Reportaje | Estaban filmando una película en Haití, luego fueron secuestrados

Reportaje | Estaban filmando una película en Haití, luego fueron secuestrados

POR JACQUELINE CHARLES

La maniobra era casi tan imposible como cualquiera de la película “Ocean’s Eleven”: La pickup Toyota Hilux blanca con cristales tintados, una matrícula oficial del gobierno y cuatro bandidos fuertemente armados en su interior aceleró rápidamente, entrando y saliendo del tráfico mientras embestía a los vehículos e intentaba sacarlos de la carretera.

Cuando el chofer consiguió finalmente desbaratar el convoy de 17 vehículos que se dirigía a Puerto Príncipe, se detuvo frente a una camioneta con dos cineastas dominicanos, su traductor haitiano y un generador a remolque.

Los hombres armados descendieron de un salto, apuntaron con sus armas y exigieron que el traductor Junior Albert Augusma subiera a la pickup. Los hermanos dominicanos Antonio y Maicol Enrique Campusano fueron mantenidos en la cabina de la camioneta mientras sus captores pisaban el acelerador y desaparecían montaña arriba al amparo de la oscuridad.

“Fue muy rápido”, dijo Gilbert Mirambeau Jr., cofundador de Muska Films, que iba dos coches atrás y observó el descarado secuestro mientras se desarrollaba ante él y ocho agentes de la Policía Nacional de Haití. “Donde nos cortaron el paso fue literalmente en la boca de su territorio, en la esquina de una calle. Era como si nos estuvieran esperando; uno no iría ahí. ¿Y las armas que vimos? Creo que solo las he visto en las películas”.

El secuestro más reciente en Haití, que tuvo lugar poco antes de las 9:30 p.m. del sábado en el barrio plagado de pandillas de Martissant, en la entrada sur de Puerto Príncipe, fue impactante a muchos niveles. El equipo de filmación, que regresaba de un rodaje en Jacmel, una ciudad portuaria del sureste, se desplazaba en gran número, y llevaba policías incrustados en su caravana. Los policías, vestidos de paisano, estaban colocados en la parte delantera, trasera y central.

Sin embargo, nada de esto fue suficiente para impedir el más reciente secuestro con intención de pedir rescate que ha hecho que la epidemia de secuestros en Haití pase de ser un asunto haitiano a uno internacional.

El miércoles, mientras continuaban las tensas negociaciones sobre la petición de rescate de $2 millones de los secuestradores, se intensificó la presión diplomática sobre el gobierno haitiano. El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, ha declarado a los periodistas que su gobierno está tratando de conseguir la liberación de los hermanos Campusano, pero no ofreció detalles. El ministro de Defensa, Carlos Luciano Díaz Morfa, añadió que Haití había solicitado su ayuda.

Estados Unidos, que financia a la Policía Nacional de Haití, anunció a través de su embajada en Puerto Príncipe que agentes de la Policía Nacional de Colombia se encontraban en el país para ayudar a reforzar la capacidad de la unidad antisecuestros de la policía haitiana. La unidad lleva mucho tiempo sufriendo la falta de financiación y de personal.

El lunes, varios diplomáticos extranjeros que participaban en una reunión virtual del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para debatir el deterioro de la situación en Haití mencionaron el ataque y el secuestro del equipo de filmación. El empeoramiento de la delincuencia en el país, en medio de su creciente agitación política, era una preocupación para todos. Más de un embajador expresó su frustración por la incapacidad del gobierno para desmantelar a las bandas armadas y las organizaciones criminales que están detrás de la creciente ola de secuestros, homicidios y criminalidad desenfrenada.

“Las autoridades deben hacer más”, dijo la Representante Permanente Adjunta de Francia, Nathalie Broadhurst, antes de formular una pregunta incisiva sobre uno de los líderes de pandilla más conocidos y buscados de Haití, implicado junto con otros dos ex funcionarios del gobierno del presidente Jovenel Moïse en una masacre. “Hago la pregunta sin rodeos: ¿Cómo es posible que hoy Jimmy Cherizier siga libre?”

Cherizier, conocido como “Barbecue”, es un ex policía buscado por su presunta implicación en la masacre de La Saline de 2018 que dejó decenas de muertos, casas incendiadas y familias desplazadas del barrio de bajos ingresos de Puerto Príncipe. También es sospechoso de estar implicado en otras masacres en barrios obreros y actualmente dirige una federación de pandillas cuyos miembros han sido vinculados a la oleada de secuestros.

Gédéon Jean, abogado de derechos humanos y fundador del Centro para el Análisis y la Investigación de los Derechos Humanos, dijo que su organización ha documentado 102 secuestros entre enero y el 23 de febrero. El año pasado, dijo, documentaron 51 secuestros entre enero y marzo.

Hoy en día, incluso las tareas más insignificantes, como ir al supermercado, salir a comer o hacer un viaje de dos o tres horas a una ciudad como Jacmel, requieren planificación y reflexión.

“No es mi responsabilidad como ciudadano asegurarme de que el país funciona bien. Es su responsabilidad”, dijo Mirambeau, de 37 años, un cineasta que en 2018 ayudó inadvertidamente a lanzar una campaña anticorrupción en las redes sociales después de publicar una foto de sí mismo sosteniendo una cartulina preguntando en criollo qué pasó con los $2,000 millones del dinero de PetroCaribe que Haití recibió de Venezuela.

“Estamos presionando al gobierno para que se asegure de que podemos funcionar como ciudadanos normales, podemos salir a la calle, podemos ir a los supermercados”, dijo. “Son cosas normales que hace la gente y yo no puedo hacer eso en el país”.

En un país en el que no funcionan las salas de cine, Mirambeau y sus compañeros cineastas han intentado hacer crecer una industria. El secuestro del sábado no se lo está poniendo fácil. El lunes suspendieron la producción de su película más reciente y él pasó la mayor parte de la mañana tratando de tranquilizar al equipo, al tiempo que intentaba conseguir la liberación de los tres hombres.

“El gobierno dice: ‘No, no hay ningún problema en Haití, no hay secuestros’”, dijo Mirambeau, refiriéndose a una reciente declaración del presidente del país ante el Consejo de Seguridad de la ONU, según la cual los secuestros habían disminuido considerablemente. “Todos los días nos secuestran y matan a los ciudadanos haitianos. Ya no tiene sentido.

“Hay un problema grave en Haití”, añadió. “Los medios de comunicación hablan de [este caso]. ¿Pero qué pasa con las personas que son secuestradas todos los días? No tienen nombre, son los pequeños comerciantes que venden cacahuetes en la calle. Los secuestran y, a veces, los matan”.

Los dos dominicanos trabajaban como técnicos en iluminación, y Augusma, su intérprete, es lingüista y poeta. El lunes, los estudiantes de la Facultad de Lingüística Aplicada de la Universidad Estatal de Haití salieron a las calles para exigir su liberación. Indignados, algunos quemaron neumáticos, y más tarde la policía les lanzó gases lacrimógenos.

Aparte de tener que dejar de filmar el año pasado debido a la pandemia del COVID-19 y a la falta de financiación, Mirambeau dijo que nunca habían tenido ningún problema con sus rodajes en locaciones, incluso en medio de las recientes protestas contra el gobierno y la creciente inseguridad.

Por consejo de su equipo de seguridad, dijo, decidieron salir de Jacmel al anochecer y regresar a la capital tras haber terminado cinco días de rodaje de su segunda película, un thriller político titulado “Malatchong”, palabra criolla que se utiliza para describir cuando algo es fraudulento. Aunque los haitianos suelen viajar de noche o de madrugada para evitar los atascos y los secuestros, Mirambeau está convencido de que la hora del viaje no habría supuesto ninguna diferencia.

“Tanto a las 2 p.m. como a las 2 a.m., habría sido lo mismo”, dijo. “No tiene sentido que, como ciudadano, tenga que pedir [escoltas] a la policía porque voy a Jacmel”.

Tras salir de Jacmel y descender por su empinada montaña, todo parecía ir bien hasta llegar a Léogâne, una ciudad rural situada a unos 19 kilómetros al sur de Puerto Príncipe.

“Empezamos a tener vehículos alrededor del convoy, como si nos estuvieran siguiendo”, dijo Mirambeau. “Lo estuvieron haciendo todo el tiempo, pero no me di de ello mientras conducía. Estaban intentando desbaratar el convoy todo el tiempo”.

Todo se desarrolló en cuestión de segundos, dijo.

“Desbarataron el convoy en el lugar adecuado y se llevaron a los muchachos”, dijo. “Creo que aunque tuviéramos 40 policías, se habría convertido en algo dramático”.

La policía ha dicho que las víctimas están retenidas en Grand Ravine, una barriada controlada por las pandillas que está repleta de barrancos infestados de mosquitos, corredores estrechos y casas destartaladas y una de las varias guaridas de secuestradores en la capital. La policía se ha mostrado reacia a entrar, y los residentes suelen ayudar a los miembros de las pandillas a dar cobijo a sus captores, compartiendo el botín de cualquier rescate.

Cuando los secuestros empezaron a ser un problema en 2004, las peticiones de rescate eran de unos pocos cientos o miles de dólares; hoy en día las pandillas piden millones de dólares, otra señal preocupante para quienes siguen la tendencia de los secuestros en el país.

“Hoy hay una federación de pandillas, nos vamos a convertir en Yemen, Somalia, El Salvador”, dijo Mirambeau, enumerando países que luchan contra los secuestros y la proliferación de grupos armados. “Hay que resolver esto”.

CINEASTAS EN APUROS EN UN PAÍS DE ALTO RIESGO

Mirambeau y sus socios se dieron a conocer en 2018 con la comedia negra haitiana “Kafou”. Dirigido por Bruno Mourral, el cortometraje era un alborotado paseo por las oscuras calles de Haití con dos repartidores contratados por un comisario de policía para entregar un cadáver. La película, realizada con un presupuesto muy reducido y con donaciones, se estrenó en Miami con muy buenas críticas y demostró el potencial cinematográfico tanto de Muska Films como de Haití.

“Esto es una gran bofetada para la industria en este momento”, dijo Mirambeau, quien teme que el secuestro disuada a otros cineastas de venir a Haití o de apostar por su potencial

Jimmy Jean-Louis, un actor de Hollywood nacido en Haití que ha rodado varias películas en el país y ha intentado aprovechar su potencial cinematográfico, afirma que el secuestro es realmente un revés para su país. Señaló que los elevados costos de los seguros para rodar en Haití ya lo hacen menos atractivo, mientras que al lado, en la República Dominicana, el país está ganando millones con el rodaje de películas como “Fast and Furious”.

“Esto envía un mensaje, no solo a la industria del cine, sobre la inseguridad que existe en el país, donde todo el mundo es un objetivo”, dijo Jean-Louis. “Cuando se trata de un equipo de una producción que está intentando hacer algo a pesar de la agitada situación del país y tienes este tipo de resultados, es como si dijéramos: ‘¿Qué hacemos ahora?’”.

Jean-Louis dijo que Haití tiene mucho que ofrecer al mundo del cine, pero primero tendrá que salir de la zona roja. Los riesgos de los seguros son demasiado altos, dijo, lo que significa que los cineastas como él tienen que autofinanciarse o recaudar fondos por su cuenta.

“Estamos perdiendo de muchas maneras”, dijo. “Antes era algo haitiano, y ahora se está convirtiendo en algo internacional. Cuando hay extranjeros secuestrados es una historia diferente”.

Fuente: https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/article249490440.html