¿Un paseo que todo turista debe hacer o una actividad comercial cruel y obsoleta? Los carruajes tirados por caballos de Nueva York funcionan desde el siglo XIX, pero ahora funcionarios electos municipales quieren reemplazarlos por vehículos eléctricos.
Para algunos, las recorridas a caballo por Central Park son un símbolo de la Gran Manzana, como los taxis amarillos y los espectáculos de Broadway. Pero para otros, no reflejan el espíritu de esta ciudad progresista líder en el Estados Unidos del siglo XXI.
“Manhattan es probablemente el peor lugar del mundo para tener un caballo de trabajo, por el tráfico, el ruido, la contaminación, el calor y las condiciones terribles”, dice el concejal Robert Holden, quien presentó un proyecto de ley para reemplazar a los animales con carruajes eléctricos para junio de 2024.
Los defensores de los derechos de los animales han intentado por años desarticular esta industria, que engloba a 130 conductores que comparten 68 licencias para casi 200 caballos que viven en establos de la ciudad.
Este mes, su causa cobró nuevo impulso luego del colapso de un caballo en la concurrida Novena Avenida, que indignó a muchos después de que un video que mostraba al conductor gritando al animal para que se levantara se volvió viral en las redes sociales.
En Instagram, la supermodelo Bella Hadid llamó a aprobar la legislación promovida por Holden y calificó de “bárbara” esta atracción turística.
Quienes se oponen a estos paseos alegan que los caballos viven en condiciones de hacinamiento, por lo general están desnutridos y deshidratados, se asustan con el tráfico camino al parque y trabajan en contra de su voluntad.
“Literalmente son tratados como máquinas, y no son máquinas”, dice Edita Birnkrant, directora ejecutiva del grupo anticarruajes tirados por caballos NYCLASS. “Esto no debería estar pasando en la Nueva York moderna”.
Los operadores dicen que los caballos están bien cuidados y señalan que la industria está regulada por la ciudad, con los equinos y los establos sujetos a inspecciones por parte de los departamentos de salud y sanidad.
“Están felices y sanos. No puedes obligar a un animal de 700 kilos a hacer algo que no quiere”, insiste Christina Hansen, que conduce carruajes en Nueva York desde hace 10 años.
Por ley, los caballos no pueden trabajar más de nueve horas diarias, ni tampoco cuando la temperatura alcanza los 32ºC o cae por debajo de los -7ºC.
- Conductores migrantes -Hansen, de 42 años, dice que cada caballo tiene al menos cinco semanas de “vacaciones” en una granja cada año. Para ella, Nueva York no sería lo mismo si se prohibiesen los carruajes como el que arrastra su caballo Oreo.
“Hemos salido en películas y en televisión. Somos tan icónicos como el Empire State Building o la Estatua de la Libertad”, explica a la AFP.
En Central Park, donde los paseos de 45 minutos cuestan más de 160 dólares, las opiniones están divididas entre los turistas.
“Es absolutamente inmoral”, dice la británica Cailey Tyler, que está de acuerdo con la prohibición.
Marina Perry, de Argentina, no tiene problema con los paseos siempre y cuando los caballos sean bien tratados. “Es un aspecto cultural de la ciudad de Nueva York que ha existido durante generaciones”, sostiene.
Hansen dice que la industria es “predominantemente un negocio de inmigrantes”, con conductores de 20 países, entre ellos Brasil, Italia, Irlanda, México y Turquía. Pueden ganar cerca de 100.000 dólares al año.
El proyecto de ley de Holden tiene 14 patrocinadores y necesita 26 votos para ser aprobado. Los activistas esperan que la votación sea en octubre.
No obstante, será difícil que la iniciativa se apruebe dado que los conductores tienen el respaldo del poderoso sindicato de trabajadores del transporte de la ciudad.
“Nadie quiere conducir un carrito de golf eléctrico”, asegura Hansen.
Pero Holden insiste en que los conductores ganarán más con los carruajes eléctricos porque podrán trabajar en cualquier clima.
“Es tecnología limpia. Es un ganar-ganar”, dice.
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