En la capital de Brasil, llaveros de “Yo amo a Brasilia” e imanes de sus edificios icónicos se mezclan con tazas con fotos de manifestaciones de partidarios del expresidente de ultraderecha Jair Bolsonaro y de su sucesor de izquierda Lula da Silva.
“Es un recuerdo histórico de una lucha que fue difícil”, dice Agnaldo Noleto, de 52 años, vendedor de recuerdos turísticos desde hace más de 30 años a la salida de la Catedral de Brasilia, a pocos metros del centro de poder.
Las tazas blancas llevan impresas una foto en la que predominan las banderas brasileñas, símbolos de los actos de los simpatizantes del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, con la leyenda: “Manifestación en el cuartel general del Ejército en Brasilia. ¡Estuve allí!”.
Noleto comenzó a producir las tazas que vende a 50 reales en diciembre, después de que los seguidores de Bolsonaro se instalaron al frente del cuartel militar de Brasilia pidiendo a los oficiales impedir el regreso al poder de Lula el 1 de enero.
Lula derrotó a Bolsonaro en las presidenciales de octubre.
Pero cuando el 8 de enero miles de seguidores radicalizados de Bolsonaro invadieron y saquearon las sedes de los poderes públicos, el ítem se volvió impopular.
“No he vendido ni una en estas dos semanas. La gente tiene miedo, creo”.
En cambio los ítems con el rostro de Bolsonaro continúan en alza, dice Noleto.
“Todo se agota rápido, ya hoy no me queda casi nada”, dijo al abrir su puesto el domingo, a dos semanas del ataque en Brasilia, y luego de vender su último vaso con el rostro del ultraderechista.
“Los brasileños prefieren a Bolsonaro”, dice el vendedor que votó en el exmandatario, pero mantiene un puesto surtido con ítems del actual mandatario, incluyendo la taza de “Estuve en la inauguración del Presidente”.
“Pero sólo los europeos compran las (tazas) de Lula. Sólo vendí dos en dos semanas, y fueron para una francesa”.
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