México, México. El papa Francisco lamentó este miércoles la espiral de violencia que envuelve a México, tras el asesinato en una iglesia de dos sacerdotes jesuitas y un guía turístico, cuyos cuerpos permanecen desaparecidos.
El pontífice expresó tristeza y consternación por el crimen de sus compañeros de orden Javier Campos y Joaquín Mora, a quienes llamó “hermanos” y que desarrollaban su labor en comunidades indígenas tarahumara.
Hay tantos asesinatos en México. Estoy cerca, en afecto y oración, de la comunidad católica afectada por esta tragedia.
Dijo Francisco al final de su audiencia general semanal.
Campos, de 79 años, y Mora, de 81, fueron baleados el lunes en la localidad de Cerocahui, en las montañas del estado de Chihuahua (norte), “mientras intentaban defender a un guía turístico que buscaba refugio” en su parroquia, según la orden también conocida como la Compañía de Jesús.
El hombre que era perseguido también fue asesinado.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, confirmó este miércoles que el asesino ya fue identificado y que personal de la secretaría de Defensa Nacional trabaja en su búsqueda.
Agregó que el homicida, quien fue reconocido por otro sacerdote presente en el templo, ya tenía orden de arresto por el asesinato de un turista estadounidense en 2018. Medios locales lo identificaron como José Portillo, alias ‘El Chueco’.
“Esa zona de la sierra ha estado desde hace tiempo muy infiltrada, penetrada, dominada por la delincuencia”, admitió López Obrador.
Según expertos, la sierra de Chihuahua, con impresionantes cañones que atraen a turistas, es escenario de disputas entre cárteles del narcotráfico por ser una importante ruta de trasiego de drogas hacia Estados Unidos.
Unos 30 sacerdotes han sido asesinados en la última década en México, según la ONG Centro Católico Multimedial.
– “Encontrar los cuerpos” –
El mandatario subrayó que “lo que nos importa ahora es encontrar los cuerpos y detener a los responsables”.
Los atacantes cargaron los tres cadáveres en la parte trasera de una camioneta, los cubrieron con plástico y se los llevaron, detalló el padre Luis Gerardo Moro Madrid, jefe de los jesuitas en México.
“Exigimos justicia y la recuperación de los cuerpos de nuestros hermanos”, detalló en un comunicado la orden religiosa.
La oficina en México del Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU condenó el crimen de estos religiosos quienes, señaló, realizaban “un importante trabajo social y pastoral” con los indígenas.
“El asesinato de estos dos reconocidos sacerdotes nos recuerda la situación de violencia extrema y vulnerabilidad que enfrentan las comunidades de la Sierra Tarahumara en Chihuahua”, indicó Guillermo Fernández-Maldonado, representante en México de la ONU-DH.
El ataque se registró la tarde del lunes cuando el guía de turistas y que era perseguido por un pistolera intentó protegerse ingresando a la iglesia de Cerocahui.
“Los dos jesuitas de alguna manera intervinieron para que no sucediera nada en el templo (…). En ese momento, el agresor dispara contra aquel que perseguía y los sacerdotes”, declaró Moro Madrid a una radio local.
Un tercer cura, al escuchar los balazos, entró al recinto y vio los cuerpos de los dos jesuitas. “El asesino tal cual le dice: ‘lo siento, nos vamos a llevar los cuerpos'”, añadió el religioso.
– Asesino “se quiso confesar” –
Jorge Atilano González, también de la orden religiosa, explicó a la televisora Milenio que los sacerdotes conocían al agresor pues era de la zona y por eso intervinieron para tratar de apaciguarlo.
“Se quiso confesar” luego de disparar, dijo Atilano González al citar el testimonio del tercer sacerdote que estuvo en el templo. “Lo que creemos es que estaba en estado alcoholizado o de adicción por la reacción que tuvo”, detalló.
Unas horas antes en la misma comunidad se reportó que dos hombres, una mujer y una menor de edad habían sido secuestrados, aunque las autoridades no detallaron si los dos sucesos estarían relacionados.
En México, miembros de diversas órdenes religiosas suelen actuar como defensores y mediadores entre pobladores y sicarios del crimen organizado que operan en comunidades rurales.
En estados como Michoacán (oeste) o Guerrero (sur) algunos religiosos han apostado por el diálogo con los narcotraficantes como forma de pacificar dichas regiones, usualmente empobrecidas y con escasa presencia estatal.
México es sacudido por una ola de violencia ligada al narcotráfico en medio de la cual han sido asesinadas más de 340.000 personas desde diciembre de 2006, según cifras oficiales.