Nueva York, Estados Unidos |Años antes de que el Upper West Side de Manhattan se convirtiera en el hogar de arias de ópera y piruetas de ballet, albergaba a San Juan Hill, un vecindario bullicioso y repleto de artistas donde los clubes y salones de baile gestaban nuevas formas musicales.
Pero el distrito fue destruido a mediados del siglo XX para dar paso al nuevo y reluciente complejo artístico Lincoln Center. Ahora, la Filarmónica de Nueva York se presentará allí este fin de semana para inaugurar la sala de conciertos David Geffen Hall renovada, con 2.200 lugares y una pieza que rinde homenaje a aquellos comienzos, “San Juan Hill: una historia de Nueva York”.
Situado cerca del Central Park, San Juan Hill albergaba a miles de familias afroestadounidenses y puertorriqueñas, y estaba lleno de pequeños comercios, clubes de jazz y de baile.
Fue en el Jungle Cafe donde el pianista James P. Johnson hizo popular el charleston. Fue también en San Juan Hill donde creció el compositor de jazz Thelonious Monk, a quien se debe la notoriedad del bebop.
Pero en 1947, el famoso urbanista Robert Moses decretó que el barrio se había vuelto insalubre, abriendo el camino para su destrucción en el marco de un gran programa de “renovación urbana” que transformó a Nueva York y sigue causando polémica.
“La sustancia de un barrio” –
“Lo que le sucede a este barrio es lo que le pasa a muchos otros barrios: obstaculiza cierta visión de la ciudad del futuro”, explica la historiadora Julia Foulkes, quien trabajó con Etienne Charles, compositor y trompetista a la cabeza del grupo Creole Soul, para escribir el nuevo espectáculo filarmónico.
A mediados del siglo, 18 manzanas de la ciudad fueron arrasadas y miles de personas desplazadas para poner en marcha el proyecto Lincoln Center, el campus de las artes que albergaría la Ópera Metropolitana, la Filarmónica de Nueva York, el Ballet de la Ciudad de Nueva York y el conservatorio Juilliard.
“Lo que se perdió no son solo inmuebles y residencias específicas, sino la sustancia misma de todo un barrio”, explica Foulkes, profesora en la New School.
Junto con elementos musicales que incluyen ragtime, jazz, calipso, funk e hip-hop, el trabajo multimedia de Charles también contiene textos hablados, proyecciones visuales y testimonios sobre la historia del barrio, rindiendo un homenaje a su música y su cultura, traídas por los migrantes del sur del país y el Caribe.
Charles, quien es originario de Trinidad y Tobago y estudió en Juilliard, dijo a la AFP que espera que el proyecto arroje luz sobre el mero hecho de que el barrio, ahora borrado del mapa, existió.
“Tenemos que comenzar a valorar a las personas por algo más que el lugar donde viven y la calidad de la propiedad que tienen, y comenzar a observar su cultura y su linaje y su herencia y la historia que están construyendo”, dijo. “Siempre se trata de saber quién estaba allí y comprender cuál es tu relación con eso”.
“Narrativa dominante” –
Para la directora artística del Lincoln Center, Shanta Thake, el proyecto se inscribe en una reflexión sobre “lo que significa detener las historias de la ciudad”.
“Durante mucho tiempo hubo una narrativa dominante según la cual ‘el Lincoln Center era la mejor cosa que podía haberle ocurrido a este barrio'”, agrega, al afirmar que el espectáculo permite realmente “desmenuzar su historia”.
Este estreno es la joya de la corona de una serie de charlas y talleres que exploran la cultura, la gentrificación y el activismo comunitario, dijo el Lincoln Center.
Durante años, la institución ha luchado contra las críticas de que su oferta cultural está dirigida principalmente a audiencias blancas de clase alta.
El precio de las entradas va desde los 5 dólares y algunas son gratuitas.