En el Chicago de los años veinte reinaban los negocios de Alphonse Capone, dedicados al juego, la prostitución y, sobre todo, la venta de alcohol ilegal. Pero la ola de violencia alertó a las autoridades estadounidenses, que consiguieron condenarlo por evasión fiscal. Recluido y enfermo, el líder de la mafia perdió su imperio.
Alphonse Capone nació en el distrito neoyorquino de Brooklyn en 1899, dentro de una familia procedente del sur de Italia. Tras terminar la escuela comenzó a trabajar en oficios varios, pero pronto conoció al gánster Johnny Torrio, de quien aprendió y heredó los negocios criminales. Bajo su tutela se convertiría en uno de los gánsteres más famosos del periodo de entreguerras y, con ello, en un icono cultural que inspiró numerosas películas.
Con tan solo treinta años, Al Capone poseía el imperio del crimen de Chicago. Las guerras entre mafias durante los años veinte le habían permitido eliminar a sus rivales, pero también lo convirtieron en objetivo de la policía. Gracias a una larga investigación, en 1931 fue condenado por evasión fiscal a once años de cárcel. En ese tiempo, la sífilis aceleró su deterioro mental y físico, por lo que recibió la libertad condicional en 1939. Arruinado y enfermo, se retiró con su familia a su casa de Miami, donde murió el 25 de enero de 1947 tras sufrir una neumonía.
La leyenda de Scarface
La carrera criminal de Al Capone despegó de la mano de Johnny Torrio, también de origen italiano, quien lo introdujo en bandas juveniles como la Five Points Gang. Empezó a trabajar en bares de sus socios, en los que vivió altercados como la pelea con Frank Gallucio por haber piropeado a su hermana. Este gánster intentó apuñalar a Capone y alcanzó a cortarle el lado izquierdo de la cara, donde quedó una cicatriz por la que fue apodado Scarface (‘Caracortada’).
Torrio, consciente de las habilidades de Capone para la contabilidad y los negocios, sabía que no era un simple matón. Cuando fue perseguido por unos asesinatos, lo refugió en Chicago, entonces capital estadounidense de la corrupción. Él trabajaba allí para su tío político, Big Jim Colosimo, quien controlaba el juego y la prostitución. La aprobación de la ley seca en 1920 supuso la oportunidad de aumentar los ingresos con la venta de alcohol ilegal, pero Colosimo no quiso aprovechar este negocio, así que fue asesinado por un desconocido, que según los indicios había contratado Torrio.https://elordenmundial.com/que-es-la-ley-seca-por-la-que-se-prohibe-vender-alcohol/embed/#?secret=j5aVWsmwVM
Los años veinte en Chicago comenzaban con el propio Torrio heredando el imperio de Colosimo, el grupo Chicago Outfit, al que sumó el tráfico de alcohol. Sin embargo, en 1925 intentaron asesinarlo, lo que le recluyó una temporada en el hospital y, después, en la cárcel. Torrio entonces le transfirió su poder a su mano derecha, Capone, que en los años siguientes se consolidó gracias a la corrupción política y a eliminar a las otras bandas, así como a los socios que conspiraban en su contra. Para limpiar su imagen y ganar apoyo social entre tanta violencia, recurrió a actos benéficos, como montar comedores sociales.
Auge y caída del reinado de Al Capone
Al Capone asentó su imperio creando el Sindicato del Crimen, ideado por Torrio, en mayo de 1929. Pero el camino a esta alianza entre mafias italianas y judías lo había allanado una guerra entre bandas. Chicago estaba inundada de violencia con matanzas como la de San Valentín, que acabó con la banda de Bugs Moran, lo que convirtió a las mafias en un objetivo del Gobierno. Sin embargo, demostrar la culpabilidad de los líderes era difícil, pues limpiaban su nombre entre corrupción, testaferros y códigos secretos. De esta manera, la estrategia estatal giró en 1927 al establecer un impuesto que obligase a tributar los ingresos por actividades ilícitas, con las que las mafias aumentaban su riqueza y poder.
El Departamento del Tesoro estadounidense puso entonces en marcha la investigación que acabaría con Capone: mientras el equipo de Elliot Ness, conocido como “los intocables” por negarse a los sobornos, perseguía el contrabando de alcohol, el agente Frank J. Wilson investigaba sus cuentas para encontrar un quiebre legal. Al final, con la ayuda de su exabogado, Edward O’Hare, descifraron el código de los libros de contabilidad, lo que justificó su detención por evasión fiscal. O’Hare también averiguó que el jurado estaba sobornado por Capone a tiempo para poder reemplazarlo antes de que se dictase sentencia.
Así consiguieron que fuera condenado en 1931 por evadir impuestos y violar la ley seca, pero no por el resto de sus crímenes. Durante una primera etapa en la prisión federal de Atlanta (Georgia), Al Capone continuó con sus negocios ante la falta de control de las autoridades. Por ello lo trasladaron a la cárcel de máxima seguridad de Alcatraz (California) en 1934. Desde entonces, el aislamiento y su enfermedad, junto a la revocación de la ley seca en 1933, le llevaron a la ruina. Por motivos de salud le concedieron la libertad condicional en 1939, pero antes de retirarse de la criminalidad puede que se haya vengado de O’Hare, cuyo asesinato sigue sin resolverse.