante y analgésico para animales, conocido popularmente también como “droga zombie”.

Considerado por la Casa Blanca como una “amenaza emergente” en el país, se obtiene fácilmente por internet.

A menudo contiene fentanilo, el opioide sintético 50 veces más potente que la heroína y principal causante de la muerte de 110.000 personas por sobredosis en 2022 en el país. Un récord.

Según datos de los Centros de Control para la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) el número de sobredosis mortales que contenían xilacina pasó de 260 en 2018 a 3.480 en 2021.

Aunque Filadelfia figura como el epicentro de la “droga zombie”, en Nueva York el 19% de las sobredosis por opioides -419 muertes en 2021-, contenían este compuesto, según datos oficiales.

Como el fentanilo es un opioide con efectos de corta duración, la hipótesis “es que se agrega xilacina para prolongar sus efectos”, explica a la AFP Courtney McKnight, profesora adjunta de epidemiología clínica en la Universidad de Nueva York.

Además de las heridas en la piel, la abstinencia o “el mono”, provoca “fuertes” crisis de ansiedad, agrega.

Martin trata de evitar este cóctel que “te deja KO” durante horas.

– Amputación –

En las salidas con su camioneta por las calles del Bronx para aportar material sanitario, realizar pruebas para la detección del fentanilo, entregar alimentos o simplemente dar consejos y palabras reconfortantes a las personas en extrema dificultad, el personal sanitario de St. Ann’s ha constatado el creciente número de personas con las terribles heridas que provoca esta sustancia.

“La gente dice que empiezan a aparecer pequeños hematomas o manchas negras y después es como si los tejidos murieran en la zona afectada”, explica Jazmyna Fanini, enfermera del centro.

Fanini muestra una foto que tomó a un paciente en la calle. Su piel presenta múltiples heridas, que pueden llegar “hasta el hueso”.

“A veces hay que amputar o hacer un injerto de piel”, agrega.

– Aislamiento –

Estados Unidos sufre una crisis sanitaria por la epidemia de los opioides.

En St. Ann’s, el visitante se topa con un árbol de papel pegado en una pared, que va añadiendo hojas a medida que una persona muere por sobredosis.

En Nueva York, el número de sobredosis mortales en 2021 se elevó a 2.668, un 80% más que en 2019, a consecuencia del fentanilo y la pandemia, que disparó los riesgos debido al aislamiento de los toxicómanos, con mayor incidencia entre las poblaciones de afroestadounidenses e hispanos.

La ciudad y las asociaciones confían en la naxolona, un antídoto en spray nasal, para revertir la sobredosis de fentanilo. Pero la xilacina, que ralentiza la respiración y el ritmo cardíaco, lo complica.

Autorizada para animales, esta droga no tiene el estatus de “sustancia controlada” a nivel federal, como las drogas duras, lo que complica la labor de los investigadores, según la fiscal especial para estupefacientes de Nueva York, Bridget Brennan.

“Aunque encontremos una gran cantidad, no podemos perseguir a nadie” lo que imposibilita “llegar al origen” ni saber cómo “se distribuye en grandes cantidades”, explica.

– “Veneno” –

El personal de St. Ann’s achaca la aparición de nuevas mezclas a las políticas que criminalizan a los toxicómanos.

“Seguiremos encontrando este tipo de sustancias mientras no se ataque al verdadero problema, que es no tener un producto seguro”, explica el jefe del equipo Steven Hernández.

“En esta situación, la gente se está envenenando”, lamenta.

El centro participa en un programa de la ciudad de Nueva York que permite a los consumidores probar su droga para conocer los riesgos. La iniciativa permitirá también a los servicios de salud de la ciudad seguir en tiempo real la evolución del mercado ilegal.

“Todavía es posible evitar la xilacina, todavía no prolifera en el mercado”, explica Leonardo Domínguez Gómez, investigador del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York.

“La forma en que la ciudad transmita los mensajes y lleve a cabo campañas de salud pública tendrá un impacto en la situación”, advierte.

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© Agence France-Presse