Fuente: Inter Press Service
ROMA – Los conflictos, como causa principal, junto con las presiones económicas, el impacto de la covid-19 y los choques climáticos, han elevado a 828 millones el número de personas que padecen hambre en el mundo, reportó este jueves 13 el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
“Seamos claros: las cosas pueden empeorar y empeorarán a menos que se haga un esfuerzo coordinado a gran escala para abordar las causas profundas de esta crisis. No podemos tener otro año de hambre récord”, dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley, en un comunicado.
Si 828 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches, la cantidad de personas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda aumentó, de 135 millones en 2019 a 345 millones en la actualidad, y 50 millones de personas en 45 países están al borde de la hambruna.
El conflicto sigue siendo el principal impulsor del hambre, ya que 60 % de las personas que sufren hambre en el mundo viven en zonas azotadas por la guerra y la violencia, según el reporte adelantado por el PMA con motivo de conmemorarse el 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación, que este año tiene como lema: «No dejar a nadie atrás».
Los acontecimientos que se desarrollan en Ucrania “son una prueba más de cómo el conflicto alimenta el hambre, obligando a las personas a abandonar sus hogares y acabando con sus fuentes de ingresos”, expuso el reporte.
“Con demasiada frecuencia, son los conflictos los que sumergen a los más vulnerables en una hambruna catastrófica, con comunicaciones interrumpidas, acceso humanitario restringido y comunidades desplazadas”, expuso el PMA.
“Las cosas pueden empeorar y empeorarán a menos que se haga un esfuerzo coordinado a gran escala para abordar las causas profundas de esta crisis. No podemos tener otro año de hambre récord”: David Beasley.
También los choques climáticos –materializados por ejemplo en prolongadas sequías y recias inundaciones en distintas partes del globo- destruyen vidas, cultivos y medios de subsistencia, y debilitan la capacidad de las personas para alimentarse.
Las consecuencias económicas de la pandemia, como la inflación, el endurecimiento del crédito y la interrupción de las cadenas de suministro, también contribuyen a llevar al hambre a niveles sin precedentes, se indicó.
El PMA dice que hay en el globo un “anillo de fuego” que lleva a millones de personas al borde de la inanición, el cual va desde el Corredor Seco centroamericano y Haití hasta Afganistán, pasando por el Sahel (estepas en el centro africano), África oriental, Siria y Yemen.
En países como Nigeria, Sudán del Sur y Yemen, el PMA ya se enfrenta a decisiones difíciles, como reducir las raciones para poder llegar a más personas. Esto equivale a quitarle comida al hambriento para dar de comer al más hambriento.
Las consecuencias de no invertir en actividades de resiliencia repercutirán más allá de las fronteras, sostiene el PMA, pues si las comunidades no están empoderadas para resistir los impactos y las tensiones a las que están expuestas, esto podría resultar en aumento de la migración, desestabilización y conflicto.
“La historia reciente nos lo ha demostrado: cuando el PMA se quedó sin fondos para alimentar a los refugiados sirios en 2015, no tuvieron más remedio que abandonar los campamentos y buscar ayuda en otro lugar, lo que provocó una de las mayores crisis de refugiados de la historia europea reciente”, recordó el reporte.
El PMA destacó que si bien las necesidades han aumentado en gran medida, los recursos no, y esa agencia de las Naciones Unidas requiere 22 200 millones de dólares para llegar con auxilios alimentarios a 152 millones de personas en 2022.
La mira de la agencia está en los gobiernos donantes, pero también en empresas e incluso en personas individuales con recursos o audiencias para sus mensajes.
Los costos también están en su punto más alto: los costos operativos mensuales del PMA están 73,6 millones de dólares por encima del promedio de 2019. Con ese dinero se pudo alimentar a cuatro millones de personas durante un mes.
Sin embargo, la agencia subraya que para lograr el hambre cero, el dinero no es suficiente. “Solo la voluntad política puede poner fin a los conflictos en lugares como Yemen, Etiopía y Sudán del Sur”, insistió el informe.
“Y sin un compromiso político firme para contener el calentamiento global como se estipula en el Acuerdo de París (de 2015), las principales causas del hambre seguirán sin disminuir”, concluyó el reporte.