Ciudad del Vaticano, Santa Sede. El encargado de la economía del Vaticano presentó este viernes el balance del año 2021, en el que reconoce que la situación de la Santa Sede mejoró, aunque el futuro es incierto debido a la descapitalización.
Para el prefecto de la Secretaría para la Economía, el religioso español Juan Antonio Guerrero, la Santa Sede presenta un déficit de tres millones de euros, frente a los 33 millones previstos (una cifra similar en dólares).
Un resultado que estima “positivo”, pero que no resuelve otros problemas más de fondo.
“El hecho es que la Santa Sede reduce su patrimonio cada año para cubrir los servicios de la Curia Romana [el gobierno central] (…). La Santa Sede se despatrimonializa cada año un promedio de 20-25 millones de euros”, explicó el jesuita.
“La misión del Papa no está suficientemente financiada, es un problema eclesial”, añadió.
“No buscamos superávit, sino la sostenibilidad del servicio de la Santa Sede. Un déficit de tres millones de euros en un presupuesto de 1.100 millones no es tanto, está prácticamente equilibrado, y no parece una cifra para preocuparse. Pero si hacemos un análisis más detallado, hay algunas áreas que hay que mejorar”, advirtió.
Guerrero, una suerte de ministro de la Economía desde el 2019, es un gran defensor de “la transparencia” en las cuentas de la iglesia, una de las prioridades del papa Francisco.
“Hemos dado muchos pasos en este tiempo en la buena dirección de la transparencia, de la tutela económica de la Santa Sede y de la sostenibilidad”, aseguró.
“Se han introducido procedimientos para protegernos, hemos realizado la venta del palacio de Londres de modo transparente y sin contratiempos, siguiendo los procedimientos correctos (…) la abolición del secreto sobre las cuestiones económicas nos ha hecho más transparentes… Estamos en camino”, dijo.
El religioso se refería al reciente escándalo por fraude, malversación, abuso de poder, blanqueo, corrupción y extorsión con decenas de personas juzgadas, entre ellas un cardenal, por la costosa compra de un edificio de lujo en Londres como parte de las inversiones de la Santa Sede.
El Vaticano anunció en julio pasado que finalizó la venta de esa propiedad, recibiendo unas 186 millones de libras (223 millones de dólares).