El papa lamentó hoy las desigualdades que existen en el acceso a la sanidad, especialmente en los países más pobres donde «recibir un tratamiento adecuado sigue siendo un lujo», y puso como ejemplo «la falta de disponibilidad de vacunas» contra el Covid-19, en un mensaje por el Día Mundial del Enfermo.
«Pienso sobre todo en los habitantes de las zonas más pobres del planeta, donde a veces hay que recorrer largas distancias para encontrar centros de asistencia sanitaria que, a pesar de contar con recursos limitados, ofrecen todo lo que tienen a su disposición», dijo Francisco.
En su discurso, el pontífice agradeció el trabajo que realizan de las iglesias locales, pero insistió en que «todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusión, la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral».
Con motivo del Día Mundial del Enfermo, el papa recordó a todos aquellos enfermos que, «durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia» sin contar con sus seres queridos.
Por esta razón pidió a todos los agentes sanitarios que tengan en cuenta que «el enfermo es siempre más importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustiar y de sus miedos».
En esta línea, Francisco subrayó que «incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, consolar y hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología».
Finalmente, destacó la importancia de contar con la presencia de testigos de la caridad de Dios que muestren la «misericordia del Padre» a los enfermos y de los centros de asistencia sanitaria abiertos por la comunidad cristiana.