Alemania ya vislumbra el final de las restricciones por la covid-19. Al menos de las más engorrosas, que obligan a enseñar documentación a la entrada de cualquier tienda y para consumir en cafeterías y restaurantes. Las mascarillas en interiores, en cambio, van a seguir acompañando a los alemanes durante la primavera. “Hoy es un día especial”, dijo el canciller, Olaf Scholz, al inicio de la rueda de prensa en la que anunció un plan de desescalada en tres fases que irá eliminando restricciones progresivamente hasta el 20 de marzo. “Muchos ciudadanos estarán de acuerdo conmigo: después de dos largos años, nos merecemos que las cosas mejoren y parece que eso es lo que tenemos por delante”, aseguró.
Scholz quiso mandar un mensaje de “optimismo y esperanza”, pero también alertó de que la pandemia no ha terminado. “La próxima variante puede estar a la vuelta de la esquina”, aseguró, y añadió que hay que empezar a pensar en el próximo otoño e invierno. Para entonces la tasa de vacunación en Alemania debería ser muy superior a la actual (74% de la población está inmunizada; uno de los porcentajes más bajos de Europa occidental), por lo que animó a quienes no se han vacunado a que lo hagan cuanto antes. Scholz reiteró que está a favor de la vacunación obligatoria, que debería estar tramitándose en el Parlamento pero cuyo debate se ha retrasado hasta marzo.
Alemania todavía está en plena ola de la variante ómicron, con cifras de contagios muy elevadas, pero acaba de alcanzar el pico y la incidencia acumulada ha encadenado cinco días seguidos a la baja. Tras las cifras récord de la semana pasada, la curva empieza a descender, tal y como predijeron en enero los modelos estadísticos que usan las autoridades. Este miércoles se han registrado casi 220.000 casos y 247 fallecidos. Las restricciones que mantiene el país están entre las más estrictas de la UE, con la exigencia del pasaporte covid para cualquier actividad en interiores.
La incidencia semanal es de 1.400 casos por 100.000 habitantes (en España está por debajo de 400), pero el alto número de casos no ha impactado en la misma proporción en las cifras de hospitalizaciones. El sistema sanitario aguanta bien, con aproximadamente la mitad de camas de cuidados intensivos ocupadas que durante la anterior ola, entre noviembre y diciembre, que obligó a cancelar intervenciones programadas y a trasladar a pacientes graves por falta de personal para atenderles en hospitales del sur y el este de Alemania.
En la primera fase del plan que el canciller ha acordado con los líderes de los 16 Estados federados se permitirán las reuniones privadas sin límite de participantes. Hasta ahora no se podían reunir más de 10 adultos. Seguirá siendo necesario que estén vacunados o que hayan pasado la enfermedad recientemente. En los Estados donde todavía estaban en vigor las restricciones de acceso al comercio no esencial –como Berlín, donde se elimina la restricción el viernes- dejará de exigirse el pasaporte covid. Es decir, los no vacunados podrán volver a entrar a las tiendas sin restricciones.
En una segunda fase, a partir del 4 de marzo, también se permitirá a los no vacunados consumir en bares y restaurantes, aunque en este caso deberán presentar un test negativo. Terminan así las restricciones a la vida social en lugares públicos con las que las autoridades presionan desde noviembre a los varios millones de adultos que todavía no se han vacunado. Quedan algo más de 10 millones de mayores de 18 años sin inmunizar y los esfuerzos de los últimos meses apenas han dado frutos. Casi todas las nuevas vacunaciones son dosis de refuerzo. A partir del 4 de marzo los hoteles tampoco exigirán prueba de vacunación para permitir la estancia. El ocio nocturno y los eventos multitudinarios continuarán excluyendo a los no vacunados.
El 20 de marzo, si la situación de los hospitales sigue siendo estable, se retirarán “todas las medidas de protección de mayor alcance”, anunció Scholz, es decir todas las restricciones de acceso a lugares públicos y para las reuniones privadas. También decaerá la obligación de trabajar desde casa, aunque las empresas podrán seguir ofreciendo el teletrabajo a sus empleados especialmente en oficinas de planta abierta. La mascarilla seguirá siendo obligatoria en lugares cerrados, incluido el transporte público.
El canciller aseguró que Alemania ha capeado mejor que sus vecinos la pandemia de coronavirus, pero constató que la tasa de vacunación tiene que aumentar de cara a la próxima temporada de frío. Durante la cuarta ola, entre noviembre y diciembre, la peor que ha vivido el país, Scholz anunció la vacunación obligatoria e incluso adelantó que entraría en vigor entre finales de febrero y principios de marzo. Sus planes no se han cumplido. El Gobierno de coalición que preside no ha presentado un proyecto de ley y los que iban a llevar al Bundestag las formaciones políticas todavía no están listos, por lo que no se espera un debate y una votación hasta el mes de marzo. Los textos barajan distintas posibilidades, como la obligación general de vacunarse para todos los adultos o solo para los mayores de 50 años. En cualquier caso, la necesidad de contar con una ley no es acuciante, coinciden las autoridades y los expertos, que sí esperan tenerla lista para el otoño.
Fuente: El País