Izquierda española afronta debacle electoral en su antiguo feudo de Andalucía

Izquierda española afronta debacle electoral en su antiguo feudo de Andalucía

Madrid, España. Andalucía, bastión durante décadas de la izquierda española, podría propiciar el domingo un duro castigo a los socialistas del presidente del gobierno Pedro Sánchez y a sus socios de gobierno de extrema izquierda, a falta de un año y medio para las elecciones nacionales.

Todas las encuestas apuntan a que el Partido Popular (conservador) y su candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla, que gobiernan la región del sur de España desde 2018, obtendrán en torno a 50 de los 109 diputados regionales, más que la suma de todos los partidos de izquierda.

Según los sondeos, el Partido Socialista logrará un resultado similar al de las elecciones de 2018 (33), cuando perdió el poder regional por primera vez desde la instauración de la autonomía en 1982, tras un escándalo de corrupción por el desvío de fondos para luchar contra el desempleo.

Hasta entonces, la región más poblada de España, con 8,5 millones de habitantes, era un granero de votos para la izquierda, algo que se atribuía a unas condiciones sociales difíciles, con un desempleo históricamente alto, de casi 20% en la actualidad, que se eleva a 30,9% en el caso de Linares, la ciudad española con más paro.

– ¿Ha dejado Andalucía de ser de izquierdas? –

“No creo que Andalucía haya dejado de ser de izquierdas, sociológicamente”, explicó a la AFP Óscar García Luengo, catedrático de ciencias políticas de la Universidad de Granada. Lo que ocurre es que los socialistas son víctimas del “desgaste natural del partido que ha estado décadas en el gobierno, que ha tenido casos de corrupción”, agregó.

Otra incógnita de los comicios del domingo, además del calibre de la caída de la izquierda, es si el PP logrará la mayoría absoluta (55 diputados) o necesitará para gobernar a la formación de extrema derecha Vox, como pasa en Castilla y León, algo que enturbiaría la apuesta por la moderación del nuevo líder conservador nacional, Alberto Núñez Feijóo.

“Es muy probable, según dicen las encuestas, que yo sea presidente de la Junta de Andalucía”, por lo que lo mejor sería disponer de “un gobierno fuerte y constructivo”, en vez de estar “lastrado, condicionado” por Vox, dijo Moreno Bonilla a la prensa el miércoles, apelando al voto útil.

La ola de calor que afecta a toda España, pero en particular a Andalucía, con temperaturas por encima de los 40ºC, hace temer a los conservadores que sus votantes, confiados, prefieran las playas a las urnas.

“Domingos de playa va a haber muchos, pero vías para consolidar el cambio sólo va a haber una”, rogó Moreno Bonilla a los 6,6 millones de andaluces llamados a ejercer el voto.

– Agotar la legislatura en Madrid –

Podrían ser los terceros comicios regionales seguidos que pierden los socialistas de Pedro Sánchez, tras los de Madrid en mayo del año pasado y Castilla y León en febrero.

Además, el Partido Popular podría atraer a una cantidad notable de antiguos electores socialistas (casi 17% de los que votaron por el PSOE en 2018, según un sondeo de Sigma Dos para El Mundo), de lo que podría deducirse que Feijóo le está ganando a Sánchez la batalla por el centro.

“Hay una estrategia, muy visible”, del PP de “presentarse como esa alternativa sensata, un esfuerzo en presentarse como una opción de centro, de centro derecha”, sostuvo el profesor García Luengo.

En general, estimó la consultora de análisis estadounidense Teneo, “será un duro golpe” para Sánchez, y “confirmará las divisiones en la izquierda radical y su continuo declive”.

Aún así, el impacto de la jornada del domingo en la política nacional no será “significativo”, porque ni Sánchez ni sus socios de Podemos tienen “ningún interés” en adelantar las elecciones nacionales, continuó Teneo.

Un momento simbólico de la derrota socialista sería dejar de ser, por primera vez, la fuerza más votada en Sevilla, cuna del antiguo presidente del gobierno Felipe González (1982-1996).

En cuanto a la extrema izquierda, los sondeos le auguran un estancamiento o una caída en la que se intuye el desgaste de gobernar en tiempos de inflación, tras haber irrumpido con fuerza en la política española con unas “propuestas muy ideologizadas, muy difíciles de conjugar a medio plazo”, apuntó García Luengo.