Tokio, Japón. Dos ministros japoneses visitaron el lunes un polémico santuario de guerra, enfureciendo a China y Corea del Sur, donde es sitio es considerado como un símbolo del pasado militarista nipón al conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El santuario Yasukuni de Tokio honra a 2,5 millones de personas, en su mayoría japoneses, muertos en conflictos desde fines del siglo XIX, pero también exalta a altas figuras militares y políticas condenadas por crímenes de guerra por un tribunal internacional después de la Segunda Guerra Mundial.
El portavoz del ministerio chino de Exteriores, Wang Wenbin, calificó la visita del lunes de “seria provocación”.
“China urge a Japón a aprender seriamente de la Historia, abandonar el militarismo y evitar perder aún más la confianza de sus vecinos asiáticos y la comunidad internacional”, añadió.
Por su parte, el gobierno de Corea del Sur expresó en un comunicado su “profunda decepción” por la visita al santuario, “que glorifica las guerras de agresión cometidas por Japón en el pasado y consagra a criminales de guerra.
Sanae Takaichi, ministra de Seguridad Económica, y Kenya Akiba, ministro de reconstrucción de la región norteña de Tohoku, golpeada por desastres, acudieron a ofrecer sus respetos en el santuario con motivo del 77 aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
Las visitas de autoridades gubernamentales al sitio ha enfurecido en el pasado a los países que sufrieron a manos de las fuerzas armadas japonesas antes y durante la guerra, en especial Corea del Sur y China.
Takaichi es una visitante frecuente de Yasukuni.
“Este año hay guerra en Ucrania. Yo rezo para que no muera más gente en las guerras”, declaró Takaichi a periodistas, al señalar que expresó su “gratitud” a los muertos en guerras homenajeados en el sitio.
El ministro de Comercio, Yasutoshi Nishimura, visitó el santuario el fin de semana.
Pero el primer ministro, Fumio Kishida, quien asumió el cargo en octubre, optó por ofrecer el lunes una ofrenda monetaria.
Ningún primer ministro japonés había visitado el santuario desde 2013, cuando el entonces gobernante Shinzo Abe provocó el enojo de Pekín y Seúl al acudir al sitio.
También el lunes, el emperador Naruhito y la emperatriz Masako participaron en una ceremonia nacional para conmemorar la rendición japonesa y el fin de la Segunda Guerra Mundial.