El congreso local del estado de Oaxaca aprobó reformas a su Ley de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, con las cuales instauró la prohibición para vender, regalar, distribuir o promover comida chatarra a los menores de edad.
Esta entidad se convirtió en la primera en México en aprobar una medida de este tipo, la cual tiene la intención de reducir el acceso a productos no saludables. Además se anunció que los legisladores federales de los partidos Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Partido Acción Nacional (PAN), Partido del Trabajo (PT) y Partido de la Revolución Democrática (PRD) impulsarán en conjunto una iniciativa antichatarra para prohibir la venta de dulces, chocolates, botanas, panes y refrescos a los menores de edad en todo el territorio de México.
Aunque la mayoría de los expertos considera positiva esta medida, especialistas consultados por Sputnik apuntaron la necesidad de ver esta norma como parte de un proceso que debe ser ampliado para lograr reducir el consumo de productos como los refrescos.
“Esta es una muestra de congruencia, de responsabilidad y desde luego que va a tener un gran impacto, no sólo por el hecho de lo que se puede o no vender a los niños, sino del mensaje que se le está dando a la población. Es un mensaje que educa, es una manera de generar una conciencia de que son productos que les hacen mucho daño a los niños y que no se les deben de dar”, valoró Simón Barquera, director adjunto del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
El investigador recordó que, según datos de la Universidad de Yale, México es el primer consumidor de refrescos en el mundo, con un promedio de 163 litros bebidos por persona al año. Desde su perspectiva, esto se debe en buena medida a los esfuerzos que la industria refresquera realiza para fomentar la venta de refrescos entre los niños.
“Con este tipo de políticas se neutralizan esos esfuerzos, que tanto daño le hacen a la salud de nuestros niños y que, además, echan a perder su futuro, porque les modifican sus gustos a una edad temprana y después se vuelven adolescentes y adultos que no saben comer bien ni pueden llevar una dieta libre de alimentos ultraprocesados, porque se acostumbraron a su sabor intenso”, indicó Barquera.
En este sentido consideró que, a la par de las medidas restrictivas para la venta de refrescos, se requieren de estrategias para evitar los anuncios de productos chatarra dirigidos a menores, así como etiquetados claros que informen sobre los riesgos a la salud que implica la ingesta de esos alimentos.
“Antes se pensaba que era la educación, que poner una leyenda para invitar a comer frutas y verduras era suficiente. Ya se demostró que eso no sirve, que sirve mucho más el hacer difícil el consumo de alimentos malsanos, de manera similar a la estrategia para inhibir el consumo de alcohol y tabaco. La otra idea en ese sentido es el ejemplo visto en Chile: prohibir la publicidad de productos malsanos a niños sí logró una disminución en su consumo… creo que esa es una estrategia va a funcionar muy bien”, expuso.
Por su parte, Jorge Baruch Diaz, responsable de la Clínica de Atención Preventiva del Viajero de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) consideró que la prohibición de la venta de refrescos a menores representa un escalamiento a las medidas iniciadas en 2014 para inhibir el consumo de estos productos en el país latinoamericano.
“México tiene el antecedente de la ley que impone ciertos impuestos para este tipo de alimentos. La consecuencia de esta ley se está viendo ahora en cuanto a la implementación de otras medidas adicionales, para hacer frente a esta problemática”, resaltó.
La poca eficacia de esta acción en países de medio y bajo ingreso es vista por el médico como explicación a la decisión de gobiernos como el de Oaxaca para restringir la venta de productos chatarra a menores. No obstante, recordó que desde 2004 los miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) iniciaron esfuerzos para tratar de disminuir su consumo, dada su incidencia en la aparición de enfermedades cardiovasculares, sobrepeso y obesidad.
“Si estados como Oaxaca, u otros que tienen un problema muy grave de obesidad infantil, están viendo que el simple hecho de llevar a cabo esta ley que impone un impuesto a las bebidas azucaradas u otro tipo de alimentos no ha sido efectiva para disminuir su consumo, estas medidas adicionales tendrán que ser evaluadas para ver si esto influye en la grave pandemia de obesidad que estamos viviendo en México”, apuntó.
A su vez, Elvira Sandoval Bosch, académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que el consumo excesivo de bebidas azucaradas genera un exceso de calorías en el cuerpo humano, el cual puede favorecer el desarrollo de sobrepeso u obesidad.
Desde su perspectiva, la prohibición de la venta de estos productos a menores no resuelve por sí solo el problema, ya que su implementación debe contemplar las circunstancias sociales y económicas que orillan a la población a consumir refrescos u otros productos chatarra.
“La prohibición es una estrategia que nos puede ayudar a reducir el acceso a alimentos que no son nutritivos. Lo importante es que, si quitas y prohíbes la venta de estos alimentos, necesitas ofrecer otros alimentos de mejor aporte nutrimental, mejor aporte calórico y que ayuden a los niños. Porque si nada más quitas, pero no das nada a cambio, realmente no estás resolviendo el problema de raíz”, advirtió.
Al respecto, cabe apuntar que en algunas de las zonas más pobres de México el alto consumo de bebidas azucaradas se asocia a su fácil acceso en comparación con el agua potable. En el estado de Chiapas, por ejemplo, donde se ha lucrado con la entrega de concesiones sobre manantiales a las empresas refresqueras, cada habitante de la entidad bebe en promedio 821 litros de Coca-Cola al año, según un estudio del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR).
Por ello, Sandoval llamó a establecer medidas complementarias a la prohibición, específicamente dirigidas a informar a la población sobre la posibilidad de sustituir alimentos poco saludables con opciones más nutritivas.
“No se trata de parchar, sino de ir sumando estrategias que vayan ayudando a enfrentar este problema, que es multidisciplinario y requiere que los expertos sean parte de estas propuestas, de las políticas públicas… Con esto vas cerrando ciclos, pues quitas alimentos que están demostrado que no aportan a la salud, pero sumas alimentos que sí aportan”, concluyó. Fuente: Sputnik