Rusia. Para unos es una “necesidad”, para otros una fuente de “tristeza”. Seis meses después del inicio de la ofensiva contra Ucrania, los rusos están divididos, aunque todos esperan que el conflicto termine pronto.
“Estoy realmente triste para los ucranianos. Sufren para nada, no hicieron nada mal”, declara Dmitri Romanenko, un moscovita de 35 años, especialista de las tecnologías de la información.
La decisión del presidente Vladimir Putin de enviar tropas a Ucrania el 24 de febrero cambió la vida de muchos rusos.
Las sanciones económicas contra Rusia conllevaron la salida de las principales marcas occidentales del país, como Nike o McDonald’s, el cierre de numerosas líneas aéreas y una fuerte inflación.
En Moscú, se pueden observar algunos símbolos de apoyo a la ofensiva, como las pegatinas “Z” en las ventanas de algunos coches, en referencia a la letra pintada sobre los tanques rusos en Ucrania.
Pero en el centro de la capital rusa, cuyos habitantes son proporcionalmente más liberales que en el resto del país, la mayoría de las personas entrevistadas por la AFP lamentan la invasión o la critican.
Para Romanenko, la llegada de las tropas rusas a Ucrania es sinónimo del inicio de los problemas económicos. “Toda mi actividad, todos mis negocios están destruidos. He creado start-ups y mis ocho proyectos fracasaron”, lamenta.
– “Todo el mundo sufre” –
“Está claro que todo cambió. Todo cuesta más”, subraya Valentina Bialik, una historiadora del arte jubilada de 83 años.
“Pero lo más importante es que pertenecemos a una generación con una infancia marcada por la guerra. Y es muy triste que nuestra vejez también esté marcada por la guerra”, apunta.
“Incluso si vivimos lejos de las operaciones militares, sentimos una profunda tristeza para las personas que mueren, independientemente de su nacionalidad”, dice.
“El hecho de que un gran país (Rusia) esté ahora aislado, que todo el mundo odie ese país (…) Esto es muy amargo para nosotros”, agrega.
“No deberíamos pelearnos entre nosotros, no está bien”, sostiene Dmitri Nalivaiko, un mesero de 34 años, con una cinta con los colores de Rusia colocada en una correa de su mochila.
“Dejemos que los políticos se enfrenten, no la gente que sufre de todo esto. Absolutamente todo el mundo sufre de aquello”, dice.
Pero pese a la indignación de algunos habitantes y el impacto de las sanciones económicas, muchos rusos apoyan la decisión de Putin.
La semana pasada, durante un foro sobre el ejército cerca de Moscú, muchos confirmaron el respaldo al mandatario ruso, vestidos con camisetas con la letra “Z”.
– “Todo saldrá bien” –
Caminando frente a una fila de tanques, Olga Kosova, una enfermera de 55 años, considera que los rusos tienen la “obligación” de apoyar los separatistas prorrusos del Donbás “incluso poniendo su vida en peligro”.
Por eso, agrega su hijo Vladimir Kosov, de 33 años, “nuestro comandante en jefe (Putin) tuvo razón” en enviar tropas para enfrentarse a los “nacionalistas” ucranianos — uno de los términos usados por las televisiones y los representantes rusos para referirse al gobierno de Kiev.
“Pienso que era necesario tarde o temprano. Más vale un final horrible que un horror sin fin”, opina por su parte Mijail Nikitin, un informático de 35 años.
“De todos modos, tarde o temprano, acabaremos ganando y todo saldrá bien después”, agrega.
Pese a que a las fuerzas rusas se les dificulta progresar y que el conflicto se estira, los que apoyan la ofensiva no dudan de su final.
“Al final, nuestro pueblo ganará y se restablecerá la paz entre Rusia y Ucrania (…), países amigos”, piensa Nadejda Josan, de 35 años y gerente de una empresa de limpieza.
De vacaciones, iba mucho a Ucrania. Pero “después del inicio de la operación, nuestros amigos de ahí nos llamaron ‘Moskals’ [un término peyorativo para referirse a los rusos] y nos dijeron que no teníamos derecho de ir ahí”, se queja.
“Esperamos que todo termine pronto. Y que todo saldrá bien”, añade.