Haití actualmente no tiene un Parlamento en funcionamiento y las pandillas han tomado el control
Haití rindió homenaje al asesinado presidente Jovenel Moise, con una custodiada ceremonia funeraria en una ciudad donde se desataron actos violentos que ilustran la inestabilidad del país.
Moise, asesinado el 7 de julio del 2021 a sus 53 años por un comando armado en su domicilio de la capital, Puerto Príncipe, era originario de la región vecina a la de su lugar de entierro, también en el norte.
Los actos solemnes se desarrollaron en la ciudad de Cabo Haitiano, en el extremo norte de Haití.
Agentes de policía estaban desplegados en todas las calles pero no impidieron, como la víspera, un estallido de episodios violentos. Incluso desde dentro del recinto donde se llevaba a cabo el funeral se escucharon disparos, que forzaron la salida apresurada de algunos participantes en medio de una nube de gases lacrimógenos lanzados por la policía.
El ataúd, cubierto por la bandera nacional y la banda presidencial, estaba expuesto en una explanada adornada de flores.
La viuda del presidente, Martine, quien resultó gravemente herida en el ataque nocturno, estaba presente en Cabo Haitiano, con el brazo en cabestrillo tras ser atendida en un hospital en Florida, Estados Unidos.
Con el rostro cubierto por una mascarilla con una foto de su marido, la viuda se inclinó sobre el ataúd.
“Abandonado” y “traicionado”
Representantes de delegaciones extranjeras, del cuerpo diplomático y miembros del gobierno se turnaron para ofrecerle el pésame.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió una delegación de alto nivel al funeral, incluida su embajadora ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, y su nuevo enviado especial para Haití, Daniel Foote. No se quedaron mucho tiempo.
“La delegación presidencial está a salvo y completa después del tiroteo reportado durante el funeral. Están todos de regreso a Estados Unidos”, dijo Jen Psaki, la portavoz de la Casa Blanca.
A su regreso a Nueva York, la embajadora Thomas-Greenfield declaró que “el pueblo de Haití merece la paz, la seguridad y un futuro mejor”.
Un batallón rindió honores militares al jefe de Estado. Mientras que la ceremonia religiosa fue dirigida por cinco sacerdotes.
“¿Qué crimen cometiste para merecer tal castigo?”, se preguntó. “Él conocía bien los vicios de este sistema podrido e injusto”, afirmó también. “Ese sistema que pocos antes que él quisieron atacar”.
“Se encontró, de la noche a la mañana, con todo ese sistema en bloque, en su cara”, siguió, asegurando que no desea “venganza ni violencia”.
Sus elogios contrastan con la fuerte desconfianza que suscitaba Moise en buena parte de la población antes de su muerte. Pues muchos le señalaban de inacción ante la crisis y de un proceder autoritario.
Tensiones
Hasta ahora, el asesinato ha sumido al país aún más en la incertidumbre y ha hecho resurgir tensiones históricas.
Presente en Cabo Haitiano, el director general de la policía nacional, Leon Charles, fue abucheado cuando supervisaba el operativo de seguridad de los funerales.
Los haitianos le reprochan que no haya sido capaz de proteger al presidente Moise, cuya muerte reavivó las tensiones históricas entre el norte de Haití y el oeste, donde está la capital, Puerto Príncipe.
Esos problemas se derivan en parte de divisiones raciales históricas que se remontan al colonialismo francés entre los negros del norte que son descendientes de esclavos y los haitianos de piel más clara que viven en el sur y el oeste.
Algunos residentes incluso levantaron barricadas en las carreteras que conducen a Cabo Haitiano para evitar que la gente de Puerto Príncipe asistiera al funeral.
Ariel Henry, el primer ministro, ha prometido llevar ante la justicia a los responsables del asesinato de Moise, así como restablecer el orden para organizar las elecciones exigidas por la población y la comunidad internacional.
Washington ha dicho que las elecciones deberían celebrarse a finales de este año.
Moise había gobernado Haití, el país más pobre de las Américas, por decreto después de que las elecciones legislativas previstas para 2018 se demorasen tras múltiples disputas.
Los arrestos se suceden pero aún hay muchas zonas grises sobre el magnicidio de Moise en Haití
En tanto, la investigación llevada a cabo en Puerto Príncipe parece haberse estancado, lo que ilustra las graves disfunciones del sistema judicial del país.
Investigación en Florida
Moise fue asesinado a balazos a comienzos de julio de 2021 en su residencia particular de Puerto Príncipe. Desde principios de año, la justicia estadounidense ha imputado en Miami a dos hombres por su presunto papel en el magnicidio.
Mario Palacios, de nacionalidad colombiana, sería uno de los cinco hombres armados que ingresaron a la habitación donde fue asesinado el mandatario. Fue detenido el 3 de enero en Panamá, durante una escala en un vuelo procedente de Jamaica.
Rodolphe Jaar, ciudadano haitiano-chileno, fue presentado a su vez este jueves ante una corte de Miami, luego de su arresto en República Dominicana.
Según un documento de archivo del FBI, Jaar admitió durante una entrevista en diciembre haber proporcionado armas y municiones al grupo de colombianos.
“Estados Unidos tiene herramientas para enjuiciar a personas que participaron en conspiraciones desde territorio estadounidense, incluso si estas conspiraciones fueron urdidas para cometer delitos fuera de suelo estadounidense: es algo bueno”, comentó Marie-Rosy Auguste Ducena, abogada de la Red Nacional por la Defensa de los Derechos Humanos en Haití.
Los mercenarios colombianos fueron efectivamente reclutados por la empresa de seguridad CTU, con sede en Miami, y varias reuniones entre los sospechosos tuvieron lugar en Florida antes del ataque mortal.
Philippe Larochelle, abogado del hijo del difunto presidente, se mantiene cauteloso ante estas inculpaciones.
“En qué forma tendrán que responder por sus acciones en Estados Unidos, está por verse”, dijo el representante de Joverlein Moise, basado en Montreal. “Estamos en las primeras etapas”.
Aunque Moise era impopular y se lo acusaba de excesos autoritarios, su asesinato conmocionó a toda la población haitiana y quedan muchas preguntas sin respuesta.
¿Cómo pudo un comando armado penetrar en la habitación presidencial sin encontrar resistencia por parte de las unidades especializadas encargadas de la seguridad del jefe de Estado?
¿Qué papel jugó Christian Emmanuel Sanon, un haitiano de 63 años radicado en Florida y actualmente en prisión, después de llegar al país en junio con los ciudadanos colombianos?
¿Dónde se esconde la exjueza del Tribunal de Casación Wendelle Coq Thélot, sospechosa de formar parte del complot y objeto de una orden de búsqueda?
¿Por qué el actual primer ministro Ariel Henry habría hablado por teléfono, el mismo día del atentado, con Joseph Félix Badio, uno de los principales sospechosos?
Cuando un fiscal pidió que el gobernante fuera acusado, Henry calificó la medida de distracción, antes de despedir al magistrado y nombrar a un nuevo ministro de Justicia.
“¿Quién pagó para que se perpetrara el asesinato? Este es un aspecto que debería haber sido investigado por la policía judicial”, dijo Ducena.
El abogado del hijo de Moise cree que un tribunal especial como el creado tras el asesinato del primer ministro libanés Rafic Hari es “la única alternativa viable” para su cliente, que sólo pide “saber quiénes son los responsables de la muerte de su padre”.
Esto es lo que se sabe hasta el momento sobre la investigación:
La policía centra su atención en un ciudadano haitiano con “objetivos políticos” que fue detenido y acusado de haber reclutado al comando -mayormente compuesto por exmilitares colombianos- que asesinó a Moise en la madrugada del miércoles en su residencia.
Se trata de Christian Emmanuel Sanon, de 63 años y afincado en Florida, Estados Unidos, quien habría llegado a Haití en junio “a bordo de un avión privado”, acompañado de ciudadanos colombianos, con el objetivo inicial de “arrestar al presidente de la República”, según el director de la Policía Nacional haitiana, Léon Charles
Los colombianos eran originalmente responsables de garantizar la seguridad de Sanon, pero “luego la misión cambió”, precisó Charles.
Poca información se ha filtrado sobre Sanon, quien se identifica como un “médico” que “juega un papel de liderazgo para Haití a través de una vida de acción afirmativa y absoluta integridad”, señala una cuenta de Twitter que lleva su nombre.
En varios videos subidos en 2011 a un canal YouTube bajo su nombre, se presenta como un líder potencial y critica el poder y la corrupción de los políticos haitianos.
“¿Dónde están los líderes de Haití? En ningún lado. ¿Sabes por qué? Porque son corruptos”, asegura.
Sin embargo, esta versión oficial parece incompleta y no responde la pregunta de quién pudo financiar el magnicidio.
Sanon, con varias empresas inactivas, se declaró en quiebra, según el diario Miami Herald, en tanto se le impidió ejercer la medicina en Florida.
La policía también mencionó a otros dos misteriosos “autores intelectuales”, pero sin dar detalles.
Bogotá confirmó que gran parte de los detenidos eran exmilitares colombianos, seguramente altamente entrenados tras décadas de luchar contra la guerrilla y el narcotráfico.
La policía haitiana acusó en particular a Sanon de haber reclutado a los 26 miembros del comando utilizando una empresa de seguridad venezolana llamada CTU, con sede en Florida.
Una mujer que afirma ser pareja de uno de los colombianos detenidos, dijo que una empresa le ofreció a su esposo un salario de “2.700 dólares mensuales” para unirse al comando.
Bogotá también investiga varios viajes a Colombia de Dimitri Herard, el jefe de seguridad de Jovenel Moise, quien fue convocado a declarar por la Fiscalía de Puerto Príncipe tras la aparente facilidad con que el comando cometió el magnicidio.
El sospechoso visitó Ecuador, Panamá y República Dominicana en varias ocasiones, vía Colombia, entre enero y mayo de 2021, y actualmente la policía colombiana verifica las actividades que realizó en esos países.
Tras la serie de arrestos, la policía haitiana aún debe encontrar un motivo para el ataque y demostrarlo.
Si se confirma la participación de Sanon, las autoridades deben determinar si el médico fue el autor intelectual del complot o si hay otra persona que desempeña un papel más decisivo.
Embrollo político
Tres hombres parecen competir por el poder en este país caribeño ya sumido en una grave crisis política, económica y de seguridad, a lo cual se suma el embrollo político causado por el magnicidio.
El asesinato ocurrió dos días después de que el presidente nombrara a Ariel henry como nuevo primer ministro, en reemplazo de Claude Joseph.
Poco después del asesinato de Moise, Joseph asumió las riendas y decretó un estado de sitio, aunque rápidamente vio cuestionada su legitimidad.
Ocho de los diez senadores que aún están en el cargo firmaron una resolución ofreciendo a Joseph Lambert, presidente del Senado, asumir como presidente provisional de la República. Su juramentación, programada, se pospuso sine die por falta legisladores.
“La naturaleza y la manera en que el presidente fue asesinado hace de la necesidad de una reconstrucción genuina y el apoyo a la transición democrática en Haití aún más urgente”, sostuvo Horace Campbell, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Syracuse.
Las pandillas han tomado el control
Los secuestros masivo se dan mientras Haití es del azote de pandillas armadas, a quienes la policía no ha podido confrontar.
Desde el 1 de junio de 2021, las autoridades haitianas han perdido control del único camino que conecta a Puerto Príncipe con la mitad sur del país, con un tramo de 2 km en manos de las pandillas armadas.
Solo en mayo, Naciones Unidas registró al menos 200 secuestros, la gran mayoría de ellos en Puerto Príncipe.