Las naciones del área del euro registraron un incremento de 10 por ciento en la inflación en septiembre frente al mismo periodo el año pasado – la más alta desde la creación del euro en 1999, impulsada por el alza de los precios de la energía que subieron 40,8 por ciento.
El índice de precios al consumidor (IPC) aumentó un 10 por ciento en septiembre, en comparación con el 9,1 por ciento en agosto. Los aumentos de precios también superaron a los EE. UU. durante dos meses consecutivos. Estados Unidos El IPC no se espera hasta dentro de diez días.
Todos los artículos han aumentado, con un aumento del alcohol y el tabaco del 11,8 por ciento, los productos no industriales del 5,6 por ciento y los servicios con un aumento del 4,3 por ciento.
Durante septiembre, 10 de los 19 países de la eurozona tuvieron una inflación de dos dígitos, y Estonia, Lituania, Letonia y los Países Bajos experimentaron una inflación del 24,2, 22,5, 22,4 y 17,1 por ciento, respectivamente.
Los datos de Eurostat muestran que los Países Bajos tuvieron la inflación energética más alta en septiembre, el 113,8 por ciento, seguido de Bélgica y Grecia con un 67,2 y un 53,3 por ciento.
La inflación alemana alcanzó un nuevo máximo de 71 años del 10,9 por ciento en septiembre, después de la expiración de las medidas gubernamentales para amortiguar el impacto de la crisis energética.
La semana pasada, Alemania anunció que pediría prestado 200 000 millones de euros adicionales para limitar los precios del gas y la electricidad, mientras que la primera ministra británica Liz Truss propuso subsidios a la energía de 150 000 millones de libras esterlinas (16.700 millones de euros).
Sin embargo, la inflación se desaceleró en Francia del 6,6 por ciento al 6,2 por ciento, el más bajo del bloque, gracias a los grandes subsidios a las facturas de energía.
Los ministros de energía de la UE acordaron el viernes (30 de septiembre) medidas que incluyen una reducción obligatoria del cinco por ciento en el consumo máximo de electricidad, una tasa inesperada para las empresas de combustibles fósiles y un límite de 180 €/MWh sobre el precio de la electricidad generada por los productores de energía no gases.