¿Le quedan 10 años a la humanidad? 4 señales preocupantes

¿Le quedan 10 años a la humanidad? 4 señales preocupantes

Un informe titulado ‘Riesgo de seguridad relacionado con el clima: una propuesta de escenario futuro’, del centro de investigación Breakthrough—National Centre for Climate Restoration (NCCR), plantea que la humanidad podría ver amenazada su existencia para el año 2050, si no se hace nada por detener el calentamiento global.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) es mucho menos optimista. Sitúa en el año 2030 la fecha en que será irreversible el daño al planeta causado por la acción humana. Dicho de otro modo, será el año en que comience la extinción de la especie.

Siendo testigos de la devastación ocurrida en menos de dos años de la selva amazónica y de Australia, donde se han perdido en conjunto más de 10,2 millones de hectáreas de bosques, así como más de mil millones de animales, es posible entender que la preocupación de los científicos no son meras especulaciones.

Pero lo más dramático es que no se trata solo de la destrucción de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta, sino que se incluye cada aspecto de la existencia.

Para los ricos, para la élite global, el asunto es más bien sencillo y se resume al proyecto de Elon Musk para el año 2050 de colonizar Marte, con un millón de personas.

¿Acaso habrá algún periodista cerca que le pregunte qué pasará con los miles de millones que no tienen cabida en su plan?

Para esos que se quedan en la tierra, en esta ‘única nave espacial’, como diría el periodista Walter Martínez, hacemos un recuento de las amenazas que debemos atender antes de que sea demasiado tarde.  

Primera: el fin de los Estados nación y del eufemismo bélico

Destruir las naciones para reconfigurar un nuevo orden mundial. Esa es la atronadora sentencia del periodista francés Thierry Meyssan al denunciar el plan del Pentágono y su nuevo mapa estratégico.

Los hechos le han dado la razón. 2011, fue el año decretado para que Occidente destrozara Libia, y pudieran acceder a su petróleo sin esos molestos intermediarios que para las transnacionales suelen ser los Gobiernos constitucionales. Quisieron repetir el experimento en Siria, pero allí Rusia y China ya habían aprendido la lección.

No obstante, esta década inaugura una nueva etapa que analistas como Adel Zabayar llaman ‘la era Trump’. 

Estados Unidos se ha cansado de lidiar con la opinión pública. El actual mandatario estadounidense ha significado el camino directo para que el mundo entienda que a medida que los recursos del planeta se agoten, y las condiciones ambientales se hagan más insostenibles, la guerra será el mecanismo elegido para la sobrevivencia de un país sobre otro.

La confesión de Trump sobre por qué llevó las tropas a Siria, le ahorra los meses de debate que tuvo que atravesar Bush y Powell para mercadear la mentira de las “armas de destrucción masiva en Irak”.

Si algo tenemos que agradecerle a Trump, es que ya el mundo sabe con qué clase de maldad estará lidiando en los próximos años.

¿Olvidó EEUU su petróleo en Siria?
© SPUTNIK / VITALY PODVITSKI¿Olvidó EEUU su petróleo en Siria?

Segunda: las armas de destrucción masiva como única garantía de sobrevivencia

Otro asunto derivado del anterior es que a medida que Estados Unidos vulnere los mecanismos internacionales de mediación y paz social, el régimen de salvajismo se hará más visible.

No solo se trata de la no ratificación del Tratado de Eliminación de Misiles de Corto y Medio Alcance, lo cual significa el inicio de una nueva escalada armamentística. Sino la no ratificación de tratados claves como el de Kyoto o la convención de derechos humanos.

Sputnik, en un imperdible recuento, contabiliza más de 22 casos en los que las distintas administraciones de la nación norteamericana han violado la Carta de las Naciones Unidas. Si alguien quiere pruebas de quién es el Estado forajido, allí las encontrará. 

Visto el expediente de desmanes protagonizado por Estados Unidos y Occidente ¿Puede alguien criticar que Corea del Norte busque proteger su supervivencia a través de una bomba nuclear? ¿Puede alguien considerar que Irán no está en su derecho de enriquecer uranio cuando el presidente Trump declara con absoluta soberbia que “si Irán quiere pelear, ese será el fin oficial de Irán“?

El asesinato de Soleimani, es la nueva bomba nuclear de Estados Unidos lanzada sobre la estabilidad del ya frágil sistema de consenso de naciones. Una táctica de avasallamiento, que puede extenderse a las sanciones económicas unilaterales, a los embargos, a las detenciones arbitrarias de empresarios y ciudadanos extranjeros en cárceles clandestinas, al chantaje para evitar la ampliación de infraestructura energética o tecnológica contraria a sus intereses geoestratégicos.

“El lobo como lobo del hombre”, es el lema de esta guerra que Estados Unidos le ha decretado al mundo entero.

Tercera: el modelado de la mente y el control social

Mientras Edward Snowden y Julian Assange, son perseguidos o encarcelados por luchar contra la vigilancia dictatorial del complejo militar-industrial-financiero de Estados Unidos, Mark Zuckerberg, famoso por vender al mejor postor información confidencial de los usuarios de sus redes sociales, no deja de acaparar portadas de revistas. Es el resumen de una década.

En 2018, se demostró que el objetivo de la corporación mediática mundial, se centrará en la omnipresencia de las redes digitales, para construir una nueva mente colectiva. Ese año explotó el escándalo de Cambridge Analitica y Barack Obama firmaba un contrato con Netflix para producir series, documentales y películas. Profundicemos el vínculo.

En 2016, Facebook vendió información de 50 millones de sus usuarios, lo que sirvió a la postre para manipular psicológicamente la población electoral de Estados Unidos durante la elección de Donald Trump. Unos años después, millones de usuarios de Netflix, abrazaban el relato anti-Unión Soviética (léase en las mentes alienadas, Federación de Rusia) conocido como Chernóbil. Por solo citar un pequeñísimo ejemplo. Habría que dedicar un artículo aparte para referirnos al extenso catálogo de películas y documentales, antiraníes, antilibios, antirrusos, antivenezolanos, presentes en las plataformas de streaming.   

La década que viene se centrará en la vigilancia masiva, a través del modelado de las percepciones. Es decir, usar los contenidos como arma de penetración psicológica en todo el mundo. ¿Para qué dispararas una bala si sus propios habitantes pueden regalarte el país? El golpe de Estado reciente en Bolivia, es una pequeña prueba del funcionamiento de este mecanismo disfrazado de ‘entretenimiento’.

Cuarta: la infancia amenazada

Este artículo se escribe mientras las portadas de los principales medios digitales ahondan en la denuncia contra la orden Legionarios de Cristo, fundada por el mexicano Marcial Maciel. Un sacerdote, por cierto, muy cercano al papa Juan Pablo II, quien escondió durante muchos años los crímenes sexuales cometidos por dicha orden. 

El escándalo hace pensar en lo siguiente: ¿ensañarse contra la infancia es solo patrimonio de ciertas órdenes adscritas al Vaticano? Al parecer, no. Esta década que concluye nos legó pruebas fehacientes de que parece existir un plan global contra la infancia

En 2014, Israel protagonizó uno de los ensañamientos contra infantes más despiadados del que se haya tenido registro. Durante la operación Margen Protector, el Ejército israelí bombardeó indiscriminadamente la Franja de Gaza, causando la muerte de más de 400 niños, que murieron muchas veces dentro de sus propias casas, tal y como lo reseña el informe final de la Comisión Independiente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Según la autoridad Palestina, más de 1.500 niños han sido asesinados por Israel desde el año 2000.  

De esa cifra, que parece abstracta y lejana, resalta el episodio de cuatro niños palestinos que fueron masacrados en una playa de Gaza mientras se encontraban jugando al fútbol. Ninguno llegaba a los 12 años. Si a esto le sumamos la explotación laboral de niños palestinos en campos agrícolas regentados por colonos israelíes, o los más de 350 niños presos en cárceles de ese país, tenemos una idea bastante clara de cuál es la política de Israel para con la infancia en Palestina.

De nuevo, en 2018. Estados Unidos también nos sorprendería. El endurecimiento de las leyes migratorias en la frontera con México, dieron inicio a una serie de violaciones sistemáticas de los derechos humanos donde los niños fueron los principales afectados. Organizaciones y activistas de todo el mundo, se han pronunciado contra escenas dantescas como la muerte en cautiverio de niños, por no recibir cuidados médicos, o la presentación ante tribunales de infantes de cuatro años que ni siquiera saben de qué son culpables. ¿Por qué ocurre este ensañamiento?

Quinta: matar la esperanza, esa incómoda verdad

Vivimos una época de altísima velocidad. Nuestra atención se hace cada vez más débil y nuestra memoria es construida a medida que Netflix actualiza su parrilla de programación.

Es imposible hacerle seguimiento a los acontecimientos, y la cantidad masiva de información dificulta hacerse un juicio global sobre lo que ocurre. Nos estamos convirtiendo en zombies espectadores de una realidad que apenas podemos controlar. El resultado más dramático de todo esto, es la insensibilización.

Es posible que el cerebro recurra a la omisión como respuesta emocional, que opte por la burla, por ridiculizar, porque enfrentar las pruebas es simplemente demasiado.

Resultaría improbable vivir leyendo sobre las redes de pedofilia protegidas históricamente por el Vaticano o el destino final de los migrantes nigerianos que llegan a Libia solo para ser vendidos como esclavos.

Es posible que la avasallante realidad solo tenga como fin convencernos de la incapacidad que tenemos como individuos para cambiar las cosas. Volvernos impotentes ante un ‘efecto Lucifer’ que parece haber arropado al mundo entero. Bajar los brazos y acostarnos derrotados antes las pantallas de nuestros celulares horas enteras antes de que el sueño nos venza y un nuevo día comience.

Hemos vivido una década cuyo adjetivo es impublicable en estas páginas. Pero también hemos visto algunos hechos que nos permiten pensar que no todo está perdido y de que es posible asistir al renacer de una esperanza.

Uno de estos hechos ha sido el glorioso despertar de un pueblo como el chileno, que a pesar de la mutilación brutal que han sufrido muchos ciudadanos, le dieron una bofetada a los ingenieros sociales que ya sentían que aquello era un territorio por siempre sometido.

Habremos de resistir, y tendremos por necesidad imperiosa que vencer. Lo que sí debemos tener muy en cuenta es que  el mayor apocalipsis que se cierne, es que al arribar el 2030 sigamos viendo humanos, pero ya no exista humanidad.

Esa sí sería la verdadera y definitiva extinción de nuestra especie.

Fuente: Sputnik