“¿Vida en las nubes de Venus? La hipótesis que los científicos Carl Sagan y Harold Morowitz plantearon por primera vez en los años 60 ha ido ganando respaldo entre la comunidad de astrofísicos en los últimos años. Y eso pese a tratarse de un mundo infernal y extremadamente ácido. Imagínense las temperaturas más altas del Sistema Solar (462 grados en su superficie, suficientes para fundir el plomo). Y sus nubes, en las que hay unos agradables 30 grados, están compuestas en un 90% por ácido sulfúrico.
“Mientras que las condiciones de la superficie de Venus hacen inverosímil la hipótesis de la vida allí, sus nubes son otra historia completamente diferente. Como se señaló hace algunos años, el agua, el dióxido de carbono y la luz solar -requisitos previos para la fotosíntesis- abundan en las proximidades de las nubes”, escribían Sagan y Morowitz el 16 de octubre de 1967 en la revista científica Nature.
Hoy, (casi) exactamente 53 años después, se presenta por primera vez una prueba de que es posible que exista vida microbiana en las nubes de Venus. Un equipo liderado por la británica Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff, ha encontrado en ellas un gas llamado fosfina. Se trata de una rara molécula que en la Tierra sólo puede ser producida de forma industrial o por algunas bacterias que no necesitan oxígeno para vivir.
El anuncio, realizado con mucha cautela por parte de los autores del descubrimiento, se hará este lunes a las 17 horas, simultáneamente durante una rueda de prensa organizada por la Royal Astronomical Society de Londres y a través de la publicación de un artículo en la revista Nature Astronomy.
La fosfina en las nubes de Venus fue detectada por primera vez en 2017 por Jane Greaves con el telescopio James Clerk Maxwell (JCMT), que se encuentra en Hawai y pertenece al Observatorio del Este de Asia. Para confirmar los resultados se recurrió a ALMA, el radiotelescopio más grande del mundo, situado en el desierto de Chile, que tiene más sensibilidad. Las 45 antenas del radiotelescopio del Observatorio Europeo Austral (ESO) confirmaron la detección de fosfina, uno de los principales biomarcadores, es decir, una de las huellas químicas que pueden indicar la presencia de algún tipo de ser vivo.
Tras pasar tres años haciendo comprobaciones y simulaciones para intentar determinar si esa fosfina podría haberse formado en las nubes venusianas por procesos naturales no biológicos, los autores de este estudio internacional concluyen que pese a que la cantidad detectada es pequeña (20 moléculas de este gas por cada mil millones), es mucho mayor de la que habría si su origen no fuera biológico.
Han descartado, por tanto, que esa fosfina sea el resultado de procesos conocidos como el vulcanismo, la caída de meteoritos, los relámpagos eléctricos o en su formación hayan intervenido la luz solar o minerales procedentes de la superficie de ese planeta rocoso.
NUEVAS PREGUNTAS
La única explicación que hay con el conocimiento que se tiene en la actualidad es que su origen sean procesos geológicos o químicos desconocidos por nosotros pero que podrían tener lugar en Venus o una posibilidad mucho más emocionante: que haya sido producida por seres vivos. Es decir, no es que se hayan encontrado organismos en las nubes de Venus, sino un gas que podría revelar de forma indirecta la posible existencia de esos organismos.
Si se confirmara esa hipótesis, Venus sería el primer lugar fuera de la Tierra en el que se encuentra vida, un anhelo que la comunidad científica lleva décadas persiguiendo. No obstante, los autores, entre los que hay científicos británicos, estadounidenses y japoneses, se muestran muy prudentes y aunque consideran que su descubrimiento es significativo, apuntan que hace falta más investigación para entender de dónde viene esa fosfina.
Clara Sousa Silva, coautora del estudio e investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), ha investigado la fosfina como biomarcador para intentar detectar vida en exoplanetas: “El descubrimiento de fosfina en Venus suscita muchas preguntas, por ejemplo, cómo puede un organismo sobrevivir en ese entorno. En la Tierra, algunos microbios pueden resistir a un 5% de ácido en su entorno, pero las nubes de Venus están compuestas casi en su totalidad de ácido”, señala en un comunicado de prensa.
Como recuerda el astrofísico español, en un artículo anterior publicado en 2018, “algunos de los firmantes de este estudio que se presenta hoy ya proponían que si se encontraba fosfina en cantidades suficientemente altas en la atmósfera de algún exoplaneta rocoso, sería una prueba prácticamente segura de la existencia de procesos biológicos. Como toda investigación científica habrá que repetir las observaciones, verificar el análisis, asegurarse de que el origen no es abiótico. Pero si se confirma, el resultado tiene unas implicaciones tremendas”, apunta el ex director del CAB.
“Nuestro conocimiento actual de la química de la fosfina en las atmósferas de los planetas rocosos excluye la producción de fosfina por procesos no biológicos”, ha señalado en un comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO) el astrónomo Leonardo Testi, que no ha participado en la investigación. “Confirmar la existencia de vida en la atmósfera de Venus sería un hito enorme para la astrobiología. Por ello, es esencial dar continuidad a este emocionante resultado y hacer más estudios teóricos y observacionales que puedan descartar la posibilidad de que la fosfina en planetas rocosos pueda tener un origen químico diferente al que tiene en la Tierra”, señala Testi, director de Operaciones Europeas del radiotelescopio ALMA. Fuente: ElMundo