Ciudad del Vaticano, Santa Sede. El papa Francisco rompió su silencio sobre Nicaragua para manifestar su “preocupación” por la tensa situación política en ese país, pero evitó mencionar específicamente la detención de religiosos y condenar la represión del gobierno de Daniel Ortega.
“Sigo de cerca con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua, que implica a personas e instituciones,” reconoció el pontífice tras el ángelus dominical en la plaza de San Pedro.
Se trataba de la primera vez que el pontífice hablaba en público sobre ese delicado tema, que ha generado fuertes controversias entre los observadores en asuntos del Vaticano por el mutismo del papa.
Muchos se preguntaban sobre las razones del silencio de casi dos semanas del papa latinoamericano sobre la grave crisis entre la iglesia de Nicaragua y el gobierno de Ortega, agudizada tras la detención el viernes del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, un abierto opositor del régimen.
Persecución, allanamientos, cárcel, cierre de medios de comunicación católicos y hasta el exilio de religiosos, son algunas de las medidas que ha padecido la iglesia de ese país centroamericano en los últimos años.
Francisco, que suele pronunciarse sobre muchos temas, desde catástrofes hasta tragedias personales, no mencionó explícitamente la detención del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez y un grupo de colaboradores que se encontraban en la sede del obispado, aunque indirectamente habló de las “personas e instituciones” afectadas.
– Pide diálogo abierto y sincero –
En su mensaje, el papa pide claramente al gobierno de Nicaragua el “diálogo abierto y sincero” para lograr una “convivencia respetuosa y pacífica”.
“Quiero expresar mi convicción y deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se puedan encontrar todavía las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, dijo.
La prudencia del pontífice, su llamado al diálogo, el hecho de que elude el enfrentamiento con el gobierno, es una invitación a dar espacio a la diplomacia, a la búsqueda de salidas.
“Un silencio papal no significa inactividad o falta de decisión, no, nada de eso; significa que se están trabajando en otros planos”, explicaba la semana a una emisora católica española Rodrigo Guerra, secretario del Pontificio Consejo para América Latina.
Toda la iglesia latinoamericana, desde el influyente Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), pasando por los obispos de Costa Rica, El Salvador, México e inclusive el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, considerado cercano al papa, manifestaron su solidaridad con el religioso perseguido, llamaron a la oración, lamentaron la situación.
“Es muy fácil una ruptura, pero la sensatez del Santo Padre es que busca caminos del diálogo, porque hay millones de fieles católicos también que están sufriendo”, comentó el domingo a la prensa católica Rodríguez Maradiaga.
“Las palabras del papa seguro decepcionaron a muchos porque esperaban que el papa condenara a unos y defendiera a otros”, comentó en un blog la teóloga colombiana Consuelo Vélez.
“El papa se expresó en los términos que nos brindó en su última encíclica, Fratelli Tutti”, subrayó al referirse al documento papal dedicado a la fraternidad y la amistad social.
Resume en efecto la línea del papa Francisco en los casi 10 años de pontificado. Y no sólo para el caso de Nicaragua, un conflicto que conoce de cerca. Inclusive por la guerra rusa en Ucrania. El papa ha defendido el diálogo a cualquier precio.
Desde que llegó en 2013 al trono de Pedro, Francisco quiere ser identificado como el artesano del diálogo y de la paz, un convencido pacifista.