La muerte de la reina Isabel II dejó al descubierto la forma en que la desinformación se abre camino cuando se producen eventos noticiosos y cómo actores malintencionados aprovechan para sembrar confusión.
Mientras el Reino Unido lloraba el fallecimiento de su monarca, usuarios compartían en las redes sociales fotos alteradas digitalmente y contenido engañoso, atribuyendo su muerte – a los 96 años – a causas distintas a la vejez, incluyendo las vacunas anticovid y a Hillary Clinton.
Sin embargo, las tácticas de desinformación utilizadas tras el anuncio del Palacio de Buckingham el 8 de septiembre fueron principalmente viejos trucos adaptados a la historia actual para lograr imponer las falsedades.
Afirmaciones falsas similares se han difundido ante otras grandes noticias, como la guerra de Rusia en Ucrania o la muerte de Jeffrey Epstein, con el movimiento conspirativo estadounidense QAnon mostrando su participación.
“La familiaridad lleva a aumentar la credibilidad”, dice Gordon Pennycook, científico del comportamiento de la Universidad de Regina, en Canadá.
– Tácticas bien elaboradas –
Las señales de alerta sobre la desinformación saltaron tan pronto la reina estuvo bajo supervisión médica, cuando cuentas de Twitter suplantaron a medios noticiosos y publicaron actualizaciones falsas sobre su estado.
El ritmo de noticias falsas se aceleró tras el anuncio de su muerte.
“Gente en todo el mundo estaba al tanto e impactada por la muerte de la reina, dando a los propagadores de desinforman una virtualmente ilimitada variedad de narrativas falsas para elegir”, explica Dan Evon, de la organización sin ánimo de lucro News Literacy Project (NLP).
Varios ejemplos: circuló un viejo video de bailarines afuera del Palacio de Buckingham como si fuera una celebración irlandesa por la muerte de la monarca. O una publicación en redes sociales que pretendía mostrar al expresidente estadounidense Donald Trump afirmando que la reina lo había nombrado caballero. O una foto manipulada en la que Meghan Markle vestía una camiseta con la leyenda “la reina está muerta”.
Algunos culparon de la muerte de la reina a las vacunas contra el covid-19, acusación que los militantes antivacuna han hecho sobre la muerte de personajes reconocidos como la actriz Betty White o el comediante Bob Saget.
Otros nombran a Hillary Clinton como la culpable, alegando que la reina anunció antes de morir que tenía información que podría ensuciar a la excandidata presidencial y exjefa de la diplomacia de Estados Unidos.
Este tipo de falsedades se han atribuido a otros líderes mundiales. Se trata de un meme ya tradicional que impulsa una teoría conspirativa según la cual Clinton está matando a sus opositores políticos.
“Cuando suceden grandes eventos, personas en diferentes comunidades, particularmente activistas, tratan de descifrar si hay allí un ángulo que puedan explotar”, dice Mike Caulfield, investigador del Centro para el Público Informado (CIP) de la Universidad de Washington.
Seguidores de QAnon apropiaron la muerte de la reina a sus creencias sobre mafia de traficantes sexuales de niños, presentando una serie de afirmaciones sin fundamente y mostrando el evento como una prueba de la legitimidad de su movimiento.
“La familia real, dadas las ya reconocidas conexiones del príncipe Andrés con Jeffrey Epstein, ha sido siempre la comidilla de la gente de QAnon”, dice Rachel Moran, académica posdoctoral en el CIP.
Un video popular en los círculos de QAnon, en el que sus seguidores dicen que se ve a un niño desnudo escapando del Palacio de Buckinham, es de hecho una viejo comercial para un programa de ficción en televisión. Sin embargo fue difundido en TikTok.
En la semana siguiente a la muerte de la reina, la firma de inteligencia en medios Zignal Labs rastreó más de 76.000 menciones de la difunta monarca que la relacionan con Epstein y su cómplice Ghislaine Maxwell, ambos condenados por agresión sexual, tanto en redes sociales como en sitios web, transmisiones de radio y medios tradicionales.
Narrativas que vinculan a la reina con la pedofilia, Clinton y las vacunas fueron mencionadas 42.000, 8.000 y 7.000 veces, respectivamente.
– Evitar desinformación –
La avalancha de noticias sobre la reina, y su influencia global, explican parte de la fijación de las teorías conspirativas por su muerte, dice Karen Douglas, profesora de psicología social de la Universidad de Kent, quien estudia porqué las personas creen en estas historias.
“Aceptar explicaciones mundanas para un evento de gran magnitud podría ser menos convincente o atractivo”, dice.
Sin embargo, hay maneras de resistirse a caer en información falsa. Organizaciones como NLP y CIP recomiendan cruzar lo que se publica en línea con información de fuentes confiables antes de compartir.
“Incluso unos pequeños momentos de reflexión pueden con frecuencia hacer una gran diferencia”, afirma Pennycook.