Los perros son usualmente bienvenidos en algunos restaurantes con un bol de agua y bizcochos, pero en Dogue, un refinado café de San Francisco, los comensales de cuatro patas son los únicos que se deleitan.
“Dogguchinos” de crema con infusión de carbón de coco y tartar de filé miñón son algunas de las opciones de la exquisita apuesta culinaria con la cual el chef Rahmi Massarweh espera conquistar al más caprichoso paladar canino.
La “paw-tisserie” (paw es pata o garra, en inglés) de Massarweh es delicada e impecable a la vista. Flores y figuras geométricas en tonos pastel, con toques dorados o brillos que hacen agua la boca, son confeccionados con ingredientes orgánicos exclusivamente para los perros.
“El aspecto visual es increíblemente importante”, dice a la AFP Massarweh, dueño de Dogue.
“Creamos los pasteles inspirados por algunos de los más refinados chefs, algunos de mis chefs favoritos en el mundo”, cuenta.
“Decimos que la comida entra por los ojos primero, y cuando se trata de comida para perros, siempre ha sido mi meta hacerla lucir atractiva para mi gusto, que me provoque comerla”.
Un petit gateau con pollo mechado y crema, y una pequeña torta dorada con coco orgánico y miel cruda sin filtrar son algunos de los destaques de la opulenta “paw-tisserie”.
Massarweh, un chef entrenado en la escuela clásica y quien llegó a la cima de un restaurante de San Francisco, dijo que la pastelería en exhibición es apenas una pequeña parte del emprendimiento.
Los domingos “Dogue” se transforma en el “Bone Appetite Cafe”, juego de palabras francesas e inglesas (Bone es hueso) que anticipa un viaje gastronómico para los consentidos de la casa, que pueden degustar un menú de tres platos por 75 dólares.
– “Casi un tributo” –
“La esencia de Dogue es ofrecer comida fresca para perros”, con opciones a la medida disponibles para que los tutores se las lleven a casa.
La inspiración para el nuevo restaurante vino de un mastín inglés que Massarweh y su esposa tuvieron en 2010, y a quien no le gustaba la comida que compraban en la tienda.
Utilizando su conocimiento gastronómico, este chef comenzó a crear platos artesanales utilizando ingredientes frescos y de temporada.
No es la única motivación personal.
“Dogue” – palabra en francés para mastín – es “una especie de homenaje a mis raíces en la cocina clásica francesa, y al mismo tiempo un guiño gentil, casi un tributo, a los perros, a los mastines ingleses que mi esposa y yo tuvimos y amamos mucho”.
Pero la llegada de un restaurante perruno en San Francisco, donde los locales aseguran que hay más mascotas que niños, causa impresiones mixtas.
Los críticos dijeron que el emprendimiento es emblemático de las sesgadas prioridades de una ciudad con crecientes índices de personas en situación de calle y de adicción a las drogas.
Pero mientras algunos humanos no son favorables, Massarweh se enfoca en satisfacer a sus directos e impredecibles comensales.
“Los perros son increíbles porque lo que ves es lo que tienes. ¿Cierto?”, comenta. “Si les gusta, les gusta. Si no, no hay nada que puedas hacer. No se lo van a comer”.