Estambul, Turquía |Un atolladero de cargueros se acumula en las costas de Estambul, ya que con la aceleración de las exportaciones de granos ucranianos y la inspección obligatoria, los buques se ven obligados a pasar una larga espera a las puertas del Bósforo.
Algunos deben esperar una decena de días para pasar una minuciosa inspección después de que Ucrania y Moscú firmaran un acuerdo el 19 de julio bajo la égida de la ONU y de Turquía para permitir las exportaciones de granos ucranianos que estaban bloqueados por la guerra.
En su gran mayoría, los cargamentos son trigo y maíz para aliviar los temores de una crisis alimentaria global.
Para la tripulación del “Nord Vind”, un carguero blanco con negro con bandera de Barbados, el alivio es palpable cuando se acerca un equipo de inspectores.
Marwan, uno de los marineros sirios, cuenta a la AFP que llevan esperando once días. “Es demasiado”, afirma. Pese a la imponente vista de la mezquita de Santa Sofía y de Estambul, el marinero cuenta que mantener el anclaje es difícil.
“Hay que cambiar de lugar constantemente y volver a encender las máquinas”, se queja.
El mismo centro de comando activó la alarma el fin de semana pasada cuando vio que las esperas se alargaban demasiado, pese a los esfuerzos para duplicar el número de equipos de inspección.
“La semana pasada, el tiempo de espera de los buques que salen (de Ucrania) llegó a los nueve días en promedio”, advirtió en un comunicado.
En un momento de debate sobre el prolongamiento del acuerdo más allá del 19 de noviembre, el Centro de Coordinación pidió a los armadores a que se preparen antes de declarar que están listos.
“En más de 50 ocasiones, la inspección no pudo llevarse a cabo a la primera”, dijo.
Un experto que habló bajo condición de anonimato indicó que las empresas marítimas se están quejando de que estos retrasos les cuestan 5.000 dólares al día.
Cada equipo tiene ocho inspectores, dos por cada una de las partes que forman el acuerdo, es decir Rusia, Ucrania, la ONU y Turquía, que se encarga de la logística.
El examen del “Nord Vind”, de 169 metros de eslora y con 27.250 toneladas de trigo a bordo, dura cerca de dos horas.
Fumigar y ventilar
Entre los problemas logísticos está el hecho de que cada cargamento debe ser fumigado con pesticidas para proteger a los granos, explica Udani Perera, inspectora para la ONU procedente de la marina de Sri Lanka.
“Después hay que ventilar las bodegas, pero estas deberían volver a ser cerradas antes de nuestra llegada por la salud del equipo”, explicó.
Una vez a bordo, los inspectores se reparten las tareas: verificación de la carga, papeles de identidad, trayectoria, depósitos de combustible y, por supuesto, el estado de los granos.
Udani Perera revisa los documentos de la tripulación y verifica sus cabinas “para asegurarse que ninguna persona no autorizada esté a bordo”.
Al mismo tiempo, los ucranianos miden los indicadores de combustible y los rusos bajan por las pasarelas y realizan pruebas en las bodegas.
Recién entonces, el “Nord Vind” recibe la luz verde para partir rumbo a Túnez, su destino final.
En la mañana, la inspección del monumental “Chola Treasure” de 225 metros de eslora, con bandera de Singapur, que se dirige vacía hacia una localidad cerca de Odesa, tomó más de tres horas.
“La duración depende del tamaño de la nave y de su estado de preparación. Esta mañana faltaban documentos”, cuenta la inspectora.
Al final, es demasiado tiempo perdido y cuando el sol se pone sólo dos de los cuatro barcos que esperaban han podido ser inspeccionados.