Los estragos del sida en Sudáfrica dejaron un "ejército de huérfanos"

Los estragos del sida en Sudáfrica dejaron un "ejército de huérfanos"

Sudáfrica. Primero su padre y, un año después, su madre. El sida dejó huérfano a Ndumiso Gamede como a tantos otros en Sudáfrica a mediados de los años 2000. Desde entonces, los tratamientos han estabilizado la crisis, pero todavía se notan los efectos de esta “generación perdida”.

Este hombre de 28 años, convertido en rapero y que tuvo que cuidar de sus hermanos a los 13 años, muestra una fotografía de sus progenitores en la pared del garaje donde vive, en el suburbio de Vosloorus, a unos 30 km de Johannesburgo.

“Los dos eran seropositivos, su muerte casi acabó conmigo”, dice a la AFP, lamentando no haber tenido “a nadie” para que le guiara durante la adolescencia. Escapó a la droga y a la delincuencia, y asegura que la música lo salvó.

El Día Mundial del Sida, el 1 de diciembre, recuerda la difícil situación de los huérfanos del sida en Sudáfrica, que tiene un 13,7% de seropositivos, uno de los niveles más elevados del mundo.

Mas de 5,4 millones, de un total estimado de 8,2 millones de personas infectadas, toman antirretrovirales, uno de los tratamientos del VIH más importantes en el mundo y que ha reducido drásticamente su mortalidad.

“El número de niños huérfanos por el sida ha disminuido”, señala Agnes Mokoto, que trabaja en Ciudad del Cabo para la oenegé Networking HIV.

Estos niños pasaron de 1,9 millones en 2009 a 960.000 en 2021, según el programa de Naciones Unidas ONUSIDA. La diferencia en la pirámide de edades debido a la epidemia ha creado una generación perdida, especialmente entre los padres primerizos.

– La “doctora Remolacha” –

“En los días oscuros de principios del milenio, la gente moría en masa, esto creó un ejército de huérfanos”, resume la médica Linda-Gail Bekker, de la Fundación Desmond Tutu para el VIH.

Los padres de Ndumiso fallecieron en el peor momento de la epidemia, hace unos 15 años. La infección se propagó rápidamente mientras el presidente de entonces, Thabo Mbeki, no reconocía la crisis, lo que retrasó el despliegue de los antirretrovirales.

Se perdieron más 330.000 vidas, según un estudio de la Universidad de Harvard, principalmente debido a los errores de gestión de Mbeki y de su ministra de Salud, apodada “doctora Remolacha”, porque recomendaba un brebaje a base de remolacha y limón.

Pese a los avances, el gobierno sudafricano “sigue preocupado por las tasas elevadas de infección”, sobre todo “entre los adolescentes y las mujeres jóvenes”, dijo hace poco el vicepresidente David Mabuza.

Las relaciones sexuales por dinero con hombres más mayores, llamados “sugar daddies”, son en gran parte responsables de esta propagación. También un desempleo muy elevado (33,9%).

La estigmatización de estas mujeres impide a menudo “un tratamiento sanitario satisfactorio”, afirma Sibongile Tshabalala, presidenta de Treatment Action Campaign, que afirma que las enfermeras las culpabilizan por pedir preservativos o reclamar pruebas de detección.

– Tabú –

El tabú en torno al sida también aisló a la familia del joven músico. Tras la muerte de sus padres, la familia materna les “dio la espalda”, recuerda.

Los vecinos les daban comida.

Ndumiso encontró un trabajo en un establecimiento de comida rápida, pero no ganaba lo suficiente. Los dos hermanos menores, uno de ellos toxicómano, viven en chozas cerca de ahí.

También fue la estigmatización la que impidió que sus padres se salvaran. Se tenían que esconder. “Si hubieran tomado correctamente su tratamiento, uno de ellos todavía estaría vivo”, quiere creer el rapero.

Otros huérfanos como él luchan para obtener los documentos de identidad.

Nonhlanhla Mazaleni, que gestiona un albergue en el oeste de Johannesburgo, afirma que “21 jóvenes que viven con el VIH no tienen papeles de identidad” porque fueron abandonados por su familia.

Ndumiso es padre desde hace poco. Una cuna gris está al lado de su cama, un colchón en el suelo.

Está buscando trabajo, pero sin estudios es difícil. Si el sida no se hubiera llevado a su padre, “la vida no sería así”, se lamenta.

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© Agence France-Presse