La detención del padre de la familia retenida durante la última década en una finca aislada en Holanda complica aún más una trama en la que confluyen posibles delitos de privación ilegal de libertad, abusos y evasión fiscal, ligados al lavado de cerebro por una secta millonaria.
Josef B., el inquilino de la finca que tiene 58 años, y Gerrit-Jan van D., de 67, fueron detenidos el lunes y el jueves, acusados de privar de libertad a seis personas porque “hay pruebas de que no estaban allí por su propia voluntad”, además de otros delitos como “abuso y lavado de dinero”, porque había decenas de miles de euros en efectivo en la finca.
Aunque ahora ya no sean niños, porque tienen entre 18 y 25 años, los seis fueron reclusos presuntamente de su propio padre desde hace más de nueve años, cuando todos eran menores de edad y debían estar registrados en alguna escuela atendiendo la Educación Secundaria Obligatoria, según confirma a Efe la Policía de la provincia de Drente.
El alcalde de la localidad del norte de Holanda De Wolden, Roger de Groot, asegura que ni el padre, Gerrit-Jan van D., ni sus hijos se han empadronado en el municipio, ninguna escuela de la región sabía de su existencia, y tampoco el progenitor solicitó una autorización para educarlos en casa, una opción legal en este país siempre que sea con conocimiento oficial.
La familia estuvo desaparecida del mapa durante los últimos nueve años, y tampoco se sabe -subraya la Policía- si tuvieron contacto con el mundo exterior antes de 2010, cuando se mudaron a esta finca de Buitenhuizerweg, en Ruinerwold, por lo que “puede que algunos no hayan tenido nunca relación con la sociedad”.
No se conocen los detalles de lo que el supuesto hijo mayor contó a las autoridades el pasado domingo, cuando denunció que sus “hermanos” estaban secuestrados, pero sea lo que fuere, ha puesto patas arriba a un vecindario donde hasta ahora había reinado el anonimato y la calma.
“Es una historia muy complicada. No sabíamos que eso estaba pasando. La situación será más difícil para los hijos, pero tampoco puedo describir cómo nos sentimos los vecinos, es difícil de explicar que algo así haya pasado aquí. No entendemos nada”, explica a Efe Joan van Dijk, el vecino más cercano a la finca.
Este granjero asegura haber “oído a los niños, pero nunca” los vio ni salieron del corral. A quien sí ha visto muchas veces, descargando cosas de su coche, es a Josef B., pero “nada más que eso porque en la granja hay cámaras por todas partes, y vallas, y de todo. No se podía entrar dentro. Cortaba cualquier intento de contacto. Era imposible hablar con él”.
Otros vecinos subrayan no haber visto nunca a “los hijos o su padre”, y ni siquiera los vieron llegar en 2010 o supieron de su existencia. El vecindario creía que la única persona que ocupaba esa casa era Josef B., es el único “que iba y venía”.
Según pudo corroborar Efe, la finca está totalmente rodeada de grandes árboles que se plantaron después de la llegada de este hombre, quien también instaló una valla que impide la visibilidad desde fuera.
La subdirectora de la Policía del Norte de los Países Bajos, Janny Knol, subraya que, a excepción de Josef B., las otras siete personas involucradas en la investigación “aseguran ser familia” entre ellos, y que su madre “murió en 2004”, un hecho que la Fiscalía lamentó “no poder corroborar” porque ni localiza el cuerpo ni se registró el fallecimiento en la provincia vecina de Overijssel, donde residían en esa fecha.
Además, en un comunicado firmado por familiares de Gerrit-Jan van D., aseguran que este “tiene otros tres hijos que escaparon” de la casa debido a la “forma de ser” de su padre, y añadieron que ellos “desconocían que tenía más hijos”, lo que ha dado a entender que puede que los seis adultos localizados no tengan lazos familiares con él.
Los seis, que hablan perfecto neerlandés, están siendo interrogados por la Policía desde el lunes con ayuda de un equipo de psicólogos porque, según los agentes, se está “lidiando con una situación excepcional, han vivido todos juntos, pero separados de la sociedad” y “conversar con ellos no es fácil”.
Además, se está investigando si “ciertas creencia o la fe ha llevado a la situación de vida en la que se encontraban estas personas”, después de que un portavoz de la Iglesia de la Unificación en Ámsterdam, Willem Koetsier, confirmara que Gerrit-Jan van D., ahora parcialmente discapacitado tras un infarto cerebral hace tres años, se unió en la década de los ochenta a la “secta Moon”.
Koetsier también aseguró “haber perdido de vista” al padre cuando “se fue a Alemania, donde se casó con su mujer”, dejando de estar activo en la iglesia, lo que “da a entender que decidió formar su propia secta” independientemente del resto del grupo, algo “bastante habitual”, según el portavoz, que advierte que los miembros de Moon “no se ocultan de la sociedad de esta forma”.
Con información de EFE, fuente Infobae