Damnificados esperan justicia cinco años después de gran incendio de vivendas sociales en Londres

Damnificados esperan justicia cinco años después de gran incendio de vivendas sociales en Londres

Londres, Reino Unido. Los damnificados de la Torre Grenfell, edificio londinense de viviendas sociales que ardió como una antorcha matando a 72 personas, en su mayoría migrantes, conmemoraron este martes el quinto aniversario de la tragedia, todavía a la espera de que se haga justicia.

Por la mañana, supervivientes y familiares de las víctimas asistieron a un servicio religioso en la Abadía de Westminster, con la presencia entre otros de la entonces primera ministra Theresa May y el alcalde de Londres, Sadiq Khan.

Se leyeron los nombres de las 72 víctimas y se tañeron las campanas 72 veces.

“La Torre Grenfell se ha convertido en símbolo de las desigualdades sociales y la injusticia que existe en nuestro país”, afirmó un portavoz del grupo Justice4Grenfell.

Por la tarde, la asociación de damnificados organizó una misa multiconfesional al pie de la torre, aún cubierta de lona blanca, a la que asistieron el príncipe Guillermo, de 39 años, segundo en la línea sucesoria al trono británico, y su esposa Catalina, de 40 años.

Los duques de Cambridge se reunieron antes con supervivientes y familiares, y después participaron en una ofrenda floral por las víctimas de la tragedia.

El 14 de junio de 2017, un congelador defectuoso inició un fuego que se propagó a gran velocidad por la torre de 24 plantas, ubicada en el adinerado barrio londinense de North Kensington, debido al altamente inflamable revestimiento de su fachada, hecho de láminas de aluminio y polietileno.

En una tragedia que conmocionó al país, perdieron la vida 71 residentes y un bebé nació muerto. Decenas de familias quedaron sin hogar, desplazadas durante años a alojamientos temporales.

Cinco años después, no se han presentado cargos penales.

– “Obtener justicia” –

Entre los damnificados está el portugués Tiago Alves, de 25 años, que vivía con su familia en la planta 13.

Cuando se declaró el fuego de madrugada, él miraba la televisión y su hermana dormía, explicó Alves a la revista Big Issue, especializada en cuestiones sociales, en 2018 con motivo del primer aniversario.

Sus padres, que habían salido, vieron el principio del fuego a su regreso.

“Mi padre abrió la puerta de golpe y gritó que teníamos que vestirnos y salir”, pese a que la consigna oficial era quedarse en el interior y esperar a los socorristas, afirmó.

“Bajamos corriendo, pero mi padre se quedó llamando a las puertas de todos los habitantes del piso 13”, relataba, considerando que el abandonar el edificio les salvó la vida.

Alves recordaba ya entonces la falta de mantenimiento de un edificio gestionado por el ayuntamiento local del distrito londinense de Kensington and Chelsea, y el contraste con las lujosas viviendas privadas de la zona.

“Podías cruzar la calle y ver la diferencia entre una vivienda social y una casa de cinco millones de libras. El ayuntamiento tenía un problema de actitud hacia nosotros. Para ellos sólo éramos personas que vivían en una vivienda social”, decía a Big Issue.

Ahora, Alves y su familia militan “para que algo así no vuelva a suceder”. “La única manera de obtener justicia es continuar nuestra lucha, continuar nuestra campaña (…) para que haya un cambio”, afirma.

– 640.000 casos similares –

Los damnificados “han enfrentado constantes negativas por parte de los responsables de que Grenfell estuviera cubierto de un revestimiento tan inflamable como la gasolina”, denunció Matt Wrack, secretario general del sindicato de bomberos.

Muchos de los socorristas, que afirman seguir traumatizados por lo ocurrido, debían sumarse a una marcha silenciosa organizada tras la misa multiconfesional.

“Han soportado la espera de unos cargos penales que continúa hoy en día. Nos inspiran a todos con su implacable lucha por la justicia y seguimos solidarizándonos con ellos en cada paso del camino”, agregó Wrack.

En un país donde todos los distritos urbanos deben proporcionar cierto número de viviendas sociales, unas 640.000 personas viven en edificios que conservan el mismo revestimiento en sus fachasas, según cifras del diario The Time.

Incapaces de pagar el elevado coste de retirarlo, no solo se encuentran en una situación peligrosa sino que vieron aumentar las primas de sus seguros y no pueden vender o alquilar sus apartamentos porque los bancos no están dispuestos a conceder hipotecas para estas propiedades.