La justicia condenó el martes a cadena perpetua, con 30 años de reclusión obligatoria, a un exagente londinense que cometió decenas de violaciones durante 17 años, en un nuevo escándalo que agrava la crisis de confianza en la policía británica.
David Carrick, de 48 años, que trabajaba para una unidad especial de protección a parlamentarios y diplomáticos extranjeros, fue procesado por 85 delitos, 71 de ellos sexuales, incluidas 48 violaciones a 12 mujeres entre 2003 y 2020.
“Se comportó usted como si fuera intocable” por ser policía, “confiando en que ninguna víctima superase su vergüenza y su miedo para denunciarlo”, afirmó la jueza Bobbie Cheema-Grubb.
Lo condenó a 36 cadenas perpetuas, imponiendo que no pueda solicitar libertad condicional antes de cumplir 30 años y 239 días.
Carrick, que escuchó la sentencia cabizbajo y con los ojos cerrados, utilizó su posición para ganarse la confianza de sus víctimas, a las que violó durante meses, en algunos casos años.
Durante las vistas, la fiscalía hizo un desgarrador recuento de sus “sistemáticas” agresiones a unas mujeres que “ya no confían en la policía”, duramente criticada por haber ignorado las señales de alarma sobre este agente, como ya había hecho con Wayne Couzens, oficial del mismo cuerpo, que en 2021 secuestró, violó y asesinó a la londinense Sarah Everard, de 33 años, conmocionando al país.
Carrick llamaba a sus víctimas “esclavas”, las controlaba financieramente, las aislaba de sus allegados y las sometía a tipo de humillaciones, como encerrarlas en un pequeño armario.
A una la conoció en un bar en 2003 y le garantizó que estaría segura con él, antes de ponerle una pistola en la cabeza y violarla repetidamente.
Otra, que conoció en una web de citas, describió a un “monstruo” borracho que la obligaba a realizar tareas domésticas desnuda.
Una tercera relató que le pegaba con un látigo, la silbaba como a un perro y la trataba como a un objeto que “le pertenecía y debía obedecerle”.
Crisis de confianza
Carrick, destituido del cuerpo hace solo un mes, admitió “plena responsabilidad por lo que hizo”, afirmó su abogado, Alisdair Williamson. Pero según la jueza no expresó remordimientos.
“Los crímenes de David Carrick son una mancha para nuestra policía”, declaró la ministra del Interior, Suella Braverman. “No hay lugar para este comportamiento depredador y aborrecible en nuestra policía”, agregó.
Durante las vistas se supo que la policía londinense había tenido conocimiento de varias acusaciones de violación, violencia doméstica y acoso contra el agente, pese a lo cual no se le impusieron sanciones penales ni medidas disciplinarias hasta su detención en 2021.
La subcomisaria de Scotland Yard, Barbara Gray, reconoció en enero que deberían “haber detectado su comportamiento”. “Como no lo hicimos, perdimos oportunidades de apartarlo”, agregó, pidiendo disculpas. El caso será investigado por el organismo de control interno de la policía.
La otrora reputada Policía Metropolitana de Londres ha sido fustigada en los últimos años por la conducta de sus agentes, especialmente desde la trágica muerte de Everard.
Ese caso, que estremeció al Reino Unido en pleno confinamiento contra el covid-19, puso de manifiesto que la jerarquía policial no había prestado atención a las múltiples señales de alarma sobre el comportamiento inquietante de Couzens, que posteriormente fue también condenado a cadena perpetua.
Un informe publicado en noviembre puso de manifiesto las deficiencias en la selección y el control de los agentes de la policía londinense, entre quienes se denunciaron comportamientos misóginos y sexistas.
La policía anunció el martes que otro policía londinense fue imputado de violación.
Una asociación de defensa de las mujeres protestó en enero frente a la sede de Scotland Yard con 1.071 manzanas podridas, para simbolizar el número de sus agentes acusados de delitos sexuales y violencia de género.
La crisis de confianza es tan grave que la directora de una destacada escuela de la capital británica pidió a sus profesores advertir a las alumnas de que “no permitan a un policía solo acercarse en ningún momento”.