Quienes no sufren microagresiones tienden a pensar que es fácil ignorarlas, pero lo cierto es que, con el tiempo, acaban haciendo mucho daño.
Cuando eres una persona de la comunidad LGTBiQ que vive en un mundo heteronormativo y cisnormativo, los pequeños actos de discriminación, conocidos como microagresiones, se convierten en una parte frustrante e inevitable de la vida.
Las microagresiones pueden ser “deslices, desaires o insultos intencionados o involuntarios, que transmiten mensajes hostiles, derogatorios o negativos a los miembros de un grupo marginalizado”, explica el profesor Derald Wing Sue, que ha escrito varios libros sobre la materia.
El término microagresión fue acuñado en los años 70 por Chester M. Pierce, psiquiatra de la Universidad de Harvard, en relación con las diversas formas de racismo que sufren las personas negras. Desde entonces, el concepto se ha extendido a distintos sectores marginalizados de la sociedad: personas de color, mujeres, personas con discapacidades, la comunidad LGTBIQ, etc.
En muchos casos, el agresor ni siquiera tiene mala intención ni sabe que ha hecho o dicho algo maleducado.
“A las personas LGBTQ a menudo se las patologiza de formas abiertas y encubiertas”, sostiene Kevin Nadal, profesor de Psicología de la John Jay College of Criminal Justice y autor de That’s So Gay! Microaggressions and the Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Community.
Las microagresiones pueden parecer inofensivas o triviales. Las personas que no las sufren tienden a pensar que es fácil ignorarlas, pero lo cierto es que, con el tiempo, estas interacciones acaban haciendo mucho daño. Las investigaciones han demostrado la relación entre estas microagresiones y una mayor tasa de depresión, ansiedad y trauma, así como otros problemas físicos, como la hipertensión.
Sebastián López Calvo, terapeuta de Kip Therapy, equipara el efecto acumulativo de estas microagresiones al de un pequeño moretón en el que no dejas de pegarte golpes continuamente.
“Duele tanto si es intencionado como si no, y con el tiempo, el hematoma se hace más grande por los golpes repetidos y la falta de curación”.
Cómo actuar ante una microagresión
¿Lo ignoras? ¿Pones los ojos en blanco? ¿Le respondes? ¿Se te ocurre una respuesta ingeniosa cuando ya es tarde? En realidad, depende de ti y de las circunstancias. Lo primero es asegurarte de que tu integridad física no va a correr peligro. Después piensa en el escenario: no es lo mismo estar en el trabajo que estar en una barbacoa con los amigos.
Si quieres responder algo, una idea simple, pero efectiva, es preguntar: ”¿Qué quieres decir con eso?”.
“A veces, ni siquiera se han dado cuenta de que han dicho algo malo”, explica Nadal. “Al darles la oportunidad de explicarse o reflexionar sobre lo que han dicho, pueden corregirse o incluso disculparse”.
¿Y si eres tú quien ha cometido una microagresión? Antes de nada, no creas que eso te convierte en una mala persona. Muchas personas hacen daño a otras sin darse cuenta y sin tener mala intención, y todo el mundo tiene días y comentarios desafortunados.
La edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con personas LGTBIQ para que compartan algunas de las microagresiones que sufren en su día a día.
1. Dar por sentado que alguien “hace de hombre” y alguien “hace de mujer” en las relaciones queer.
“Estoy en una relación de tipo butch (mujer masculina) y femme (mujer femenina) con mi prometida. Cuando interactuamos con personas heterosexuales, a mi prometida la tratan como al hombre y a mí me dejan un poco apartada. Hace poco, cuando fuimos a comprar una autocaravana a mi nombre, el vendedor solo hablaba con mi pareja, asumiendo que era ella la que llevaba las finanzas en la relación.
En esta sociedad tan anticuada, intentan embutir la dinámica de las relaciones tradicionales heterosexuales hasta en las relaciones entre lesbianas. A las mujeres masculinas las tratan casi como a hombres, pero sin el respeto y los privilegios, mientras que a las lesbianas femeninas nos tratan peor”. — Sara Youngblood Gregory, escritora sobre sexo, discapacidad y salud para personas LGTBIQ.
2. Hablar de la identidad LGTBIQ como si fuera una decisión o un estilo de vida
“Esta microagresión está tan enraizada que mucha gente ni siquiera ve el problema. A mí me duele profundamente que piensen que mi identidad es una decisión. Me enorgullece ser gay, pero no fue decisión mía. Si piensas que es una decisión, estás negando la experiencia y las adversidades que he tenido que sufrir por tener esta identidad”. — Patrick Tully, psicoterapeuta.
3. Hacer preguntas invasivas sobre los genitales.
“Estas preguntas no solo invaden la privacidad de las personas, sino que también demuestran que para ti, conocer los genitales de otra persona te resulta necesario para comprender su identidad de género, aunque no guarde ninguna relación.
El sexo y el género son dos cosas distintas. El sexo se asigna en el nacimiento en función de los genitales y el género está relacionado con la identidad de la persona. No es necesario conocer el sexo de una persona para comprender su identidad. Al preguntar por sus genitales, estás invalidando su expresión de género y su identidad”. — Az Franco, activista y escritor trans no-binario.
4. Decirle a una persona que no parece no-binaria.
“Las personas no-binarias no tienen un aspecto característico, ya que engloban una amplia gana de identidades y expresiones de género. En vez de transmitir curiosidad sana, estás manifestando estereotipos de género y obligando a la otra persona a explicarte su identidad y sus decisiones más íntimas, a menudo en contextos inapropiados”. — Aida Manduley, terapeuta con especialidad en traumas y educación sexual.
5. Pensar que los homosexuales tienen cierta personalidad y ciertos gustos por el hecho de ser homosexuales.
“Me ha pasado varias veces que las chicas de alrededor se han emocionado al enterarse de que soy gay y me han propuesto ir de compras con ellas. Se quedaban decepcionadas cuando se enteraban de que no soy ‘esa clase de gay’ que tanto han visto en la tele y en el cine. Estas situaciones me duelen porque no me ven como a la persona que he luchado por ser, sino como un accesorio. Y digo accesorio porque decían que querían tener un mejor amigo gay, pero luego no votaban a favor de los derechos de los gays”. — Jan-Kristòf Louis-Mansano, asesor escolar.
6. Preguntarle a una persona transexual cuándo se va a operar.
“Esta pregunta me hace sentir como si no fuera suficiente persona siendo quien soy ahora mismo. No solo implica que las personas trans debemos operarnos para ser válidas y completas, sino que, al parecer, existe una ‘cirugía universal’ que deben hacerse las personas trans para pertenecer a este mundo. Y no es así. Muchos transexuales deciden no operarse nunca o, simplemente, no se lo pueden permitir. Preguntarle a un transexual cuándo se va a operar es simplificar demasiado las cosas, por no mencionar que es una incorrección factual”. — Franco.
7. Dar por hecho que una persona queer no puede relacionarse con personas heterosexuales.
“Como educador sexual, me han hecho esta pregunta un montón de veces: ‘¿Cómo puedes asesorar a heterosexuales si no eres heterosexual?’. Me pasó incluso en una entrevista de trabajo: ‘Casi todas las personas que trabajan aquí son heterosexuales. ¿Crees que podrás llevarte bien con ellas?’. Es una perspectiva muy reducida. ¡Abrid la mente, gente! Pensar que mis años de experiencia tienen menos valor por ser queer es una gran pu**da”. — Francisco Ramírez, educador sexual, conferenciante y asesor.
8. Preguntarle a una lesbiana cómo son sus relaciones sexuales.
“Me lo preguntan tanto los recién conocidos como algunos familiares. Parece que tienen que hacer malabares mentales para imaginarse cómo es el sexo entre lesbianas. A mí me parece triste, porque si esa es la primera pregunta que les viene a la mente, sus relaciones sexuales deben de ser muy aburridas. Aparte, es una pregunta invasiva y personal basada en la misoginia. La gente, sobre todo los hombres, piensan que les debo una explicación y mi atención. Es la clase de gente que cree que el sexo sin penetración no es sexo”. — Tevy Khou, ilustradora.
9. Negarte a utilizar el lenguaje inclusivo porque es “muy difícil” o “gramaticalmente incorrecto”.
“Cada vez que alguien se niega a priorizar los sentimientos de la otra persona por encima de la incomodidad temporal de utilizar otro pronombre o de aprender otra forma de hablar y escribir está haciéndole daño a otras personas”. Hay distintas formas de utilizar el lenguaje inclusivo más allá de sustituir vocales por la x, la e o la @, como los desdoblamientos (alumnos y alumnas) o el uso de fórmulas neutras (alumnado, estudiantes). “Además, el lenguaje evoluciona, asúmelo”. — Manduley.
10. Preguntarle a una persona si tiene novio, novia, marido o mujer dependiendo de su expresión de género.
“En estas situaciones, está claro que la persona que hace la suposición solo concibe la opción de la heterosexualidad para las mujeres. La comunidad queer no es un monolito y nuestra forma de vestir, vivir, hablar o relacionarnos no es la misma. Cada persona queer es única, válida en sí misma y bonita, y nuestra individualidad lo es todo. Nuestra identidad no tiene límites y nadie tiene que decirnos cómo debemos ser”. — Tamara, profesora de la cuenta de Instagram @ifpencilscouldtalk.
11. Pensar que puedes convertir en heterosexual a una persona que no lo es.
“Tenía un amigo heterosexual que utilizaba la escala de Kinsey para justificar que las lesbianas y los gays no son del todo homosexuales. Siendo justos, él también se aplicaba el cuento a su heterosexualidad, pero ese uso incorrecto de la escala de Kinsey es dañina para las personas que van a terapia de conversión. Todos los días me encuentro con algún idiota que piensa que las lesbianas o las mujeres bisexuales fingen su sexualidad o que aún no han encontrado al hombre adecuado. Esta forma de pensar roza la cultura de la violación. Con la variedad de expresiones de género y orientaciones sexuales que se están aceptando, las ideas basadas en la misoginia se pueden infiltrar disfrazadas de ‘liberación sexual’. La cosa es que ya no soy amigo de ese hombre y me alegro de ello”. — Khou.
12. Excluir a la pareja de un familiar LGTBIQ de la vida familiar.
“Como latina blanca de aspecto femenino (los desconocidos piensan que soy heterosexual), las microagresiones que sufro son más sutiles que las que sufre mi pareja queer de color, pero también las sufro y me duelen.
“Hace poco, un familiar nos envió un mensaje a mis hermanas, a sus maridos y a mí para felicitarnos la Semana Santa, pero no a Richael, con quien llevaba casada desde hacía meses. Fue un recordatorio más de que los miembros más mayores de mi familia no nos consideran iguales a todos”. — Adiel Suarez-Murias, profesional de la comunicación sobre derechos humanos.
13. Hablar en nombre de la comunidad LGTBIQ sin darles voz.
“Las personas trans merecen tener voz, sobre todo cuando se está debatiendo sobre formas de apoyar a la comunidad trans. Sirven como ejemplo esos lugares de trabajo, escuelas o instituciones donde se proponen enseñar a sus alumnos, trabajadores y clientes a apoyar a la comunidad trans, pero se les olvida incluir a un trans entre los conferenciantes. Aprecio mucho que las personas cisgénero utilicen sus privilegios para intentar ayudarnos, pero deben darse cuenta de que, al mismo tiempo, nos están silenciando. Por mucho contacto que tengas con una persona trans no vas a comprender del todo lo que es ser trans”. — Nicole Talbot, cantante, actriz y defensora de los adolescentes transgénero.
14. Pedirle a alguien que acabas de conocer que te cuente cómo salió del armario o su historial sexual.
“Me pasa que conozco a una persona ―y suelen ser hombres de todas las edades― y me pregunta cómo ‘descubrí’ que me gustan las mujeres, si he estado con algún hombre para ‘estar segura’ o cómo salí del armario. Es muy inapropiado e invasivo que te creas con derecho a preguntarnos cosas tan íntimas y privadas. No tengo por qué contarle a nadie mi historial sexual para entretenerle, emocionarle o para que me crea. Creo que estas preguntas surgen en parte por su privilegio y en parte por su confusión. ¿Por qué no dejamos de darle el visto bueno o malo a las personas queer en función de cómo ande su relación con el armario? ¿Por qué no conocer a las personas queer tal y como son y donde están en ese momento?”. — Youngblood Gregory.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es/