Al menos 25 vehículos y maquinarias fueron quemadas este jueves por un grupo de encapuchados en la región de Arauco, en el sur de Chile, en uno de los ataques más violentos que se registran en esta región.
El grupo, de entre 30 a 40 personas, irrumpió con rostros cubiertos en una planta de áridos ubicada en Villa Los Ríos, en la provincia de Arauco, en la región del Biobío, donde son frecuentes los ataques incendiarios atribuidos a grupos radicales mapuches pero también a bandas que roban madera. También las autoridades investigan en esa área la existencia de grupos de autodefensas y delincuencia común.
Tras golpear a los trabajadores e intimidarlos con ráfagas de disparos, rociaron con gasolina los camiones y otras máquinas que se encontraban al interior de la planta, según relató el delegado presidencial en la Zona, Humberto Toro, a medios locales.
“Tenemos cerca de 25 camiones, camionetas y maquinarias” quemadas, precisó.
Lo que ocurrió en Los Álamos “se está investigando (…) Está el equipo especializado desplegado, levantando evidencia, haciendo un estudio del sitio del suceso para poner a disposición del Ministerio Público todo rastro”, afirmó de su lado el jefe de operaciones de Carabineros (cuerpo policial) de la zona, Juan Pablo Ureta.
Por su parte la Confederación Nacional Dueños de Camiones de Chile afirmó en una declaración: “El atentado en Los Álamos demuestra que la Provincia de Arauco es una tierra sin ley”. Añadió que “la autoridad está totalmente sobrepasada” por las acciones.
Los ataques incendiarios en la provincia de Arauco y en la vecina región de La Araucanía, a uno 680 km al sur de Santiago, se han tornado frecuentes en los últimos años. Eso cuando grupos radicales indígenas mapuches, la mayor etnia nativa de Chile, comenzaron a reivindicar la posesión de tierras que consideran suyas por derechos ancestrales y que hoy están en manos de empresas forestales.
El gobierno del presidente izquierdista Gabriel Boric, que asumió el pasado 11 de marzo, apuesta por el diálogo con los diferentes actores para acabar con el clima de violencia, en contraposición a la política adoptada por su antecesor, el conservador Sebastián Piñera, que ordenó la militarización de la zona.