El código de barras se ha vuelto indispensable para los productos que compramos en los supermercados, farmacias y otros establecimientos de compraventa, el cuál lleva con nosotros 70 años.
Sus antecedentes se remontan a 1932, es decir, hace 90 años, cuando un grupo de estudiantes de la Escuela de Administración de Empresas de Harvard reflexionaron sobre método que facilitase las compras por catálogo.
Sin embargo, el invento no cobraría forma hasta el 20 de octubre de 1949, gracias a los norteamericanos Norman Woodland, un exingeniero del Proyecto Manhattan, y su amigo Bernard Silver.
Si nos remontamos a esa primera idea del alumnado de Harvard, su intención era diseñar un producto que permitiese a los clientes retirar una tarjeta del artículo que querían comprar de un catálogo para dársela a los empleados.
De este modo, estos últimos podían pasarla por un lector mecánico para conocer más información sobre el producto y su ubicación en el almacén para poder facilitarle la compra rápidamente.
Bernard Silver y Norman Woodland, del Instituto de Tecnología de Drexel, colaboraron para sacar a la luz el invento.
Silver y Woodland hicieron que cada código de barras tuviese un patrón distinto, único por artículo, incluso aunque hubiese más de uno. Estos primeros códigos tenían cuatro líneas blancas sobre un fondo oscuro, pero con el tiempo se podrían ir añadiendo más líneas para aumentar el número de clasificaciones.
A lo largo del tiempo, han ido añadiendo muchos más productos con códigos de barra, por lo que la decisión de que se pudiesen añadir más líneas fue muy importante. Según calculaban, con cuatro líneas se podían hacer siete combinaciones y con diez se llegaban a las 1.023.
En un principio, Woodland quería usar una tinta especial que brille con luz ultravioleta, pero esta característica iba a hacer que la producción fuese más cara y que no permaneciera con el paso del tiempo.
Pensando en una forma eficaz sobre su impresión, el inventor finalmente se inspiró en el código Morse para crear un lenguaje para la creación.
Según se rumorea, la idea se le ocurrió estando en la playa. Usando la arena como lienzo, el ingeniero dibujó los puntos y guiones del código Morse y pensó en hacerlo con líneas más gruesas y finas para el código de barras.
Una vez pensado este último aspecto, los inventores apodaron a su creación ‘Aparato y método de clasificación’ y emitieron la patente tal día como hoy hace 70 años. Esta usaba un código binario que podía leerse fácilmente y traducirse a cualquier idioma con un escáner.
El primer sistema moderno de escaneo lo instaló RCA en una tienda de comestibles Kroger en 1972. Este incorporaba un rayo láser que permitía leer los códigos de barra de forma rápida y eficaz si se comparaban con los escáneres de mano en los establecimientos que había en esa fecha.