Las cacerías de brujas que llevaron a miles de mujeres a ser quemadas en la hoguera entre los siglos XV y XVII siguen siendo un problema en pleno 2021 en una región de la República Democrática del Congo llamada Kivu del Sur en la que nada más en septiembre fueron quemadas vivas ocho mujeres acusadas de brujería.
De acuerdo con Nelly Adidja, representante de la Asociación de Mujeres en los Medios de Comunicación en Kivu del Sur, desde junio hasta septiembre de este año se han llevado a cabo 324 acusaciones de brujería en contra de mujeres congolesas, de las cuales 114 se han reportado sólo en el territorio de Kalehe, dentro de la provincia de Kivu del Sur.
Entre estos casos, se denunció que cinco mujeres fueron humilladas públicamente y quemadas vivas y que otras cuatro fueron llevadas a destinos desconocidos por miembros de las llamadas milicias de autodefensas.
“Solo desde principios de septiembre, las autoridades locales han contabilizado a ocho personas que fueron quemadas o linchadas en tres territorios (Kalehe, Walungu y Fizi) por una justicia popular tan horrible como apresurada, a menudo provocada por el mandato oscurantista de clarividentes y otros predicadores en maldad de los fieles”, dice en un comunicado la asociación de Adidja.
De acuerdo con expertos del país, como el sociólogo Bosco Muchukiwa, el fenómeno de las cacerías de brujas está resurgiendo por la incapacidad del Estado de imponerse en sus misiones soberanas y las fallas de la policía y el poder judicial en el ejercicio de su trabajo.
El problema, según él, se ve acentuado por los “bajakazi”, clarividentes y pseudo predicadores presentes en casi todos los pueblos. También hay algunos hombres, pero la mayoría son mujeres. Estos afirman tener el poder de detectar magos y brujas.
“Es falso, no tienen poder, pero juegan con la ingenuidad de la gente a la que manipulan, para tener más seguidores, para darse un cierto valor, más peso en el pueblo”, resalta Muchukiwa.La mayoría de víctimas son mujeres mayores de 65 años. REUTERS/Olivia Acland
Estas figuras, que son un tipo de chamán popular, parecen haber aumentado en popularidad en los años recientes, pese a los esfuerzos institucionales por mermar su influencia entre la población.
En 2014 por ejemplo, los diputados provinciales de Kivu del Sur aprobaron una ley que prohibía el uso de la justicia popular en la región. Pero este texto no se aplica, y tampoco fue asimilado por la población como para que se cumpliera.
Entonces el problema persiste, aunque las cifras concretas difieran de una fuente a otra. Por ejemplo, Thadée Miderho, administradora del territorio de Kabare, dijo haber registrado desde principios de año seis personas asesinadas, “principalmente mujeres mayores de 60 años”, por ser brujas, designadas como tales por “Bajakazi”.
Hace dos años, sobre la base de una denuncia dirigida al fiscal de Kavumu (al norte de Bukavu), 11 de estas sacerdotisas fueron detenidas y pasaron seis meses en prisión.
“Fueron liberadas luego de prometer cambiar de trabajo, pero algunas continúan con sus actividades en secreto”, lamenta Miderho.
En cuanto a llevar ante la justicia a los aldeanos que matan a las supuestas brujas, según Miderho es una misión casi imposible. “En caso de justicia popular, los jefes de aldea dicen que es la población quien es el autor, no mencionan nombres”.
Memoria de una “bruja” calcinada
Shasha Rubenga todavía se estremece ante la evocación de escenas que presenció el 16 de agosto en Cifunzi, una aldea de unos 2.000 habitantes en las afueras del Parque Nacional Kahuzi-Biega .
“Eran alrededor de las 5:00 am, era lunes. Por el pueblo circulaban jóvenes en posesión de una lista en la que aparecían los nombres de 19 mujeres mayores de 65 años, designadas como brujas por una profetisa”, relata la joven maestra y activista de derechos humanos a Africa News.
Buscaban a estas mujeres. La mayoría de ellas, cuyas casas fueron destruidas, tuvieron tiempo de huir. Algunas otras fueron salvadas por los soldados que dispararon al aire para dispersar a la multitud.
“Pero vi a estos jóvenes apoderarse de una vecina llamada Nyabadeux”, una anciana que tenía siete hijos.
“La maltrataron, la rociaron con gasolina y la prendieron en fuego con un fósforo. Esta mujer fue quemada viva en medio del pueblo”, relató Shasha.
“Me duele, incluso los jóvenes menores de 10 años participan en estas escenas espantosas”, continúa. “Vi a un niño de cinco años con un gran palo, girando el cuerpo carbonizado de Nyabadeux”.