Este lunes observamos que el volcán de La Palma había tenido un parón en su actividad eruptiva, en el que dejó de emitir lava. Sin embargo, esto puede volver a cambiar en cualquier momento.
De hecho, a los pocos minutos de que esto sucediera, volvíamos a observar una columna eruptiva de vapor de agua y muchos piroclastos negros. Así corroboramos que la evolución de la actividad del volcán, cuya lava ya ha llegado al océano, es muy cambiante a lo largo del tiempo.
¿Habrá nuevas explosiones?
Para entender el proceso de erupción de un volcán podemos compararlo con una botella de champán. Cuando la botella está cerrada no vemos el gas. De la misma forma, cuando el magma se encuentra estancado a unos diez o quince kilómetros de profundidad, es una sustancia líquida silicatada y caliente a más de 1.200 grados con gases o volátiles disueltos (agua y diversos compuestos de carbono, azufre, cloro, fluor, entre otros), más cristales.
Es decir, tal y como sucede con la botella, hay gas pero en este momento no se podrían ver. Esto sucede en la cámara magmática debajo de la isla de La Palma, donde hay suficiente presión litostática y no se forman burbujas (vesiculación magmática).
Pero cuando esa lava sube a zonas subsuperficiales (unos pocos kilómetros o cientos de metros), el magma empieza a liberar gas (exsolución de burbujas). Entonces nos encontramos con un magma compuesto por un 95% de líquido y 5% de gases, aproximadamente, encerrados en las burbujas. Estos volátiles son los que van a generar la explosividad que vemos en la superficie.
Conforme el magma va ascendiendo, las burbujas son cada vez mayores y se rompen cerca de la superficie. Así se produce la fragmentación del magma, que sale al exterior formando columna de piroclastos (ceniza, lapilli, escorias y bombas, según su tamaño de menor a mayor). Estos se dispersan según su densidad: los más groseros cerca de la fisura y los más finos a la troposfera y distancias kilométricas.
La fisura eruptiva superficial puede medir centenares de metros o algunos kilómetros y va cambiando a lo largo del tiempo. Se pueden formar varias bocas, pero ahora se ha concentrado en un cono volcánico principal. En esta semana que llevamos de erupción, ese cono ya tiene entre 160 y 180 metros de altura.
Seguramente viviremos nuevas explosiones. Habrá pulsos, es decir, tendremos varias horas de erupción continua de gran explosividad. Por tanto, en cuestión de minutos puede ir disminuyendo la explosividad y parar, para luego volver a soltar una columna eruptiva explosiva al poco tiempo.
Los pulsos explosivos, como los que hemos estado viendo a lo largo de estos ocho días, están condicionados por la cantidad de gas disuelto que existe en el magma que va saliendo a superficie a temperaturas de unos 1.200 grados.https://flo.uri.sh/visualisation/7405950/embed?auto=1
Cascadas de lava
No podemos saber cuánto durará la erupción. Lo único que podemos hacer es estudiar los hechos volcánicos históricos. En este contexto, desde la conquista de Canarias, en la dorsal o rift de Cumbre Vieja ha habido seis erupciones.
La del Teneguía, la más corta, duró 25 días, la de San Juan 38 días, la de El Charco 56 días, la de Tahuya 84 días, entre otras. Es decir, todas han durado entre uno y tres meses.
Por lo que sabemos, la cámara magmática que hay en el subsuelo insular puede tener varias centenas de millones de metros cúbicos y hasta ahora se han emitido unos 43 millones de ellos. Es decir, todavía queda mucho material abajo y solamente llevamos una semana, por lo que podemos prever que todavía queda mucha erupción con pulsos explosivos y algunos más tranquilos.