El escritor italiano de lengua eslovena, Boris Pahor, quien sobrevivió a la barbarie nazi y narró los horrores del siglo XX, murió este lunes a los 108 años en Trieste, norte de Italia.
Italia rindió un particular homenaje al autor de Necrópolis, la novela autobiográfica donde plasmó su experiencia en los campos de concentración nazi, escrita en esloveno en 1966 y que tuvo que esperar más de 20 años para ser traducida.
El mayor exponente de la lengua eslovena, galardonado en 1992 con el máximo premio de la literatura de ese país, el Premio Prešeren, sufrió la persecución fascista y las deportaciones por ser esloveno, por lo que dedicó su vida a la defensa de las minorías.
El presidente italiano, Sergio Mattarella, que le otorgó en 2020 el título de Caballero de la Gran Cruz de la Orden del Mérito, recordó este lunes su vida y obra, al ser “testigo y víctima de los horrores causados por la guerra, el nacionalismo y las ideologías totalitarias”, dijo.
Autor de más de una docena de libros, la obra de Pahor suele evocar la brutalidad y el horror de lo que presenció en los campos de concentración y su sentimiento de culpa por haber sobrevivido.
Su implacable relato del frío extremo, de las enfermedades, del descenso a ese infierno padecido presenta afinidades con las obras del italiano Primo Levi y el español Jorge Semprún, también sobrevivientes.
Nacido el 26 de agosto de 1913 en Trieste, Pahor fue arrestado por los nazis en 1944 por formar parte de la resistencia antifascista eslovena.
Estuvo recluido en cinco campos de concentración, incluido el de Natzweiler-Struthof, en la región francesa de Alsacia, y en los de Dachau y Bergen-Belsen, en Alemania.
Defensor de las minorías
Trieste, que formaba parte del imperio austrohúngaro, históricamente fue una ciudad multiétnica y cosmopolita, pero después de la Primera Guerra Mundial el gobierno italiano comenzó una verdadera limpieza étnica, con la italianización forzada de nombres, apellidos y la expulsión de varias etnias de la ciudad.
“Bajo Austria los eslovenos pudieron desarrollar su cultura. Con Italia sabíamos que íbamos a perderlo todo”, contó a AFP en una entrevista realizada en 2009.
Cuando era adolescente en Trieste, se dio cuenta de que era uno de los “bichos” que el dictador Benito Mussolini quería aplastar y por ello juró lealtad a su identidad eslovena.
“Empecé a poner mi identidad en el papel, a escribir sobre mi calle, en el mar, los muelles. Conquisté la ciudad en esloveno”, confesó.
Pahor estuvo siempre políticamente comprometido, se presentó a las elecciones europeas y regionales por la agrupación Unión Eslovena, en representación de la minoría eslovena de Italia, que cuenta con unas 80.000 personas.
“En esta Europa dominada por la economía, las minorías con su cultura y su lengua no tienen el lugar que se merecen”, aseguró entonces a AFP.
Pahor es particularmente apreciado en la vecina Eslovenia, que se independizó de Yugoslavia tras su desintegración en 1991.
A propósito de su excepcional longevidad, en 2018 confesó al periódico italiano Corriere della Sera que “desde que salí vivo de los campos de concentración soy indiferente al paso del tiempo (…) No me detengo, miro siempre hacia adelante”, dijo.