El novelista japonés Kenzaburo Oe, Premio Nobel de Literatura en 1994 e ícono progresista que desafió el conformismo de la sociedad moderna, murió a los 88 años de edad, informó el lunes la editorial Kodansha.
“Murió de avanzada edad en las primeras horas del 3 de marzo”, dijo la editorial en un comunicado. Indicó que su familia ya realizó el funeral.
Conocido por su postura pacifista y antinuclear, Oe fue parte de una generación de escritores “profundamente herida” por la Segunda Guerra Mundial, “pero llena de esperanzas de un renacimiento”.
Nacido en 1935, Oe crece en un valle boscoso en la isla de Shikoku, oeste de Japón, un sitio remoto que evoca frecuentemente en sus escritos como un microcosmos de la humanidad.
Aunque queda traumatizado por la capitulación de Japón tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, rápidamente adhiere a los principios democráticos del ocupante estadounidense.
Adolescente, decide ir a estudiar literatura francesa a la prestigiosa universidad de Tokio, y empieza su carrera literaria.
En 1958, gana el reconocido premio Akutagawa para jóvenes autores con “La presa”, sobre un piloto afroestadounidense cautivo en una comunidad rural japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Ese mismo año, publica su primera gran novela, “Arrancad las semillas, fusilad a los niños”, una fábula social sobre los niños de un centro correccional en Japón durante la guerra.
El nacimiento en 1963 de un hijo discapacitado, Hikari (“Luz” en japonés), da un vuelco a su vida personal y un nuevo impulso a su obra.
“Escribir y vivir con mi hijo se superponen y esas dos actividades sólo pueden profundizarse recíprocamente. Me dije que, sin duda, es ahí donde mi imaginación podría tomar formar”, explicó más tarde.
“Una cuestión personal” (1964) será la primera novela de una larga serie de libros inspirados en su vida privada. En ella narra la vida de un joven padre enfrentado al nacimiento de un bebé gravemente discapacitado, hasta plantearse matarlo.
Sus “Notas de Hiroshima” (1965) son un compendio de testimonios de víctimas del 6 de agosto de 1945.
En 1994, se alza con el Premio Nobel de Literatura por crear “con una gran fuerza poética”, “un mundo imaginario donde la vida y el mito se condensan para formar un retrato desconcertante de la frágil situación humana”, en palabras del comité.