El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recibió este lunes al dictador venezolano Nicolás Maduro, luego de un período de aislamiento diplomático del líder chavista y un enfriamiento de las relaciones bilaterales durante el gobierno de Jair Bolsonaro.
El viaje se produce como antesala de una cumbre de jefes de Estado sudamericanos convocada por Lula da Silva, con el objetivo de impulsar la integración regional.
Es la primera visita de Maduro desde 2015, cuando Maduro asistió a la toma de posesión para un segundo mandato de la expresidenta Dilma Rousseff.
Según la agenda difundida por el gobierno brasileño, Maduro y Lula tuvieron una reunión privada a las 10:30 (hora local, 13.30 GMT), una reunión ampliada a las 11:30 de la mañana, y una ceremonia de firma de actas a las 12:30, seguida de un almuerzo.
Maduro y Lula, junto a las primeras damas, Cilia Flores y Rosangela da Silva
“Mi encuentro con el Presidente Lula constituye un hecho histórico, trascendental y de victoria de la dignidad de nuestros pueblos. El rescate y reimpulso de la unión entre Brasil y Venezuela, es el camino correcto que nos conducirá hacia el desarrollo y la integración de la Patria Grande”, dijo Maduro tras las primeras reuniones.
Por su parte, el presidente brasileño dijo que la visita de Maduro después de ocho años marca “un momento histórico”.
“El prejuicio contra Venezuela es muy grande. En la campaña, hubo muchos discursos contra Venezuela. Decían que Brasil se convertiría en Venezuela, cuando en realidad sólo queremos que Brasil sea Brasil. Nuestra relación comercial llegó a tener un flujo de 6.000 millones de dólares, hoy es de 2.000 millones. Esto es malo para Venezuela y para Brasil. Pero la relación entre nuestros países también puede ser cultural, económica, en el intercambio de ciencia y tecnología, en la lucha contra el narcotráfico en nuestras fronteras”, agregó el líder del PT.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, los dos presidentes deben avanzar en el proceso de “normalización de las relaciones bilaterales”. Entre los temas de la agenda está la reapertura de las respectivas embajadas y sectores consulares. “También será una oportunidad para que los presidentes conversen sobre los procesos de diálogo interno en Venezuela, con vistas a la realización de las elecciones de 2024″, dijo Itamaraty.
En la reunión, se espera que los dos presidentes aborden los resultados de la reciente misión multidisciplinaria a la capital venezolana, organizada por la Agencia Brasileña de Cooperación, en la que participaron representantes de más de 20 órganos gubernamentales brasileños. “Se prestará especial atención a las cuestiones fronterizas, con énfasis en la protección de las poblaciones que residen en esta franja, entre ellas los pueblos yanomami”.
También según la carpeta, los dos jefes de Estado tratarán temas de la agenda regional, como la integración sudamericana y la cooperación amazónica, y multilateral, en particular en lo que se refiere a la paz, la seguridad y el cambio climático.
Imagen de archivo del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente venezolano Nicolás Maduro durante un homenaje al cubano Fidel Castro en Santiago de Cuba, Cuba. 3 diciembre 2016.
Datos del gobierno brasileño indican que el comercio bilateral con Venezuela alcanzó cerca de USD 1,7 mil millones en 2022, con exportaciones brasileñas de USD 1,3 mil millones e importaciones de cerca de USD 400 millones. El intercambio entre los dos países alcanzó los USD 6 mil millones en 2013, “lo que demuestra el potencial de la relación y estimula la profundización del diálogo con vistas a la reanudación de las asociaciones económicas, la complementariedad de las cadenas productivas y la eliminación de las barreras comerciales”.
Cumbre sudamericana
Un encuentro entre los líderes suramericanos no ocurría desde 2014 en Quito, durante la cumbre de Unasur, la instancia creada seis años antes por Lula (2003-2010) y el venezolano Hugo Chávez durante la primera ola de gobiernos izquierdistas. Pero luego de un giro conservador en las urnas, un Brasil bajo inestabilidad política tras el “impeachment” de Dilma Rousseff en 2016 y las desavenencias entre países por la crisis venezolana, el bloque regional quedó prácticamente paralizado, sin presupuesto y sin sede.
El objetivo de la cumbre de presidentes, según la Cancillería de Brasil, es promover el diálogo entre todos los países de la región, con vistas a reactivar la agenda de cooperación en áreas clave como salud, cambio climático, defensa, lucha contra el crimen transnacional, infraestructura y energía, entre otras.
Será la reunión de mandatarios sudamericanos más importante en casi una década, desde el encuentro de 2014.
El canciller brasileño, Mauro Vieira, señaló que su país ha invitado a los presidentes de las otras once naciones de la región: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. Todos confirmaron su asistencia, con la excepción de la mandataria peruana, Dina Boluarte, ya que no tiene vicepresidente y su salida del país obligaría a ceder el cargo al titular del Congreso.
Luego de ser recibidos uno a uno por Lula, los presidentes se reunirán en dos sesiones, primero con pronunciamientos individuales y luego para un debate informal, seguidas de una cena en la Alvorada, residencia oficial del mandatario brasileño.
Todas las discusiones serán a puerta cerrada y aún no está garantizada una declaración final con una posición común.
Sin una agenda preestablecida y con un formato reducido -en la sala solo estarán los mandatarios, sus cancilleres y algunos asesores-, la idea del “retiro” propuesto por Lula es que los países puedan discutir con franqueza los problemas comunes. Le dará a la cita un aire “desacartonado”, “con el máximo de conversación posible”, dijo a la AFP una fuente de cancillería.
Según Gisela Maria Figuereido, secretaria brasileña para América Latina y Caribe, el encuentro tendrá tres objetivos. Los dos primeros son “retomar el diálogo” para buscar una “visión común” y acordar una agenda de cooperación en temas como salud, infraestructura, energía, medioambiente y combate del crimen organizado. Por ejemplo, el canciller brasileño Mauro Vieira dio impulso la semana pasada al llamado “corredor bioceánico”, una iniciativa para mover carga entre los océanos Atlántico y Pacífico, y que discuten desde hace años Perú, Chile, Brasil, Argentina, Paraguay y Bolivia. La tercera meta luce más complicada: encontrar un camino para un nuevo mecanismo de integración suramericana.
Fuente: INFOBAE.